En la ZMG y en el interior de Jalisco hay lugares donde la policía sabe que no puede entrar. Son barrios y comunidades altamente peligrosos. Ahí prevalece el control de las bandas de delincuentes donde los gendarmes los conocen y, muchos interactúan con criminales como si todos fueran del mismo equipo. El colmo es que los vecinos lo ven como normal y llegan al extremo de argumentar que están mejor resguardados con la vigilancia de la “maña”. Lamentablemente esa realidad se incrementa en medio del silencio de autoridades y ante su negativa en aceptarlo.