López Obrador en Jalisco, Colima y Guanajuato

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Todo parece indicar que la fórmula utilizada en la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington para celebrar la entrada en vigor del T-MEC junto al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue puesta en marcha de nueva cuenta en su gira por Guanajuato, Jalisco y Colima.

Las tres entidades son gobernadas no solamente por tres partidos diferentes al del presidente, sino que los tres jefes de los ejecutivos estatales han mostrado en repetidas ocasiones sus diferencias con López Obrador, e incluso lo han señalado como responsable de dejarlos solos en su lucha contra el crimen organizado y reducirles sensiblemente los recursos federales. Hasta han llegado a manifestar, unas veces de manera velada y otras no tanto, que el presidente conoce y acepta el golpeteo político y los intentos de desestabilización llegados desde la Ciudad de México a los estados arriba mencionados.

Sin duda, se esperaba mayores encontronazos con los gobernadores de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo (PAN); de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez (MC) y de Colima, José Ignacio Peralta Sánchez (PRI), pero lo dicho: apostaron por la fórmula AMLO-Trump y no hubo aspavientos, tanto el presidente como los gobernadores guardaron sus armas y dialogaron en armonía.

Los temas a tratar fueron sensibles: la seguridad, la crisis por el Covid-19, la corrupción en las aduanas, la revisión de la asignación de recursos de la federación a los estados y la posibilidad de establecer un nuevo pacto fiscal.

Brillaron por su ausencia las mutuas acusaciones que se han lanzado los cuatro personajes en cuestión: que si la Guardia Nacional no ayuda, que si el gobierno federal asfixia las finanzas estatales, que si los gobernadores sueltan a los delincuentes, que si contratan deuda sin buscar otras opciones, que si en los estados los cárteles de la droga se mueven a sus anchas, hasta de los “sótanos del poder” se olvidó Alfaro Ramírez. En fin, todo ello se guardó para una mejor ocasión: tal vez luego del banderazo electoral en octubre próximo.

Lo que privó en los encuentros fue la narrativa del respeto, el reconocimiento, el aprecio y la reiteración de amistad. Desde luego, esto abona mucho más a la vida democrática de la República que el constante enfrentamiento y golpeteo político entre el gobierno federal y los estatales.

El gobernador de Guanajuato reconoció que han fallado en su estrategia de seguridad y la lucha contra el crimen organizado, y pidió mayor colaboración y ayuda de la Guardia Nacional. Incluso, informó que desde el pasado 5 de julio asiste a las reuniones diarias del gabinete de seguridad federal. Por su parte, el mandatario de Jalisco, quien mantiene un mayor enfrentamiento con López Obrador, aseguró que hará todo lo que esté a su alcance para limar asperezas y contar con el respaldo del presidente. Por su parte, el gobernador de Colima, respetuosamente pidió revisar el pacto fiscal y no chistó ante el anuncio de que serán las Fuerzas Armadas las que se encarguen, a partir de ahora, de la seguridad de las aduanas, incluyendo, desde luego, en el puerto de Manzanillo.

Para los tres mandatarios estatales hubo respeto y respaldo del gobierno federal y la promesa de combatir al crimen organizado con mayor coordinación entre los tres niveles de gobierno, sin que ello evitara dejar en claro la existencia de diferencias políticas entre los cuatro personajes en cuestión, y la garantía de disentir sobre los proyectos de gobierno.

Veremos cuánto tiempo dura esta nueva segunda luna de miel. Aunque segundas partes nunca han sido buenas. Al tiempo.

 

@contodoytriques

 

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