Lo que el Covid-19 nos viene a mostrar

El Covid-19 nos muestra lo que ya sabíamos pero se ocultaba en la escenografía del mundo neoliberal: la vulnerabilidad de los sistemas de salud que ya habían colapsado, incluso antes de la pandemia. También , la profundidad de las desigualdades y violencias estructurales que persisten en nuestro país y en el mundo, pero sobre todo nos muestra la polarización de la sociedad en la que vivimos.

El Covid-19 nos enseña en vivo y en directo la realidad de los sistemas de salud que se encuentran desmantelados en su infraestructura y por lo tanto, dificultan el acceso al derecho humano de la salud.

La salud y la infraestructura hospitalaria no fueron prioridad para ningún gobierno, tampoco su personal médico, con salarios cada vez más precarios y con un trabajo desvalorado social y económicamente. Al mismo tiempo que se empleaban médicos con salarios miserables y sin prestaciones sociales, las nuevas generaciones de niñas y niños se empleaban de halcones y al servicio de la delincuencia.

En este momento de pandemia universal, se vuelven los ojos a lo primario y a lo indispensable: conservar la vida.

Las compañeras zapatistas tenían razón cuando nos dijeron, en uno de los encuentros dirigido a mujeres del mundo, convocado por ellas: “el acuerdo es vivir”. Y aquí estamos, cuidándonos entre todas y todos para sobrevivir a la pandemia y sobrevivir a las desigualdades.

En épocas de Covid-19 las desigualdades se agudizan. Mientras hay quienes tienen todo el poder adquisitivo para su abastecimiento individualista, hay quienes desafían el llamado diario para quedarse en casa y no acudir a la calle como una forma única para sobrevivir.

El coronavirus evidenció además que en las políticas públicas del sistema neoliberal persiste la idea de presuponer la existencia de un sujeto único y homogéneo, que tiene casa propia y es apto para el aislamiento social. Es decir, tiene acceso a los servicios básicos, trabajo estable y cuenta con las herramientas necesarias para hacer trabajo desde casa, y por lo tanto seguir percibiendo íntegro su sueldo. Este sujeto forma parte de una familia en donde todos los integrantes adultos tienen las mismas responsabilidades y las hijas e hijos en edad escolar pueden acceder de manera independiente a tabletas electrónicas, celulares, computadoras y televisión para continuar con su educación de manera virtual, independientemente del nivel cursado.

La realidad no es esa.

La reducción de la actividad económicas afecta a las y los trabajadores informales que pierden el sustento de vida de forma casi inmediata, sin ninguna red o posibilidad de sustituir el ingreso diario en general. Y son precisamente ellas y ellos quienes siguen dándole sustento a este mundo paralizado por una molécula. En este momento, el recolector de basura, la cajera del supermercado, las y los agricultores, las y los proveedores de alimentos, pero sobre todo, las y los médicos, enfermeras, trabajadores sociales, trabajadores del aseo en hospitales y las miles de voluntarias y voluntarios, son la gente indispensable, necesaria y valiosa que nos ayudarán no solo a sobrevivir a la pandemia, sin a transformar el mundo.

No podemos regresar iguales al punto de partida. No podemos seguir sustentando las desigualdades estructurales que nos llevaron a este punto de inflexión. No podemos tampoco seguir tolerando la mezquindad de empresarios y usureros, que en medio de la pandemia sacan provecho y ganancias. Menos podemos tolerar la ineptitud de los politiqueros que en la primera oportunidad restringen libertades y optan por el autoritarismo y la represión para justificar las violaciones a los derechos humanos.

En Jalisco, en rueda de prensa, anunció el gobernador Enrique Alfaro Ramírez que son 13 las personas muertas por Covid-19 en el estado y que él está “muy” preocupado por esas 13 familias por lo que emprenderá medidas drásticas, porque él “sí nos protege, a diferencia del gobierno federal”. Dice que va a usar la fuerza pública para meter a sus casas a quienes transiten por la calle sin motivo y sin cubrebocas.  Claro, es más fácil el uso de la fuerza con la gente común que con la delincuencia. Es más fácil llamar a violar derechos humanos cuando se está acostumbrado a vulnerarlos.

Son más de 50 mujeres asesinadas en lo que va del año y jamás he escuchado al gobernador pronunciarse ni emprender acciones contundentes contra los feminicidas, ni contra las desapariciones y ni siquiera contra el dengue, que también creció en el estado gracias a las ineficacias gubernamentales para su contención. Es mezquino que se haga un uso politiquero de esta tragedia humanitaria. Eso, la mezquindad, también es algo que el Covid-19 nos vino a demostrar.

 

lupitaramosponce@gmial.com

@lupitaramosp

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