La universidad pública: entre la cultura y el espectáculo
Silvia Patricia Arias Abad
Desde hace un tiempo viene dándose dentro de nuestra Máxima Casa de Estudios de Jalisco una serie de actividades relacionadas con los llamados “concursos de talentos”. Eventos que se desarrollan en los diferentes centros universitarios de la red y que por obvias razones exigen un presupuesto, que más allá de que exista la participación de algunos patrocinadores, incluida la intervención de la empresa televisora local (Televisa), requieren también de un proceso de planeación, organización y operación. Pero, lo más importante, se hace uso del nombre de la Universidad de Guadalajara como si sus centros universitarios fueran concebidos como centros de espectáculo y no como espacios para la construcción de genuinas expresiones de identidad cultural.
Este evento, denominado por la propia universidad como “Rugido”, es visto por la comunidad universitaria como, efectivamente, un concurso de talento y al mismo tiempo un “encuentro cultural” según se señala en su página. El objetivo es: “impulsar actividades para la formación integral, promover la cultura en relación a las diferentes expresiones artísticas en la comunidad universitaria, así como dar la oportunidad de mostrar las habilidades y talentos de las y los estudiantes”. Lo anterior tomado del sitio oficial de la Universidad de Guadalajara de la página de promoción de dicho evento.
Ahí mismo se plantea una serie de requisitos para la participación en el concurso, tales como que se debe pertenecer a la comunidad estudiantil y estar en activo en cualquiera de los diferentes niveles y modalidades de educación.
Durante el año pasado la final de este concurso se llevó a cabo en las instalaciones del Centro Cultural Universitario y transmitido por la misma televisión universitaria, con la participación de una actriz y cantante del espectáculo televisivo llamada Lolita Cortés. La imagen y producción evoca más que a una real difusión de la cultura proveniente de una gestión universitaria, a un clásico programa de concursos de la empresa Televisa. No encontraríamos una distinción, si no fuera porque de antemano se sabe que se trata de un evento organizado y difundido por una universidad pública.
En otro capítulo más de esta historia, para festejar los 30 años de la Red Universitaria se ha programado una serie de actividades artísticas que incluyen personajes del espectáculo televisivo popular, que se presentarán en diversos espacios dentro de los centros universitarios. Las preguntas que se generan ante todo esto son: ¿Es ésta la función de la universidad pública?, ¿acaso La Universidad de Guadalajara está haciendo pasar lo que sólo son espectáculos frívolos como si se tratara de una real difusión de la cultura? Tan solo hay que revisar una parte del evento final del “Rugido” televisado el año pasado, donde la transmisión trata de emular al formato del programa de masas llamado “La Academia”, para darnos cuenta que, de lo que se trata, no es de poner en evidencia las características culturales de los diferentes contextos en donde se encuentran enclavados los diversos centros universitarios y preparatorias, sino de producir un espectáculo masivo como lo haría cualquier empresa televisiva nacional. De hecho, el propio Rector considera al “Rugido” como un motivo de inspiración para la comunidad estudiantil.
Estas actividades se dan frente a una serie de molestias y reclamos permanentes por parte de alumnos pertenecientes a carreras de artes plásticas, música, teatro, pintura, etc., que demandan falta de apoyo en cuestiones de infraestructura y en la difusión de sus propios proyectos en espacios culturales que atiende la misma Casa de Estudios. ¿Cuál debiera ser entonces el papel de las universidades públicas en el reconocimiento, desarrollo y difusión de lo cultural?
La Universidad juega un papel fundamental en el desarrollo de las sociedades. Desde su origen, la universidad se ha definido como estrechamente ligada a su entorno, a su contexto. Por ello se le ha asignado como una de sus funciones la generación, transmisión y difusión de conocimiento, y en este caso también de la cultura. En este sentido, las universidades públicas representan agentes generadores de mejora y de desarrollo social que beneficia a los distintos grupos sociales.
Las llamadas funciones sustantivas de una universidad están representadas por la docencia y la investigación, sin embargo, poco se habla y se hace de su tercera función que es la difusión cultural. Ésta le permite vincularse con el entorno y relacionarse de manera más estrecha con la comunidad y cuyo impacto debe ser significativo, puesto que estamos hablando de una institución de carácter público, que se sostiene con el dinero de cada uno de los integrantes de la sociedad.
Este trabajo de conocimiento, transmisión y vinculación cultural debe estar enmarcado por una serie de proyectos, planes, y acciones que dirijan a la Universidad a que su impacto en esta área sea realmente importante y pueda trascender a los universitarios y a toda la comunidad. No puede reducirse a meras actividades de espectáculo superficial y frívolo, de entretenimiento masivo, y que no genera ningún tipo de compromiso social de parte de la comunidad universitaria, además de no mostrar el espectro multicultural de nuestra sociedad y del país. El resultado es, pues, solo entretenimiento.
Si bien es cierto que las universidades no son las únicas emisoras de proyectos de carácter cultural, sí deben tener un papel importante en la planeación e incorporación regional en eventos abiertos, talleres, publicaciones e investigaciones que logren estimular la formación de cuadros capacitados en la crítica y la creación en diversas áreas de la cultura. Y lo que también es sustancial, es no ofrecer como cultura lo que es a todas luces un espectáculo, que por sus características no le proporciona a la comunidad estudiantil ninguna conciencia sobre lo que implica su contexto y su identidad. Mucho trabajo queda pues por hacer en el interior de las universidades públicas y, al mismo tiempo, mucho por rectificar…