Matando a un árabe
Josefina Reyes Quintanar
Crecí escuchando una canción que es un buen clásico del rock: “Killing an arab” de The Cure en los años 80´s y, teniendo tan corta edad, no me quedaba claro el mensaje de la letra; hasta que conocí a Camus:
Standing on a beach
With a gun in my hand
Staring at the sea
Staring at the sand
Staring down the barrel
At the Arab on the ground
To see his open mouth
But I hear no sound
I’m alive
I’m dead
I’m the stranger
Killing an Arab
En su momento fue objeto de controversia y malentendidos, ya que pareciera alentar al racismo y la violencia. Sin embargo, es sólo una referencia directa a la obra de Albert Camus, El Extranjero. Una novela corta, de hecho, la primera de este autor francés publicada en 1942. Terminó siendo un clásico de la literatura del siglo XX y, en ella, ya se refleja la perspectiva filosófica de Camus en temas como el absurdo, el existencialismo, la alienación y la estructura sintáctica. La canción de The Cure, captura el momento medular de la novela, esa desconexión del protagonista con la realidad y su propia conciencia. No se trata solamente del acto de violencia, sino de la confusión interna de Meursault y su desconexión emocional con el mundo.
Meursault es un empleado de oficina que vive en Argelia, el principal personaje en el que se vierte el libro. Él ve al mundo absurdo, carente de sentimientos, indiferente hacia lo que acontece. La obra se narra en dos partes, Meursault antes y Meursault después del asesinato. “Hoy mamá ha muerto. O quizá ayer, No lo sé” es el inicio de la narración. En esta frase se resume el personaje, la indiferencia con que va por la vida y su pasividad ante los acontecimientos. ¿Para qué llorar ante este hecho? Al final el resultado va a ser el mismo. No da cabida al pasado, no tiene sentido ni arrepentirse y mucho menos sentir melancolía por lo que ya no es. Sumado a ello, no tiene expectativas del futuro. Resumiendo, Meursault no tiene un sentido de la vida.
Esta novela, por palabras del protagonista, nos dice que no venimos al mundo a ser felices. Simplemente estamos aquí adaptándonos al mundo que ya existe, a la cultura que se nos va imponiendo. Incluso si tuvieras que quedarte en una cárcel, te adaptarías a la cárcel. Así vamos por el mundo creyendo que vamos en búsqueda de la felicidad, cuando simplemente nos amoldamos a los estándares sociales. No estaba tan errado Camus en los años 40’s, si trasladamos sus ideas al presente.
Meursault es el representante del absurdo; su indiferencia ante los acontecimientos y su proceder impasible es su manera de estar en el mundo; nada parece importarle y no busca explicaciones a nada. Aunque superficialmente El Extranjero pareciera un poco deprimente, realmente es una crítica a los convencionalismos sociales. Cuando Meursault es juzgado por el asesinato que cometió decide no mentir para salvarse, para no parecer “correcto”. Declara su verdad respecto a sus sentimientos por la muerte de su madre, en la que no lloró ni tuvo un proceso de duelo. Aún y cuando el juez intenta que el protagonista muestre algo de arrepentimiento y algún sentimiento, no lo logra. Y he aquí nuevamente el absurdo: la acusación de Meursault es debido a su personalidad y no al asesinato en sí. Nuevamente algo muy común en nuestros días, donde juzgamos más a la persona en cuestión que al hecho en sí.