Después del doble de tiempo y del costo original proyectado de 17 mil millones de pesos distribuidos entre proveedores y constructores asignados y asignadores; luego de defectos ocultos, estropicios y daños al patrimonio de la ciudad causados por la obra, por fin se concluyó y entró en servicio la Línea 3 del Sistema Tren Eléctrico Urbano (Siteur).
Sin duda, la Línea 3, cuyo trazo transversal viene de la década de los 70 y 80 y fue idea concebida, si mal no recuerdo, por los ingenieros Jorge Matute Remus y Elías González Velasco, cuando se abrieron la avenida Federalismo-Colón y su túnel, será de gran utilidad para la movilidad entre Zapopan, Guadalajara y Tlaquepaque, aunque tal vez pronto será insuficiente por la gran demanda que tendrá a lo largo de sus casi 22 kilómetros y por el reducido cupo de cada convoy de tres unidades, como sucede en la Línea 1 desde hace varios años.
Por lo sucedido la semana pasada en que entró en servicio (gratuito por cierto) y sufrió una avería por falta de energía eléctrica y el tren se paralizó durante casi media hora e hizo caminar a muchos, a la vista de todo mundo, por pleno viaducto hasta la siguiente estación, pudieran ocurrir algunas otras.
Ya se ha difundido que, al menos, una pilastra o columna tiene grietas que tarde o temprano, por las vibraciones, podrían ocasionar, mínimo, la caída de parte de concreto. Lo que no sabemos es si por esas mismas circunstancias y el peso, pudiera haber asentamientos. Esto si se toma en cuenta que los constructores no eran de aquí, que conocen perfectamente la porosidad del subsuelo debido a la jal o pómez, como se le conoce en otras partes, sino gente venida de fuera, hasta del extranjero y que cometieron, si no por negligencia sí por desconocimiento, varios errores que provocaron filtraciones y socavones en el túnel. ¿Cuándo aparecerán más defectos ocultos?
Por lo que se ha visto hasta ahora, todo indica que esta obra federal, no tuvo –o es lo que parece- no tuvo ni la menor supervisión de parte de la autoridad local. Nunca alguien que les dijera: “Aquí, esto está mal y hay que corregirlo o, al menos, discutirlo por tal o cual razón”. Las últimas cosas que hicieron y muy mal, verdaderos adefesios, son las estructuras de acero a las entradas y salidas de las estaciones Santuario y Plaza de Armas (o Catedral. Están hechas al aventón, sin diseño, feas y ofensivas a la vista. Como si se las hubieran encargado a cualquier soldador.
Eso es lo que se ve, pero lo que no se ve a lo largo de cinco kilómetros de túnel, sólo Dios. Tanto más riesgo de que se hayan hecho otras cosas mal, es que fue la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) la responsable de todo. Baste recordar a quien fuera su titular en el sexenio de Enrique Peña Nieto, el de la corrupción sin medida, Gerardo Ruiz Esparza. Ahí está dicho todo.
Lo que se vio fue que desplazaron el puente del arquitecto Fernando González Gortázar frente a Plaza Patria y no saben qué hacer con él. Igual destruyeron, sin necesidad ni misericordia, la hermosa fuente de la Glorieta de la Normal y el puente de concreto en forma de arco ahí mismo que unía al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), del también arquitecto Raúl Gómez Tremari y al menos dos obras escultóricas, aunque esto fue obra del entonces alcalde y hoy gobernador, Enrique Alfaro Ramírez (Juan José Doñán dixit).
Sobre las citadas estructuras metálicas, ya han protestado, bien ante la SCT, ante el gobernador Alfaro y ante el presidente municipal de Guadalajara, Ismael del Toro, entre otras personas y organismos, la Academia Nacional de Arquitectura de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco y la Cámara de Comercio de Guadalajara.
Por otro lado, el padre Tomás de Híjar Ornelas lamenta que después de la entrega de obras al gobierno estatal la SCT no se haya preocupado por el estado en que se encuentran, por grietas y posible desestabilización ─por obra y gracia de la tuneladora únicamente─, los templos de El Sagrario, frente a lo que fue el registro Civil; El Santuario de Guadalupe, San José de Gracia, entre Alcalde y Reforma, frente a la Casa de los Perros, donde se asienta el Museo del Periodismo, edificación también dañada.
Pero particularmente está el templo de San Francisco de Asís, el más dañado de todos porque ahí da vuelta el tren hacia Revolución ─bajo el exconvento ─ “que sigue cerrado a piedra y lodo; no ha sido reparado y corre severo riesgo”, dice De Híjar Ornelas.
El peligro para este histórico inmueble, patrimonio de la ciudad, puede ser mayor por las vibraciones al paso de cada convoy y pudieran dañar aún más este histórico inmueble que es un verdadero patrimonio.
Recientemente, el arzobispo de Guadalajara, cardenal Francisco Robles Ortega, declaró que en la iglesia de San Francisco “no ha habido ningún avance o adelanto en la reparación de ese recinto. Permanece cerrado al culto y ya se inauguró la Línea 3; esperamos que su funcionamiento no contribuya a un mayor daño o deterioro”.
El tiempo dirá qué otros estropicios cometieron los constructores de la Línea 3. Ni modo que alegue que fue por las premuras si se tomaron seis años para hacer lo mismo que hombres y empresas locales pudieron haber hecho mejor, más rápido y sin tanta corruptela.
Pero ganaron el centralismo, el malinchismo y los intereses de EPN y de Ruiz Esparza.