La cuestión central de las pensiones

Obliga detener hoy nuestra reflexión sobre las pensiones. ¿Por qué nos sigue apareciendo como un renglón deficitario e irredento? Veamos de aportar todos una solución que dé satisfacción definitiva al total de nuestros trabajadores, que dejan la etapa activa por razones de la edad avanzada y la vejez. ¿No será pertinente todavía hablar de una pensión universal, sin distingos de sexo, raza o cualquier otra variante que al caso venga? Se entiende que sí. Pero revisemos por lo pronto lo que andan cocinando los entendidos.

La semana pasada AMLO metió el tema al tapete de las discusiones. Ya había prometido antes que su gobierno iba a meterle mano, pero no se llegaba el día. Su iniciativa irá al congreso de la unión y en ella nuestros legisladores la harán cera y pabilo o le darán paso, aprobándola, con o sin modificaciones. Pronto tendremos noticia pues sobre lo que se haga o se deje de hacer en su torno. Por lo pronto, el presidente anunció que el gobierno de la 4T hacía suya la propuesta trabajada por la CCE. Invitó también al viejo grupo de líderes sindicales, los que hicieron huesos viejos con el PRIAN, para que salieran en la foto. Los líderes de la bancada de Morena, tanto Mario Delgado como Ricardo Monreal, no podían estar ausentes. Los titulares del poder hablaron y los que componemos el sufrido público dimos acuse de recibo.

El caso da en que no es noticia nueva, ni aporta más elementos que no nos fueran conocidos. El equipo patronal del país había dado a conocer ya esta misma propuesta a mediados del mes de febrero del año en curso. Si ya no le hizo más ruido fue tal vez porque el escenario fue trastocado por la pandemia que padecemos y a la que no le hallamos todavía la puerta. En las discusiones previas se insistía desde tales esferas que si las futuras pensiones iban a resultar insuficientes era porque los trabajadores no aportaban más dinero a su cuenta de ahorros para el retiro. A fuerzas se quería sacar de la talega muy escasa de los trabajadores más recursos para elevar el monto de la futura pensión. Nadie les sacaba de su tozudez.

Por alguna razón que no es conocida, entraron un tanto en razón y entendieron la observación pragmática de los propios ahorradores. Estos sostienen que si no pueden ahorrar más en su cuenta para el retiro se debe a la precariedad de sus ingresos. Somos mano de obra muy barata. Mal se gana aquí para sostenerse. ¿Cómo recortar los ingresos laborales para destinar recursos a cuando se llegue a la edad del retiro? Andan mal los señores patrones. Y ¡claro! de no aumentarse estos montos ahora, al llegar a la edad de la jubilación lo que se les entregue será una miseria. Es problema serio. La entrega de las primeras pensiones de Afore está ya a la vuelta de la esquina.

La propuesta de estos señores modifica los números. Cada trabajador aporta a su cuenta el 6.5% de su salario mensual. Desglosando la cantidad, el patrón pone el 5.15%; el trabajador el 1.125% y el estado se mocha con el 0.225%. La tasa de estas aportaciones será aumentada hasta el 15%. Los patrones recorrerán con el 13.65% y las otras dos partes se mantendrán como están. También proponen reducir el tiempo de cotización. Con el formato actual, para que un trabajador ejerza el derecho a recibir una pensión, está obligado a cotizar 1250 semanas, un lapso continuo de trabajo de unos 25 años. Este lapso será reducido a tan sólo 750 semanas de cotización.

No están tan de color de rosa estos puntos señalados. Se baja de pronto el tiempo requerido a las 750 semanas, pero se irá aumentando hasta fijarlo en las mil semanas. El aumento definitivo se alcanzaría en un lapso de unos diez años. Y los montos que se crecen desde un 6.5% a un 15%, con carga expresa a la parte patronal, con escucharse positiva, tampoco vendría a redundar en beneficios inmediatos, porque estructuralmente la cosa ya está descompuesta y estos parches no la solucionan en serio. Los montos reales de la jubilación apenas si conocerán un aumento, que más bien será poco significativo. El deteriorado bolsillo del trabajador no mejora gran cosa, ni ahora, ni para cuando se jubile.

Además, la propuesta sólo abarca a los trabajadores registrados en el IMSS. El propio Obrador refirió la insuficiencia, exponiendo que presentará otra iniciativa para el sector laboral de los trabajadores al servicio del estado, federal, estatal o municipal. El ISSSTE no opera en simetría con las normas del IMSS. Para ambos segmentos aplica la característica clave de ser estar inscritos en la formalidad. Pero lo que se modifique para el IMSS no aplica necesariamente a los del ISSSTE, aunque ambas normativas carguen con el peso de las cuentas individualizadas o Afores.

Salta aquí de inmediato una pregunta que escuece. Sin meternos todavía a revisar si estas correcciones darán o no en el clavo, para subsanar la terrible injusticia en la que nos sumió lo del cambio de los fondos de ahorro solidarios al de las cuentas individualizadas, conocidas como Afores. El universo laboral formal del país cubre apenas un 50% de la PEA, o sea la mitad del país. ¿Esa otra mitad, la informal, seguirá hundida en el infierno de la desesperanza y en el silencio ominoso, que le condena a no obtener prebenda alguna para los últimos días de su vida? Por supuesto que hay rubros ardientes que debe atender la 4T, porque el prianismo siempre volteó la mirada a otra parte. ¿Pero tampoco ahora será atendida esta injusticia ancestral con que se lacera a por lo menos la mitad de nuestros adultos mayores?

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