Fue Foucault un pensador que sacudió la conciencia del hombre contemporáneo al enfrentarlo con sus propios instintos y angustias. Así lo llevó a revisar el sadismo y el masoquismo como manifestaciones naturales humanas, en la búsqueda del conocimiento de sí mismo o “el Self”, continuando con las tesis del alemán Federico Nietzsche. Fue uno de los teóricos más representativos de Francia del siglo veinte, que generó tesis de pensamiento que revolucionarán sin duda alguna los siguientes decenios sobre el hombre.
Continuador del pensamiento llamado subjetivo en oposición de la filosofía tradicional que estudia el objeto, alumno en ese sentido de Jean Paul Sartre representante del existencialismo que surge entre las guerras mundiales y el Jazz como música de fondo. En las cuatro décadas desde que por primera vez consiguió fama de oráculo del existencialismo, Sartre se había convertido en emblema internacional de coraje, independencia crítica y obstinado optimismo.
Sin embargo asumió Foucault que Sartre y lo que representaba era lo que él quería evitar. Sartre era el emblema del existencialismo ya superado, la búsqueda del interior del hombre se abría ante una nueva ruta, conocer en profundidad al Marqués de Sade, como emblema de muchos de nuestros instintos escondidos y disfrazados. Estudió Foucault el ser del hombre, en su propia persona, penetró en el fondo de la siqué a través de sí mismo, haciendo de la búsqueda una verdadera pregunta, sobre todo en manifestaciones comunes en los hombres.
Hace a un lado cualquier sentido de convencionalismo para ir al fondo de la pregunta a través de su propia vivencia, en su búsqueda de la razón del hombre en su experiencia hasta el límite. Convierte su experimento en un reto ante la sociedad, que recelosa lo observa en tanto que los sectores del pensamiento avanzado lo estimulan a continuar hasta las últimas consecuencias. Asociado a grupos terroristas de Africa, también tienta la muerte como parte de su experimento de vida.
Michel Foucault es uno de los hombres representativos del siglo veinte. Para la filosofía tradicional el filósofo es aquel que desarrolla el concepto y el método, el fondo y la forma. En esa concepción Foucault sería considerado pensador en el sentido estricto del término, por no haber desarrollado método.
Se sumerge en el pensamiento profundo y asume en toda su intensidad la expresión de Nietzsche “Nadie conversa conmigo que no sea yo mismo y mi voz me alcanza como la voz de los moribundos”. Para los seguidores contemporáneos del pensador francés, la mejor manera de vivir más allá del bien y del mal es estudiar la vida del más revolucionario y más hondamente serio de los nietzschenianos de posguerra. “En cada momento, paso a paso, –dijo en 1983–, uno debe confrontar lo que está pensando y diciendo con lo que está haciendo, con lo que uno es”.
Cuando murió, el 25 de junio de 1984, a los cincuenta y siete años, Michel Foucault era quizá el intelectual más famoso del mundo. Sus trabajos se habían traducido a dieciséis lenguas. Sus obras: Historia de la sexualidad, Locura y Civilización, Las palabras y las cosas, Vigilar y castigar, impactaban a todos los intelectuales.
Asumió el concepto de poder como el pensador alemán, “no comprendía el poder como una cantidad determinada de fuerza física, sino más bien como un torrente de energía que fluye en cada organismo viviente y en toda sociedad humana y cuyo flujo informe está controlado por distintas pautas de conducta, hábitos de introspección y sistemas de conocimiento, además de darse en diferentes tipos de organización política, social y militar”.
A Foucault le preocupaba sobremanera que “desde las escuelas y las profesiones hasta el ejército y la cárcel, las instituciones centrales de nuestra sociedad, luchan con siniestra eficacia por supervisar y controlar el individuo”.
Sus hipótesis sobre el impacto constitutivo de las creencias y costumbres sociales en el cuerpo humano y en sus deseos han desempeñado un rol clave en el estímulo de las discusiones sobre la identidad sexual y también han dado impulso y dirección a muchos activistas gay en los Estados Unidos y en Europa. Con su análisis de la interrelación de conocimiento y poder, ha levantado nuevas dudas acerca del significado de la verdad, el alcance de la razón y la regulación apropiada de la conducta humana, e inspirado a algunos de los más importantes filósofos del mundo a utilizar su obra como trampolín para su propio pensamiento crítico.
Sus visitas a la Universidad de California en los campus de Irvine y Berkeley se convirtieron en tumultuosas, por la cantidad de personas que acudían a escuchar sus conferencias o cursos, lo mismo que a cuestionarle sus ideas. Afirmaba que todo su desarrollo filosófico estuvo determinado por la lectura de Martín Heidegger. Para Foucault la filosofía francesa de los años treinta y cuarenta se puede dividir en una filosofía de la experiencia, del sentido y del sujeto por una parte y una filosofía del conocimiento, de la racionalidad y el concepto por la otra.
Reflexiona su biógrafo James Miller, que el problema a resolver para Foucault era, “si tentar más allá de los límites de la razón significa que la mente, tarde o temprano, -en el sueño, la bebida o en momentos de éxtasis erótico—descubra que Ser y nada, vida y muerte, son lo mismo”, ¿Cuál es entonces el objeto de la gran búsqueda nietzscheana, o de cualquier búsqueda?, se preguntaba.