La Cumbre de Líderes sobre el Clima: posturas

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Ayer, 22 de abril, varios líderes mundiales atendieron a la Cumbre de Líderes sobre el Clima ─que concluirá este 23─convocada por el presidente estadounidense, Joe Biden, quien se comprometió a reducir a la mitad las emisiones estadounidenses de gases de efecto invernadero antes de 2030, y de llegar a una economía neutral en carbono para el año 2050.

“América está de vuelta”, fue lo que dijo Joe Biden el 4 de febrero en un discurso en el Departamento de Estado que dejó en claro el tono que tomaría su política exterior. Fue en este sentido que, proactivamente, invitó a 40 líderes mundiales a asistir a esta Cumbre  de Líderes sobre el Clima, que sirve como escalón para la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a ser celebrada en Reino Unido el mes de noviembre.

Concretamente, Joe Biden expresó tres compromisos muy concretos y muy claros: reducir en un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero de Estados Unidos para 2030, construir una economía con cero emisiones netas para 2050, y lograr que el calentamiento global no supere los 1.5 grados centígrados por encima del nivel preindustrial. Esta meta es más ambiciosa que la del Acuerdo de París, pero es más justa hacia los países menos desarrollados y es humanitariamente necesaria.

El compromiso de tener cero emisiones para 2050 se está volviendo rápidamente un punto de acuerdo global. No solamente ha sido adoptado por la Unión Europea con el Pacto Verde Europeo ─ en gran medida impulsado por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea ─ y Estados Unidos, sino que es la meta de más de 700 ciudades como las que conforman el grupo de ciudades C40. China, por su parte, representando al mayor emisor de gases de efecto invernadero, se comprometió a lograr la neutralidad de emisiones para el 2060.

 

Participantes y agenda

Entre los 40 países invitados se incluye a oponentes estratégicos como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica  (los denominados BRICS). También se invitó a aliados históricos como Francia, Japón, Australia, Israel, Arabia Saudita, Colombia, Chile, Argentina y México. Adicionalmente, participan países con liderazgos clave para el despliegue de una estrategia climática global, como Francia, Alemania, Turquía, Indonesia, Vietnam, y Nigeria.

Además de los actores estatales convencionales, la agenda de la cumbre incluye la participación del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres y Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea y el Papa Francisco. Igualmente, asisten varias instituciones financieras multilaterales como el Grupo del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Africano de Desarrollo.

Los títulos de las sesiones, que revelan los temas en cuestión, son:

  • Elevando nuestra ambición climática.
  • Invirtiendo en soluciones climáticas.
  • Adaptación y resiliencia.
  • Acción climática en todos los niveles.
  • Seguridad ambiental.
  • Soluciones basadas en la naturaleza.
  • Desatando la inovación climática.
  • Las oportunidades económicas de la acción climática.

La postura estadounidense

Las primeras palabras fueron de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, quien ha roto con el histórico discurso apaciguador respecto a la emergencia climática para enfocarse en el peligro real y la necesidad de acción. En su participación, Harris estableció que Estados Unidos considera que el crecimiento económico, el combate al cambio climático, y la justicia social ─incluyendo el combate a la desigualdad de género y de ingreso─ son agendas complementarias e inexorablemente vinculadas.

La intervención de Biden incluyó mensajes claros: “cuando la gente habla de clima, yo pienso en trabajos. Dentro de nuestra respuesta climática se encuentra un motor extraordinario de generación de empleo y de oportunidad económica”. Aunque la administración presume que la sostenibilidad es uno de sus pilares, algunas posturas suscitan escepticismo. Por ejemplo, está la forma en que Kamala Harris describió la problemática del acceso al agua más como un asunto de interés nacional estadounidense que de sostenibilidad global.

Es claro que la conversión económica generará ganadores, perdedores, altos costos políticos. Ante esto, Biden adoptó un tono optimista: “veo la oportunidad para crear millones de trabajos bien remunerados, de clase media y sindicalizados. Veo electricistas desplegando miles de millas de líneas de transmisión para una red limpia, moderna y resiliente…”. También adelantó el futuro de la política energética estadounidense: “veo trabajadores sellando cientos de miles de pozos petrolíferos y de gas abandonados que necesitan ser limpiados, y minas de carbón que deben ser reclamadas, poniendo un fin a las fugas de gas metano y protegiendo la salud de nuestras comunidades”.

Existe una profunda controversia sobre la viabilidad del gas natural como sustituto para el carbón y viceversa. En papel, el carbón contamina mucho más, y las iniciativas de “carbón limpio” suenan ridículas. En la práctica, existen motivos para dudar del gas como sustituto, especialmente si se extrae con técnicas como el fracking. Biden estará en el equipo del carbón, dado que recientemente canceló el controversial gasoducto Keystone XL y considerando que recalcó su interés por reclamar plantas de carbón abandonadas.

Al final del discurso, emitió un reto a China con un velo muy delgado: “todos nosotros, particularmente quienes representamos a las economías más grandes del mundo, tenemos que pasar al frente. Aquellos que sí tomen acciones y hagan atrevidas inversiones en su gente, en un futuro con energías limpias, ganarán los buenos trabajos de mañana y harán a sus economías más resilientes y más competitivas. Así que corramos esa carrera: ganen más, ganen más futuro sostenible del que tenemos ahora…”.

 

Posicionamiento de las Naciones Unidas

António Guterres estableció lo que considera debe ser la base de la estrategia climática por discutirse en Glasgow: un compromiso global para lograr un nivel neto de emisiones igual a cero para 2050. Animó a los líderes a adoptar mayores compromisos nacionales para mitigación, adaptación y financiamiento de la transición económica. Aportó varias medidas que considera necesarias en cuanto a este financiamiento: transicionar de los impuestos sobre la renta a los impuestos sobre la contaminación; eliminar los subsidios para los combustibles fósiles y financiar las energías limpias y las infraestructuras sostenibles.

Muy a pesar de Biden, Guterres no omitió decir que habría que dejar de financiar la minería de carbón y la construcción de nuevas plantas de carbón, para eliminar el carbón por completo para 2030 en los países más ricos y para 2040 en el resto del mundo.

“Sus excelencias, la gente joven está empujando a sus mayores a hacer lo correcto. Las mujeres están en la línea de frente. Más de 700 ciudades se han comprometido a emisiones netas cero para 2050 […]” fue parte de lo que mencionó Guterres como invitación a buscar un mayor compromiso.

 

Del dicho al hecho

Así fue como arrancó la Cumbre. Llama la atención que, a pesar de los roces con Estados Unidos en otras áreas, los países de BRICS hayan mostrado su apoyo por la cumbre y por el llamado hacia la neutralidad de emisiones. Incluso Jair Bolsonaro se mostró expectante ante la Cumbre, aunque enfatizara el concepto de responsabilidades “comunes pero diferenciadas”, que hace referencia a las disparidades en capacidades y aportes a la contaminación de los Estados del mundo.

Igualmente, a pesar de la pandemia, varias de las más grandes economías del mundo (incluyendo a Estados Unidos, BRICS, y la Unión Europea) presumieron tener compromisos individuales y proactivos para llegar a la neutralidad de emisiones en los siguientes 40 años.

Evidentemente, la Cumbre será marcada por la buena voluntad y el interés de cada Estado por establecer buenas relaciones con la administración Biden-Harris. En este sentido, cabe mencionar que múltiples líderes, incluyendo a la Canciller alemana, Ángela Merkel, celebraron que Estados Unidos estuviera de vuelta en la agenda climática tras la salida de Donald Trump. No hay duda de que la agenda climática global se ve ampliamente beneficiada por el retorno de Estados Unidos al acuerdo de París.

Sin embargo, es preciso recordar que la reunión se celebra en anticipación a la Conferencia de las Partes de Glasgow, donde las propuestas ideales presentadas entre hoy y mañana deberán refinarse, plantearse de manera concreta, y firmarse como compromisos. Es en aquel momento donde la buena voluntad podría no ser suficiente para asegurar un acuerdo global por la neutralidad de emisiones.

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