Lo que no embona entre AMLO y Alfaro

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Partidiario

Criterios

En los últimos días, Enrique Alfaro Ramírez se ha lamentado repetidamente porque en el Presupuesto Federal de Egresos de 2019 no están considerados recursos para la Línea 4 del Tren Ligero, carreteras, un libramiento en Puerto Vallarta y saneamiento del río Santiago, entre otros.

Ante esto, Alfaro ha dicho que seguirá luchando por conseguir tales recursos y que si no, de todas maneras va la Línea 4, a través de la deuda pública.

Y si bien los jaliscienses apoyan que Alfaro exija lo que corresponde y aprueban sus demandas de exigir del Ejecutivo nacional el respeto al federalismo y, por ende, a la autonomía en su manejo de proyectos y recursos “sin hincarse” ante el centro, hay al menos tres cuestiones, que debe corregir para sobrellevar la fiesta en paz con Andrés Manuel López Obrador:

1.-Someter, en la medida de lo posible, esa autosuficiencia, esa arrogancia, ese egocentrismo o soberbia que se le ha ido acentuando y lo caracteriza tanto cuanto más asciende puestos.

El 4 de julio pasado escribimos en este espacio que AMLO y Alfaro son parecidos: apasionados de la política, tercos u obstinados; megalómanos por aquello de la “Cuarta Transformación del país” y por la “Refundación de Jalisco”, respectivamente, y tan sensibles a la crítica y poco dados a la autocrítica, pero que “divergen y están peleados” después de haber caminado juntos.

Aunque hay algo que los distingue: mientras Alfaro pica a bravo y hasta se reta a golpes con sus gobernados, López Obrador promueve la paz y hasta el amor al prójimo. Y ha dado luces para corregir errores. El gobernador no tanto.

Decíamos que si no hay un mínimo de reconciliación y respeto, particularmente del menor hacia el mayor jerárquico, el que saldría perdiendo sería Jalisco.

2.- Debe el gobernador romper su alianza con el mandamás de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López. Ambos se perdonaron mutuamente agravios desde que el padre de aquél, Enrique Alfaro Anguiano, fue rector. Al dejar de lado ofensas del pasado, Alfaro y Raúl, hicieron alianza electoral con Ricardo Anaya y el Frente creyendo que ganarían de todas, todas: que el panista se haría de la Presidencia; que el candidato de Movimiento Ciudadano sería gobernador y que el “Cacique bueno” -como lo llamó Federico Campbell-, seguiría impune manejando a su antojo a la UdeG. Sólo hubo triunfo estatal.

Conocedor de los antecedentes del Grupo Universidad que opera el presupuesto a su conveniencia, Andrés Manuel está en contra de la preeminencia del padillismo que cada año aparta para sus intereses comerciales la nada despreciable suma de, al menos, 500 millones de pesos del presupuesto de la casa de estudios que ahora rondará los 14 mil millones de pesos, sin contar los cerca de 4 mil millones que tendrá el Hospital Civil de Guadalajara.

En manos pues, del cacique, está todo el poder interno y el periférico (Hospital Civil y PRD) de la UdeG, la segunda más grande del país, pero no la segunda más eficiente. Es precisamente por ese atavismo a el Licenciado, que para poco ha sido bueno, pero mucho para él y los suyos. Su predominio absoluto desde hace cerca de 30 años, impide su crecimiento porque los únicos que pueden aspirar a los mejores puestos administrativos y académicos, son sus incondicionales.

3.- El otro hecho que podría enturbiar la relación con AMLO sería haberse bajado el sueldo sólo simbólicamente, por una parte y, por la otra, su acción tibia frente al Poder Judicial que, como ya lo comentamos aquí en otra ocasión, está infestado de corrupción, con magistrados tan cuestionados como los tres últimos presidentes: Celso Rodríguez, Luis Carlos Vega Pámanes y el actual, Ricardo Suro, duramente cuestionado por los colegios de abogados. Aseguran que llegó “por medio de la extorsión y el chantaje”. Ahora ha sido reelecto.

El gobernador dejó a criterio de los magistrados la reducción de sus salarios (más de 188 mil pesos mensuales y apenas recortó 84 millones, destinados (60 millones) al pago del ISR. El resto se lo repartían en despensa, al pago anual de un mes extra, además del aguinaldo, gratificaciones y gastos médicos.

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