México, con los huevos en una sola canasta

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Partidiario

Criterios

Ante la ausencia sempiterna de una estrategia comercial global, el gobierno de nuestro país y las empresas nacionales están metidos, y sin salida, en el brete que les armó Donald Trump, quien juega con los mexicanos, sus convicciones y sentimientos como le viene en gana, y todo por reelegirse se está saliendo con la suya, y como vamos, pagaremos doble muro: en el sur militarizado, y físico en el norte.

Por ahora, los mexicanos –concretamente la 4T– estamos haciendo lo que el capricho del presidente estadunidense manda. Por principio de cuentas, como ya se apuntó arriba, se militariza la frontera con Guatemala con el envío de 6 mil elementos de la Guardia Nacional, y es precisamente lo que siempre hemos rechazado que nos haga Estados Unidos en la frontera con México.

En otras palabras, acá le haremos el trabajo sucio al imperio y los paganos serán los victimados y revictimizados inmigrantes que no salen de sus países centroamericanos por su gusto, sino por la falta de empleos y por la inseguridad, que en el territorio nacional no es mejor.

La sola amenaza de Trump de imponer un gravamen mensual del 5 por ciento, progresivo cada mes hasta llegar en octubre al 25%  a las importaciones que aquella nación haga de nuestro país, ocasionó una movilización de negociadores nacionales que, sin lograr lo mejor, contuvieron, al menos por mes y medio,  la medida impositiva, sin que Marcelo Ebrard –entiéndase Andrés Manuel López Obrador– opusiera resistencia o exigiera algo a cambio, una medida compensatoria, por ejemplo. Pero no.

Bien expresó el martes Mike Pompeo: “Funcionó el fantasma de imponer un arancel para que el gobierno mexicano frenara la migración centroamericana”.

¿Por qué fue así de rápida y entreguista la negociación mexicana? Porque no había de otra; era el único camino para México, y eso lo sabe  el presidente gringo, y por eso esa facilidad para manipular, en su beneficio, una situación de debilidad nuestra. ¿Cuál es esa debilidad? Que el 80/82 por ciento de nuestras exportaciones son hacia Estados Unidos.

Desde los años 70 y 80 del siglo pasado, se habló mucho del riesgo de tener todos los huevos en la misma canasta, de que había que abrir el abanico de las ventas al exterior, hacia países europeos y del resto del mundo. Nunca se ha hecho.

La presencia de productos mexicanos en el Unión Europea, por ejemplo, es mínima y apenas son unos cuantos: cerveza, que es producida ya totalmente por empresas extranjeras; algo de harinas de maíz, aguacate y tequila, que va creciendo –y que en mucho también ya es de transnacionales–, pero es raquítica.

Todo eso lo sabe el gobierno norteamericano y esa es la razón por la cual la administración de López Obrador no tuvo margen para negociar el “dando y dando, pajarito volando”.

Aquí todo se cedió a la conveniencia de Trump, porque si no, ¿a dónde vender nuestra escasa producción, tanto de manufacturas como del campo? Todo porque en tantos años no se han abierto nuevos mercados y porque la industrialización del país es mínima, comparada con la de otros países de su nivel.

Si hubiera habido margen de maniobra, esto es, que al menos la mitad de nuestro comercio exterior se hiciera con Europa y Asia, por ejemplo, entonces habría habido forma de responder: si tú me pones un impuesto a mis productos, yo te pongo otro a los tuyos o  voy a comprar y a vender a otro lado.

En tales condiciones, entonces el que domina en todo, el que nos compra casi la totalidad de lo que podemos vender al exterior –que no es tanto como se quisiera–, encabezado por Trump, quien tiene un rencor hacia todo lo que huela a mexicano, hace lo que le viene en gana con nosotros, con nuestros productos, que son relativamente pocos. Productos que, en gran medida, tienen su origen, en marca y tecnología, en la Unión Americana, y eso ocasiona menor valor agregado y menos utilidades para México.

La principal línea de exportación nacional son los autos, pero todas, absolutamente todas, son marcas y plantas extranjeras, principalmente estadunidenses, lo mismo que sus patentes. Si hablamos de electrónica, componentes, etcétera, tanto los software como los hardware son de origen extranjero, igual que las maquiladoras de todo tipo.

A la hora de la verdad es cuando nos falta ese nacionalismo que tanto propalamos.

Por eso nuestros negociadores no tenían para dónde hacerse. Tenían poco o nada que exigir a cambio. Y no hablemos del ámbito político, cuando repetidamente AMLO  ha dicho que no quiere enfrentarse a su “amigo” Trump, a quien no sé si conozca. Por eso no va a la próxima reunión del Grupo de los 20 a Japón, a fines del mes. Se pierde esa oportunidad de abrir mercados, de decir y demostrar cuál es la esencia de nuestro ser.

Y todo eso, ya lo dijimos antes, lo sabe y lo utiliza a la perfección el presidente Trump para sus siniestros propósitos. Nos utiliza, como dijera el senador Ricardo Monreal, sólo como sparring.

Quienes sufrirán las consecuencias serán los migrantes y, de paso, los más marginados de este país. Desde la llegada de Morena, los migrantes gozaron totalmente de puertas abiertas, sin mínimos protocolos migratorios.

Ahora, todo se les revertirá con la militarización de la frontera sur, porque así lo exigió Trump. Más las ocurrencias que se le vengan en mente. O lo que, según él, tiene firmado este país con el suyo y que supuestamente no se ha dado a la luz.

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