José Díaz Betancourt
Viernes 10 de febrero de 2023.- Si a Cristopher, Alejandro y a cualquiera de los hombres que agredieron o mataron a una de las 18 mujeres que hasta este momento se han registrado se les hubiera detectado, frente a un protocolo sólido de retención, no hubieran cometido esos delitos.
Escribimos esto mientras dos mujeres se debaten entre la vida y la muerte y dos más ya están en su tumba en Totolimispa, en la Ciénega de Chapala.
Especialistas aseguran ante este fenómeno recargado que vivimos, una cultura violenta, una cultura tóxica, dónde las mujeres han sido el objetivo histórico, el mismo analista nos ubica que en la calle, en la vida común después de la pandemia estamos viviendo escalas de crispación.
¿Cómo puede prevenirse este tipo de conductas no desde las esferas ineficientes cómo la Fiscalía o la Secretaría de Igualdad que ya nos probaron que no pueden solucionar ni lo más evidente como gestionar las primeras denuncias de una agresión que luego deriva en feminicidio?
Una posible solución nos remite a las esferas de la niñez donde se generan los gérmenes de la violencia y dónde es posible evitar los traumas que avanzan hasta la edad adulta, donde se producen las primeras manifestaciones de maltrato.
Nos fuimos muy lejos porque las autoridades, por ahora se declaran impotentes e incompetentes para frenar esta ola de violencia y lo creemos porque de los 18 casos, sólo seis se están investigando mediante el protocolo de feminicidio.
PILÓN
Que importa si los técnicos auguran una nueva crisis de incendios forestales o que digan que han encontrado una nueva gran fosa clandestina, las 18 mujeres asesinadas o los días sucesivos de contaminación ambiental, olvidemos todo eso, si ya se están realizando las pruebas del carrusel tapatío.
