Partidiario
Criterios
Por una pésima proyección de tiempos y costos, sin descartar algún grado de corrupción, la Línea 3 (L3) del Sistema Tren Eléctrico Urbano (Siteur o Sitren) entrará en operación cuatro años después de lo prometido y el costo final será elevadísimo.
Al arranque de las obras hace más de cuatro años se dijo que el costo sería de 17 mil 682 millones de pesos; ahora resulta que será, sin precisar la cifra, de más de 30 mil millones, o sea, alrededor de 13 mil millones de pesos más. ¿A dónde se iría esa suma que no le falta mucho para ser casi el doble de lo presupuestado, y tanto más con la pérdida constante del valor del peso y la palpitante incertidumbre entre inversionistas?
Como sea, la nueva línea no entrará en operación antes de 2020, según lo anunció el jefe de gabinete del gobernador, Hugo Luna, debido al recorte del presupuesto federal.
Como se recordará, Enrique Peña Nieto se había comprometido a inaugurarlo, pero finalmente, como no estuvo terminado, se dijo que fue sólo para hacer pruebas de operatividad cuando se descubrió que la infraestructura no daba seguridad para los recorridos de los vagones y las estaciones estaban sin terminar.
En la víspera de la llegada del expresidente, apenas ocho días antes de que terminara su gestión, el ahora gobernador en funciones denunció que los hules amortiguadores (neoprenos) colocados entre las trabes y las columnas de los viaductos eran sumamente delgados y de mala calidad, por lo que no había garantía de evitar las vibraciones y, por ende, ponían en peligro a los pasajeros y, por lo tanto, habría que cambiarlos todos.
Acostumbrado seguramente a ver y hasta encubrir la corrupción, sobre todo de su secretario consentido, el de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, a quien toleró sus muy peligrosas negligencias (caso del socavón del “Paso Exprés” en Cuernavaca que ocasionó dos muertes apenas abierto a la circulación), dijo aquí que “las fallas son normales”.
Antes esas minimizadas “fallas normales” habrá que dudar entonces qué tan seguro será viajar en la L3 con antecedentes así. Qué tan bien o malhechos están viaductos, pilastras y trabes, y qué tanto van a resistir algún sismo; qué tan firmes están escaleras, estaciones y túneles; qué seguridad dan las vías y las instalaciones eléctricas.
El problema está en qué tanto más nos va a costar la reparación de esas “fallas normales” y los vicios ocultos que pueda tener la obra en su conjunto.
Ahora bien, todavía no tiene visos de solución ni fecha para entrar en operación la L3 y Alfaro ya se comprometió a arrancar la construcción de la L4, “con o sin el apoyo federal”, así sea endeudando más al estado.
Creo que primero debe poner bien los pies sobre la tierra antes de dar ese paso. Además, creo que debe redefinirse el trazo de dicha línea hacia Tlajomulco, toda vez que propiciará extender sin límite y sin orden la mancha urbana, que los desarrolladores de fraccionamientos nacieron para eso, y para enriquecerse fácil. Y lo peor, sin comprometerse con el mínimo de infraestructura urbana. Sin comprometerse con la sociedad.
La L4 vendrá a despertarles su avaricia, no lo dudo.