México, adversario extranjero

México, adversario extranjero

Juan M. Negrete

Los discursos no siempre nos salen de estructuras controladas. Atinamos normalmente, al decir o suponer que nuestra verborrea está sometida a la racionalidad. Por eso damos nuestros mensajes, sobre todo los públicos, de manera calculada y fría, pues así opera la mente. O debiera operar. Es la razón por la que los analistas desglosan o desbrozan parloteos, vengan o no bajo el control de lo que entendemos como sometido a la razón.

Pero no siempre ocurre así. Muchas veces se nos va el santo al cielo. O nos salen del pecho verdades de a kilo que ya no nos caben en el empacho. O por mero descuido. Nos salen los cuadros verbales , a los que para atemperar calificamos como verdades emitidas por traición al subconsciente. Ya expuestas, vale comino que hayan sido emitidas por descuido o no. Salen a flote y las vemos expuestas en la exterioridad que nos rige. Y tenemos que apechugar con sus secuelas.

Veamos entonces algunos de estos estropicios discursivos con que la batida semana que concluye vino a descomponernos el pastel. La estafeta se la llevó una señora gringa, titular de la fiscalía general gabacha. Los que la conocen la mientan como Pam Brondi. Lo de Pam ha de venirle de Pamela. Mas, ya identificada, veamos lo que soltó de su ronco pecho:

Trump lo ha dicho alto y claro: ¡No nos dejaremos intimidar y mantendremos a Estados Unidos seguro gracias al liderazgo de Trump! No solo de Irán, sino también de Rusia, China y México. De cualquier adversario extranjero, ya sea que quieran matarnos físicamente o llenando a nuestros hijos con sobredosis de drogas. Haremos todo lo que esté en nuestro poder gracias a su liderazgo [de Trump] de mantener a Estados Unidos seguro.

Lo que salta a la vista, primero que nada, tiene que ver con el aval de su afirmación. Dos veces menciona a su presidente, Donald Trump, como recurso de autoridad, lo que le hace un muy flaco favor a su dicho. Hemos visto a éste, su apoyo intelectual mencionado, dar tantos bandazos, logolálicos y fácticos, que citarlo resulta hasta contraproducente.

En asociación de ideas, se parecen estas paradas a aquellos episodios hilarantes que vivíamos los mexicanos, cuando la presidencia de Vicente Fox, que soltaba tantas barrabasadas al grado de que su propio equipo de comunicación le puso al lado un vocero oficial. Y se nos cuajó la imagen a todos los mexicanos: Lo que el presidente quiso decir…

Muchas voces, gringas y ajenas, empiezan ya a manejar la opción de ponerle un fin legal al mandato de su presidente tan desabrido. Como no avezados a los formatos legales gabachos, no podemos sostener con facilidad si la opción de separarlo del poder les sea viable o no; ni si estén cocinando la salida de ponerlo de patitas en la calle. Pero lo que se hizo aqui, en México, con Fox, no les caería mal como medida correctiva.

El problema de fondo con los estrafalarios discursos del Trompas es que él mismo como persona debe ser un individuo voluble y atrabiliario. No hay necesidad de jurarlo, si nos ha dado muestras excesivas de sus descontroles. A cada rato lo tiran al suelo.

Pero también debe haber un trasfondo de desacuerdo con lo que nuestros vecinos denominan como Deep State, que vienen a ser los poderes fácticos, que pusieron a tal polichinela en la Casa Blanca, y no se puedan poner de acuerdo, por sus tenebras en lo oscurito, de qué línea discursiva imponerle, para que salga por ellos a dar la cara. O sea, de por sí el vato es risueño y le hacen cosquillas.

Así que si le buscamos al tapiz de la discusión los hilos que permitan encontrarle la cuadratura al círculo de los discursos que emanan del propio salvaje güero y de su círculo gobernante cercano, nos enredaremos de a feo y no daremos fácilmente con bola. Pero de que les traiciona el subconsciente a todos ellos, en torno a la presencia de nuestro país en sus cosas, no debe generarnos duda alguna.

Los güeros trumpeteros nos ven como una amenaza, como un extraño enemigo. Bueno, esta conceptualización nos resulta más que clara. Está consagrada en nuestro himno nacional. Pero como que nunca le habíamos dado vuelta a la tortilla. Los masiosares nos podían venir del norte, como nos ha ido siempre con los gringos, o de otro continente o hasta de otro planeta. Pero nunca nos hubiéramos imaginado que alguien de fuera nos tildara a nosotros mismos, a los altivos mexicanos, como masiosares.

Pues doña Pam ya lo hizo. Y no sólo eso. Estableció parangones. Nos formó en junta de Irán, de Rusia y de China. En una intervención posterior incluyó en su lista de adversarios extranjeros también a Cuba, a Venezuela y a Corea del norte. Como bien dice nuestro refranero: ya encarrerado el ratón, que tizne a su madre el gato...

Los mexicanos, en el ejercicio diplomático internacional, siempre andamos propalando la libre determinación de los pueblos. Siempre la damos de paladines del pacifismo y de buscar los arreglos por las buenas. ¿De dónde sacarán entonces tales paranoias estos funcionarios desteñidos? Porque, de que hay problemas serios suyos, vinculados a cosas nuestras, no lo podemos negar. Ahí tienen lo del excesivo consumo de drogas, especialmente el fentanilo, entre sus chavos. Ahí estará también lo del lavado de dinero generado por su consumo desastrado de estupefacientes.

Pero concluir, de estas dificultades, que les resultamos un masiosare del que no se dejarán intimidar, ¿no tendrá que ver más bien como una racionalización de sus impulsos descontrolados de buscar justificar invasiones y la aplicación indiscriminada de la fuerza bruta, para luego sacarle ganancia a sus incursiones? Nomás eso nos faltaba. Y eso que creíamos ser cuatachones. Mas con esos amigos, ¿para qué queremos enemigos? Ahí la llevamos.

 

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