La masacre de El Paso, ¿por el discurso de odio de Trump?

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Partidiario

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Después de la masacre de El Paso, Texas, en donde murieron 21 personas en el acto provocado por Patrick Crusius, de 21 años, se difundió un “manifiesto” que el mismo multicriminal había subido minutos antes a las redes sociales dando cuenta de su xenofobia, particularmente hacia  los latinoamericanos que están “invadiendo” el territorio estadunidense. El documento no parece tener otro origen que ese odio fomentado tantas veces por el propio Donald Trump en contra de los mexicanos, particularmente.

Desde sus tiempos de campaña política, el presidente norteamericano, un millonario neoyorkino xenófobo por excelencia, no ha tenido otro discurso que ese contra todo lo que signifique hispanoparlantes y tanto más contra los connacionales que, quiérase que no, son quienes mueven la economía de su país y la del mismo Trump.

Invariablemente, el racista presidente ha dicho de los mexicanos, y con ellos de los centroamericanos en general, que se trata de una raza de “secuestradores, violadores y narcotraficantes”, y si algo ha sabido mover han sido las fibras más sensibles de los ultranacionalistas, que no son pocos en Estados Unidos.

De paso, Trump no solamente ha disimulado la posesión –y lógicamente el uso- de armas por particulares, sino que, en los hechos las ha fomentado como nadie en dicho país y ahí están las consecuencias de los frecuentes ataques masivos en contra de multitudes, aunque ahora se han dirigido expresamente en contra de extranjeros. No en balde, Crusius viajó desde Dallas a la ciudad fronteriza con más afluencia de latinos después de Tijuana.

El presidente estadunidense ha dicho que de la masacre que la realizó un loco, y no cabe duda, pero esa locura, al menos, fomentada desde la misma postura de su gobierno y concretamente la suya. Y si a esto le agregamos la facilidad enorme que hay en dicha nación para adquirir cualquier arma, entonces la locura es de los mismos que la gobiernan.

Según el New York Times,  en Estados Unidos hay los mismos locos –proporcionalmente hablando- que en cualquier parte del mundo. Lo que sucede es que “aquí hay muchísimas más armas que en cualquier otro país del mundo” y mientras eso no cambie, las cosas seguirán igual o peor.

Y es que allá, “al otro lado”, como decimos en México, cualquiera puede poseer las armas que desee y las encuentra en el mercado, además, a precios muy accesibles. Basta tener 21 años, o solamente así manifestarlo, para hacerse de cualquier tipo de rifle de asalto, incluso a través del servicio postal.

En su “manifiesto”, La verdad incómoda, el desalmado atacante, quien, de inicio destaca y aplaude las masacres terroristas ocurridas hace cuatro meses en templos de Nueva Zelanda, habla de: “Yo simplemente estoy defendiendo a mi país del reemplazo cultural y étnico traído por una invasión (de hispanos).

Agregaba el multihomicida, quien se tomó al menos diez horas para viajar por carretera de los suburbios de Dallas hasta El Paso, que “si podemos deshacernos de suficientes personas, nuestra forma de vida puede ser más sostenible”.

Si nos fijamos en este discurso, el origen del mismo no tiene pierde: es igual, el mismo pensamiento, el mismo discurso de odio, de quien gobierna desde la Casa Blanca. Y así puede haber otros criminales potenciales en un país compuesto básicamente por inmigrantes a lo largo y a lo ancho de su territorio.

Aunque en los hechos no hay fundamento para que algo similar pudiera ocurrir en nuestro país por sus características e idiosincrasia, no es por demás que la sociedad y las autoridades se prevengan para evitar hechos violentos, por lo que algunos analistas creen que pudiera suceder por el simple efecto espejo ahora que sigue habiendo llegadas masivas de centroamericanos.

Sobre todo deberá el gobierno federal, y también los estatales y municipales, reforzar las zonas y corredores de mayor flujo de inmigrantes., pues más vale prevenir que lamentar.

Por otra parte, no estaría por demás que se pidiera, de manera formal, solicitarle a Donald Trump que le baje a su discurso xenofóbico y racista que tanto mal está haciendo y, la mejor muestra está en El Paso, Texas donde hubo siete mexicanos muertos y otros tantos heridos el pasado sábado, fecha en que muchos más, además de los residentes, van a “hacer su súper” de aquel lado del río Bravo.