La perla negra

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Alberto Osorio

Miércoles 08 de marzo de 2023.- Son las diez de horas y “las mañanitas” finamente entonadas por un grupo versátil suenan en todo el edificio de uno de los más caros restaurantes de la calle Independencia, en el pleno corazón de Tlaquepaque.

Al paso por el lugar prevalece el aroma de fragancias que no acostumbran las mujeres pobres. A las afueras de ese restaurante no hay vayas contra ninguna manifestación, tampoco consignas por feminicidios o por actos de violencia. Por el contrario, ahí se respira el aroma de cuerpos endulzados por Palacio de Hierro.

Una jovencita es la encargada de atender a todas y todos los clientes que en miércoles por la mañana buscan entrar a ese comedero. La hostes tiene la consigna de evitar que se vayan a otro negocio quienes esperan turno para desayunar, su labor consiste en pedir paciencia y ofrecer un bocadillo a los comensales que hacen fila para conseguir una mesa.

La escena transcurre mientras una mujer vieja camina como fantasma por la calle de las galerías y los restaurantes. Al parecer nadie se da cuenta de su existencia. De cuerpo flaco y de talla baja, vestida con un suéter rojo y una falda negra y larga, la señora avanza a paso lento, en la hora en que muchas de las tiendas, en la calle de Independencia, aún no abren sus puertas.

Es una mañana soleada del año 2023, una fecha donde la primavera explota con flores de bugambilias. Un día feliz para quien tiene esperanza.

A la dama de la falda larga, el perfume caro o las flores de un lila intenso le dicen nada. Para ella las encopetadas que esperan entrar al restaurante de lujo no existen. Quizá ni siquiera sea consciente de que el 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Mujer.

La vieja del suéter rojo sólo lleva fijo en su mente la búsqueda y el encuentro de una “perla negra”, de esas que ella suele sacar de entre los desechos, cuando mete su mano a la sexta de la basura.

Su objetivo es hallar un pedazo pizza, un cacho de pan o un bote de aluminio para luego venderlo en la chatarrera.

Ella no tiene un día que celebrar, porque para ella, todos son iguales.

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