Por José Díaz Betancourt
Pues, en medio de indómitas declaraciones que incluyeron el clásico “tope donde tope” y “se aplicará todo el peso de la ley”, a lo que siguió “nadie se lava las manos”, llegó la Fiscalía General de la República (FGR) y se cerró el Rancho Izaguirre en Teuchitlán. A los locales se les dijo: “gracias por participar”.
Así las cosas, varias dependencias experimentan alivio, algunas más preocupación y otras, como la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDHJ), tuvieron otra oportunidad de demostrar que pasan desapercibidos, confirmando una de las eras más decepcionantes del tema en los últimos años.
No solo no reaccionó con contundencia en los casos anteriores de hallazgos en Izaguirre, sino que, ahora que los reflectores estaban apuntando a Jalisco, su actuación fue discreta. El informe solicitado sobre las investigaciones realizadas en la zona por la Fiscalía del Estado (FE) nunca se los entregaron, porque la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) atrajo el caso, y pues, se regresaron a sus oficinas de la calle Pedro Moreno a languidecer mientras surgen mejores oportunidades de realizar su trabajo.
Pilón
Una nueva generación de políticos tipo avestruz surgió. Es una mutación que se adaptó a desaparecer el tema de las personas desaparecidas, y si en campaña les sirvió de bandera y estandarte, hoy es sinónimo de silencio y desdén.