Las venas abiertas de América Latina

Mirada Violeta

Criterios

 

Parafraseando a Galeano, las venas de América Latina se encuentran abiertas y fluyen por ellas dos grandes afluentes: por un lado, la esperanza de las y los oprimidos de una América sufrida y avasallada, y por el otro, los golpistas que están al acecho con sus fundamentalismos. El golpe de Estado perpetrado en el Estado Plurinacional de Bolivia en contra del gobierno de Evo Morales Ayma, da cuenta de ello.

El movimiento feminista internacional repudia los golpes de Estado, tanto aquellos que a la vieja usanza precisan de las fuerzas armadas para concretarse, como aquellos que se han valido del poder Judicial y Legislativo. La ruptura democrática ha expuesto a la ciudadanía  a graves situaciones de violencia, disminución o corte radical de su acceso a derechos y seguridades y las consecuencias del ascenso de ideologías y prácticas fascistas que niegan la diversidad humana y cultural, características de nuestros países.

De ninguna manera las fuerzas militares pueden o deben participar en la definición de los asuntos políticos en ninguno de los países de la región latinoamericana y caribeña. En el caso boliviano, la presión ejercida para lograr la renuncia de un presidente constitucional no es otra cosa que un golpe de Estado, mecanismo de ruptura violenta de los regímenes democráticos que tanto ha costado alcanzar y conservar en nuestro subcontinente.

Estas palabras del Cladem Argentina advierten con preocupación la escalada de violencia en Bolivia que utiliza discursos de odio y racismo para justificarse y multiplicarse, situación que ha derivado en una inusitada cacería humana, ataques y persecuciones. La red feminista hace un llamado para que cesen estas prácticas y se preserve la vida e integridad de las personas.

EL Cladem también advierte que las rupturas de los procesos democráticos en la región traen consigo retrocesos en la agenda de los derechos humanos, tanto civiles y políticos como económicos, sociales y culturales, así como un clima generalizado en el que la vida e integridad de poblaciones históricamente discriminadas como las mujeres y pueblos indígenas, padezcan múltiples violencias.

El Estado mexicano, acorde a su historia y larga tradición de asilo y refugio que incluye al exilio republicano español, a las y los ciudadanos que huyeron de las dictaduras sudamericanas de la segunda mitad del siglo XX y a las víctimas de la guerra civil en Centroamérica durante los años ochenta y noventa, ahora recibe a Evo Morales. El gobierno mexicano, apegado al derecho internacional, a los principios de no intervención y a la solidaridad con las víctimas y perseguidos políticos, atiende una vez más ese papel que históricamente le ha caracterizado.

Recuerdo hace algunos años en Montevideo, al conversar con una mujer y conocer ella mi nacionalidad, me dio un gran abrazo con lágrimas en los ojos y me contó su historia de refugiada en nuestro país. “Yo le debo la vida a México y al embajador don Vicente Muñiz Arroyo; él se arriesgo por mí y por muchos para sacarnos de este país en los momentos más terribles de la dictadura militar”.

Hay un libro que rescata estas historias de la diplomacia mexicana en el Uruguay: La embajada indoblegable. En este libro se narra que Muñiz Arroyo cumplió con su papel de embajador y de ser humano excepcional. “Salvó la vida de sus asilados no sólo en el plano de la protección diplomática, sino que garantizó los servicios médicos a quienes enfermaban, incluso a un bebé nacido bajo la bandera de México en Uruguay. Puso lo más íntimamente suyo, su ropa, su propio dormitorio, los espacios diplomáticos y consulares al servicio de la protección. Más aún, expuso su vida frente a lo más agresivo del aparato represivo del estado territorial.”

Embajador indoblegable como indoblegable debe ser nuestra América Latina ante los embates de la derecha y sus gobiernos golpistas. Indoblegables estaremos las mujeres ante las crisis que se avecinan, porque eso lo sabemos bien las feministas, el cuerpo de las mujeres se convierte en el primer campo de batalla. Ya lo advertía también Simone de Beauvoir: “Nunca olvides que sólo se necesita una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se pongan en peligro”.

 

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