¡Lástima, pena ajena… y de gremio!

Partidiario

Criterios

 

Las mañaneras de Andrés Manuel López Obrador, aparte de ser una tribuna para marcar agenda cotidiana, fijar rumbo a su gabinete y línea a los legisladores, se han convertido también en un templete de mítines, denuncias, peticiones, firmas, proclamas y complacencias, y no siempre conferencias de prensa como tales.

Claro que ha tenido la enorme ventaja de cercanía con los periodistas y con la gente, pero también la desventaja natural para el presidente de exponerse demasiado, puesto que quien mucho habla, mucho se puede equivocar. Él recurre frecuentemente al  cristianismo, y con base en la misma enseñanza conviene recordar una frase del mismo Jesucristo: “No mancha lo que entra a la boca, sino de lo que de ella sale: injurias, blasfemias, calumnias, difamaciones…”

Ciertamente, en las diarias comparecencias el mandatario muestra su constancia y entereza física y anímica, pero también sus debilidades y pasiones.

Andrés Manuel no cambia. Dice que es persistente, perseverante. Otros dirán que es terco y empecinado, y sus blancos son los conservadores –antiguamente reaccionarios y retrógradas, como los calificaba Luis Echeverría Álvarez–, neoliberales, columnistas criticones, fifís, prianistas y todos aquellos adversarios “que se oponen a los cambios de la Cuarta Transformación”.

Asimismo, los que pretenderían frenar la vuelta al pasado más remoto o tocar siquiera con el pensamiento su nostalgia por la Revolución que dio vida durante más de 70 años al partido de “la dictadura perfecta” (calificativo de Mario Vargas Llosa), mismo en que militó López Obrador, quien con una bandera de aquellas y una banda presidencial terciada, protestó como “Presidente legítimo” de México el 1 de diciembre de 2006 y durante cerca de dos meses mantuvo bloqueado el Paseo de la Reforma en la capital.

Pero punto y aparte, las tales mañaneras han sido también una arena en donde, ocasionalmente, ha habido discusiones estériles porque él no de equivoca, no cede un ápice al “enemigo”, al crítico columnista, ya se trate del reportero Arturo Rodríguez, de Proceso, de un Jorge Ramos, de Univisión o de conductores de radio o televisión u otros periodistas a quienes, con frases retóricas, ha comparado –o así se ha interpretado– con canes “que muerden la mano del amo que les quitó el bozal”.

Ante una comisión de Reporteros Sin Fronteras y la internacional organización Artículo 19, AMLO negó el 6 de noviembre estigmatizar a los periodistas y, lógico, se negó a cambiar de estilo “porque yo así hablo”. En tanto, los representantes de la prensa mundial lo calificaron de camuflar su “derecho de réplica” con el agravio y la descalificación (Agencia Proceso, 6-11-19).

Pues bien, ante esos desafíos, las mañaneras tienen a las “benditas redes sociales” y sus corifeos que entran al quite cuando hay que cambiar el curso de las conferencias y rompen con ellas con preguntas cómodas que ni vienen al caso.

En el peor de los momentos, esos periodistas y hasta vestidos de etiqueta, “El del Moñito“, y algunos otros, se convierten en meros paleros que desvían la atención con preguntas a veces absurdas o que ni vienen al caso, o quienes van sólo a tener unos segundos de gloria en la televisión o simplemente a llevar quejas, peticiones o saludos al presidente, y algunas féminas a retratarse con él o a darle un abrazo y un beso.

Entre tanto, periodistas de la vieja guardia asisten por añoranzas o a preguntar obvidades que pocos o nadie sabe en dónde publican actualmente. De dar lástima, pena ajena, sobre todo cuando fueron del gremio en medios de importancia y llegaron a ser parte orgánica del antigua régimen priista y alguna vez tuvieron nombre y hasta fueron reconocidos.

Sin embargo, lo más aberrante y lastimoso al mismo tiempo fue el caso del viernes de la semana pasada, de uno que se identificó como Bernabé Adame, quien dijo tener un canal en Youtube que se llama Pasión por México, y expresó su admiración por el presidente por su valentía para acabar con el antiguo sistema, con los poderes fácticos, y que apoya sin condiciones a la 4T, que “lo que más defiende AMLO, así lo llamamos, estamos con AMLO sin condiciones (<yo y los miles que me siguen, o millones>, había dicho al presentarse)… Con condiciones todo mundo lo apoyaría, como el Reforma, que usted lo mencionó ayer, Televisa, Milenio, Fórmula”.

Así de lamentables las expresiones de apoyo de alguien que ingresa como periodista a una conferencia de prensa que no va a preguntar sino a adular, brindando un apoyo que supuestamente le dan sus suscriptores y audiencia.

En una breve entrevista que a propósito le hizo El Universal, que publicó el domingo 23, Adame asegura que ejerce el periodismo desde hace 30 años, pero que “dejé el periodismo por los peligros que tiene un periodista crítico, de uno que no es chayotero, de los periodistas  que no son los oficiales al sistema; para ellos es muy peligrosa la vida”.

A propósito de los riesgos de Las mañaneras, en una entrevista hecha por el mismo diario el domingo pasado, la escritora Elena Poniatowska, amiga muy querida de AMLO y tal vez la única persona a la que le podría hacer caso, señaló que “la sociedad está muy polarizada y hay un abismo entre una clase social y otra. Decirle a la gente que es fifí, también es problemático y me parece un error”

“Es un ejercicio cansado tanto para él como para los periodistas; podría ser dos veces por semana y no se necesita tanto, porque como dicen: en boca cerrada no entra mosca”.

No le falta razón a doña Elenita, pero dejar de estar permanentemente en los medios, es una de las debilidades, o adicciones, de López Obrador, porque, por lo visto, siempre estará en campaña. Ya es algo innato en él, parte del animal político que lleva dentro. Y ni hablar. Ojalá que todo ese ajuar que tiene el presidente sea para bien del país.

Confiemos que así sea.

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