López Obrador y los enredos del avión presidencial

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El presidente López Obrador está haciendo un uso intensivo del avión presidencial para reforzar su narrativa de austeridad en el uso del dinero público y para diferenciarse de sus predecesores. Está claro que nunca se subirá a ese avión comprado por Felipe Calderón para el disfrute de Peña Nieto, sus colaboradores, periodistas afines, amigos y familiares. La compra de ese avión en 2012 ,durante el último año del gobierno de Calderón ─con valor de 218.7 millones de dólares─ fue diseñado con todos lujo de detalles y representa todo lo que AMLO criticó durante su campaña en contra de los gobiernos “neoliberales” cuyos gobernantes llegaban a la administración pública para servirse del poder, para usar el presupuesto como si fuera de su propiedad.

Por todo ello López Obrador le sacará el máximo provecho a ese avión para repetir hasta el cansancio que él no es igual a los anteriores presidentes. Aquí existe una parte simbólica que los opositores al gobierno de AMLO nunca van a entender.

La compra de ese avión se hizo, como se hacía todo en el gobierno federal, con total opacidad, sin informar nada a la población, contando, como siempre, con la complicidad de los principales medios de comunicación y de los periodistas y articulistas más connotados que ocultaban la información o en el mejor de los casos, la minimizaban como parte de la cultura del abuso en la que vivimos por décadas. El debate debería centrarse no en la dificultad y los prolegómenos de su venta, sino por qué y bajo qué condiciones lo compró el gobierno de Calderón, quien si quería congraciarse con Peña Nieto pudo haber comprado un avión menos costoso y ostentoso, pero no, tanto en el gobierno de Calderón y Peña Nieto no existió nunca el menor rubor para abusar del presupuesto público, el objetivo de la austeridad nunca estuvo en su agenda.

Sin embargo, todo eso no obsta para aceptar la forma en que AMLO está buscando deshacerse del avión, los enredos que está provocando con el anuncio donde se observa apresuramiento y en el peor de los casos, ocurrencias que lejos de resolver el problema lo pueden prolongar. El anuncio del viernes pasado dejó perplejos a todos: se anuncia la rifa del avión presidencial, pero no habrá un solo ganador, sino cien, lo que pasa es que el avión no se entregará, sino cien premios de 20 millones a cada ganador; después de la rifa del avión presidencial, éste seguirá ahí, disponible para su venta. Además, este lunes 10 de febrero la Fiscal General Alejandro Gertz Manero entregó un cheque de dos mil millones de pesos al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, ahí se anunció que este recurso servirá para fondear los veinte premios de cien millones de pesos cada uno que se anuncia en la rifa del avión.

¿Para qué tanto enredo? ¿Por qué nombrar como rifa del avión si finalmente no se rifa el avión? ¿Por qué se ponen en riesgo recursos públicos para financiar un proyecto producto de las ocurrencias? Los enredos de AMLO provocan asombro en una parte de la población, enojo en otra y pérdida de confianza porque no se percibe seriedad en el manejo de un problema heredado de pasadas administraciones.

Por supuesto que es falso que los enredos del avión, provocados por el mismo presidente sean una estrategia maquiavélica para desviar la atención de otros problemas nacionales, como la crisis en el sistema de salud o de         la economía; esa apreciación es falsa, a diario en las “mañaneras” AMLO toca todos los temas que interesan a la opinión pública, los periodistas que asisten todos los días cuestionan sobre la escasez de medicamentos, la crisis económica o el tema que se les ocurra, ningún tema de interés nacional queda fuera de la discusión pública.

Lo bueno dentro de lo malo es que a diferencia de la compra del avión en 2012, cuando todo se hizo con opacidad, arbitrariedad y despilfarro del dinero público, ahora la decisión de la venta se informa desde la presidencia y se genera un debate amplio donde todos está informados del proceso y, a favor o en contra vierten sus opiniones

¿Qué hubieran hecho ustedes para deshacerse de un avión que representa lo peor del viejo régimen? López Obrador nunca va a usar ese avión, nadie lo quiere comprar ni rentar por lo ostentoso y caro de su operación, es muy costoso mantenerlo parado y para colmo aún se deben 130 millones de  dólares. Obviamente la solución a este problema no es fácil, cualquier alternativa iba a ser criticada, pero sin duda que había salidas mejor diseñadas y mejor comunicadas. Ahora con la solución que propuso AMLO se corre del riesgo de que no se vendan los seis millones de “cachitos”, provocando con ello que el problema en vez se ser solucionado se convierta en una piedra en el zapato cuyo desenlace puede escalar a niveles impredecibles.