La descompuesta democracia occidental

La descompuesta democracia occidental

Juan M. Negrete

Ignoramos, los espectadores de a pie, si el espectáculo que acaban de escenificar los dos mandos centrales gringos (Trompas y su vice) con el todavía presidente de Ucrania, Zelensky, haya sido un acto más de la ópera bufa en la que están trepados ellos, o si haya sido más bien un numerito que se les salió de control. Pero de que se trata de un caso escandaloso, ni cómo defenderlo.

El cuadro presente empezó unos días antes, cuando El Trompetas gringo habló con su par ruso, Vladimiro Putin, y se dispuso a sentar de una vez por todas los términos de la conclusión de una guerra innecesariamente prolongada. El punto fino fue que ambos le entraron al asunto sin pelar al tercero en discordia, el comediante jázaro Volodomir Zelensky, presidente de Ucrania. Los dos grandotes se pusieron de acuerdo, primero que nada, en que se trata de un conflicto entre ambos y no tienen para qué llamar a un tercero, aunque los catorrazos estén ocurriendo en el territorio de este susodicho tercero.

Los rusos, sus medios y sus oficiales, siempre dijeron a la opinión pública que el conflicto de marras se da entre los gringos y ellos. Eso de que ocurra en Ucrania, como escenario sangriento, es secundario. Se parece mucho al conflicto entre Israel y Palestina, donde Gaza viene a ser un escenario fortuito. Podría ser en Tel Aviv, en Jerusalén o en cualquiera otro de los puntos en discordia en esta vieja pelea. Se parecen mucho ambos líos armados, debido precisamente al estilito gringo de meter a terceros en la danza, cuando son ellos los ocoteros y lo que tendrían que dar la cara en situaciones tan embarazosas creadas por ellos.

Ucrania no tenía ni ejército numeroso, ni armamento suficiente, ni recursos tampoco para sostener un conflicto armado con los rusos. Esto nos resultó evidente a todos los espectadores atentos desde el estallido presente de sus catorrazos. Pero los medios occidentales quisieron hacer creer al mundo muchas medias verdades o mentiras abiertas, de plano.

Desde que se suscitó la presente alharaca, nos quisieron dorar la píldora de que Rusia estaba invadiendo a Ucrania. El clásico cuadro del fuerte contra el débil, de David contra Goliat. Ergo, Ucrania tenía todo el derecho a defenderse, premisa a la que nadie le pondría pero. Mas ¿iba a poder sostenerse ella sola en el escenario de esta guerra?

De ahí que pronto se alinearon muchos de los países europeos, enredados con la OTAN, a darle el apoyo moral, algo así como echarle porras. Otra posición común en este tipo de valoraciones. Se ve entonces que no se trataba tan sólo de correrías y confrontación bélica entre dos enemigos, sino de una comedia con diversos escenarios y parlamentos.

Si la OTAN estaba apoyando moralmente a Ucrania, también había que correrle las amonestaciones a los banqueros que iban a poner la lana. Porque no hay danza sin viejito, o al menos eso se dice en nuestros ranchos. Por lo pronto, los gringos, que a diario juntan corpus con sanjuan, abrieron la carpeta de sus secretos y decretaron que iban a castigar al empuyado grandote con sanciones económicas. Este fue su grito estentóreo más sonado. Pero de lo que no se hacía mucho ruido fue del hecho de que le empezaron a poner número a la casa.

De pronto nos enterábamos de desembolsos gringos de cuarenta, de cincuenta mil millones de  dólares. Luego otras partidas y otras más. Se le decía al gran público que estos apoyos económicos no eran precisamente en líquido, sino en especie, que para el caso da lo mismo. Que iban a enviar tanques y aviones especiales, bombas más mortíferas y más encubriemientos de lo mismo. En tanto, por debajo de la mesa, le insistían a sus aliados europeos a que también pusieran tantito de su lana; que no dejaran a los generosos y filantrópicos gringos a sostener solos semejante despilfarro.

Y claro que se trata de un despilfarro, porque era estar sosteniendo escaramuzas en las que nunca iban a ganar. Como decimos por acá, cuando se nos prende el foco: es estar tirando dinero bueno al malo. Pero el presidente Biden y su parlamento aflojaron el cuerpo (¿o sólo sería la bolsa?) cuantas veces lo exigió Zelensky. Todo cambió con la llegada, a la oficina oval de la Casa Blanca, del chivo en cristalería o el Trompas, para más señas. Este vato güero primero que nada dio números, que a todos nos resultaron espectaculares.

Dijo al mundo que los gringos ya le llevan puesto al brete como 300 mil millones de dólares. A todo mundo le resulta obvia la intención trumpiana de ponerle un alto a semejante sangría inútil. No erogará entonces el parlamento gringo ni un centavo más para tales apoyos absurdos. En los hechos, esto y el solicitar y realizar un encuentro con el presidente ruso es reconocer que el contendiente real en este conflicto con Rusia es el gringo. Como les encanta disfrazarse de lobos, unas veces decían que Ucrania, otras que la OTAN, pero siempre era entonces el Occidente y su democracia, ¡Faltaba más!

La segunda parte de la opereta bufa es lo que desfondó a todos los crédulos occidentales. Vino a ser el cobro que le hace Trompas a tanto billete soltado antes con mano dispendiosa. Dijo a Zelensky que se lo pagarán con tierras raras y con otras yerbas ucranias. Lo hizo venir desde Kiev, para firmar el acuerdo conducente, y ya frente a frente, lo trató de mala manera, lo humilló y lo corrió de la oficina oval con pitos destemplados. En ésas quedaron. No hubo firma de acuerdo ninguno, no hay pagos todavía y la guerrita no se va a estar terminando en los próximos días. Al contrario. Todos los viejos apoyos europeos se quedaron colgados de la brocha. ¿Cómo concluirá la comedia? Veremos.