La nada / I

La nada / I

Josefina Reyes Quintanar

La semana pasada expuse un poco sobre la escuela de Kioto, apenas un atisbo de la influencia que tuvo la filosofía occidental entre los grandes pensadores del Japón a principios del siglo XX. Así que me tomé la libertad de continuar con este tema con el fin de presentar brevemente algunas ideas sobre el concepto de la nada, tan importante en la filosofía, específicamente en Heidegger, y cuya concepción es fundamental en la escuela de Kioto.

Nishida fue el principal representante de la filosofía de la nada en su forma más sustancial. Su propuesta filosófica fue fundamental para darle grandeza a la trascendencia de la escuela de Kioto. Afirmaba que “las cosas más importantes son las espirituales y que la meta del espíritu consiste en cavar más y más profundamente en los recovecos del alma, para alcanzar el yo verdadero y auténtico y volverse uno con él”. Sin embargo, lo que concebimos como nuestro yo no es nuestro yo; no somos lo que somos, es decir, somos algo diferente a nuestra percepción de nosotros mismos.

Esta autonegación es la afirmación de lo absoluto, nuestro yo debe comprenderse como negación y afirmación absolutas, como respuesta al Uno, como lo cotidiano. Es el punto de inflexión en que el yo, a través de su autonegación, se autoafirma como la autonegación del Uno. Para Nishida no hay un yo aislado, sino siempre un yo envuelto, aquello que envuelve al yo es la Nada absoluta. Es un yo que ha de negarse para consolidarse ya que “no se trata de un yo que se afirma y se lanza hacia afuera, sino que se niega y se sumerge para descubrir en su fondo a un yo más grande; trasciende hacia dentro más que hacia arriba o hacia afuera”. Es así como al negarse el yo a sí mismo y salir de sí, consigue situarse en el lugar de la nada y se manifiesta la realidad tal cual es.

El filósofo que más influyó en Nishida fue Martin Heidegger. En su obra El ser y el tiempo estudió el problema de la significación del Ser cuyo concepto es el presupuesto indispensable e imprescindible de cualquier otro. Para Heidegger el existir equivale a “estar en el mundo”; es por ello por lo que el ser, la esencia del existir, es la temporalidad. Es importante puntualizar que ese “existir” no puede separase del concepto o experiencia de la propia entidad individual; la esencia del existir es algo esencial e irreductiblemente individual y humano.

El punto de partida de varios postulados en Heidegger es el concepto de Dasein, el cual podría entenderse como el “ser-ahí”, lo utiliza para designar la manera de existir propia del hombre, un ser que es una nada que está en el tiempo. Esa manera de existencia implica que, para el hombre, existir no es ser sino poder ser, en otras palabras, el ser es una posibilidad existencial. De ahí se antecede necesariamente, al no-ser que antecede a toda posibilidad del ser.

En resumen, el Dasein explica la finitud esencial del hombre. Las posibilidades del hombre están agotadas desde que nace, la muerte no es para él algo exterior, sino al contrario, algo que pertenece a su esencia. Para liberarse, el hombre debe asumir su angustia ante la nada, la cual le revelará todo lo falso y aparente que se encierra en su existencia humana ordinaria. Es la angustia lo que confronta al hombre con su propia esencia; su angustia fluye de la consciencia de su temporalidad y hace que el hombre se anticipe sobre el futuro. Sin embargo, para todos nosotros, el futuro último es la nada, lo que sigue al final de la existencia. Pero la ironía está, en que en esa nada, el hombre encuentra la posibilidad de llegar a conocer su propia identidad, de llegar a ser uno mismo con la muerte que lo libera de todo. El Dasein no es lo mismo que la nada, pero si encuentra en ella su razón de existir y la plataforma en la cual se sostiene.

Para Hajime Tanabe, otro de los grandes pensadores de la Escuela de Kioto, era primordial también el estudio de la nada, y sobre todo para la filosofía. Para él, la religión encuentra la nada y la vence con la fe, el arte la elimina con el sentimiento; pero si el ser es algo que sólo puede conocerse concretamente a través de la mediación de la nada, sería muy apropiado definir a la filosofía en términos de la nada, pese a lo paradójico que suene esto de inicio.

Imposible profundizar en tan breve espacio sobre la lógica de la nada, lo destacable es la aplicación que hicieron estos pensadores japoneses sobre ella en su idiosincrasia y su filosofía, llevándola a innovadoras formas de pensamiento. En Occidente la nada es vista como negativa (léase Camus o Sartre) pero la propuesta de Nishida fue una armonización entre razón y fe. Respetando fielmente al budismo zen, la escuela de Kioto supo realizar una síntesis magistral entre la filosofía occidental y su religión.