México e Israel

México e Israel

Alfonszo Rubio Delgado

Tan controversiales como cualesquier nación, han sido las naciones de México e Israel. Ambas cargadas de leyenda y respaldadas por míticas figuras.  Creíble una y disminuida la otra, cierto. Pues a México no le sirvieron sus mitos para trascender a través de ellos. No era posible, ni aun remozándolos. Al tiempo en que México hizo su aparición en el campo internacional, el puesto de religión de mayoría relativa, ya estaba ocupado por los judíos. Ello, referente al cristianismo y judaísmo. Claro que con su adaptación a tiempos postreros.

Su aceptación a nuevas formas de convivencia en las que se escuchaba la voz de Dios. Sus “profetas y representantes” mencionados a posteriori, no han faltado. Ello debido a que los individuos que aparecen con vida y en escenarios comunes, pierden credibilidad. Los dichos propios de una época determinada son de dominio público. Escapan a pocas personas. Esto significa que, por mucho conocimiento que posea cualesquier personaje, puede ser rebatido, casi por cualquiera. Peor tantito si tomamos en cuenta que “todo individuo es hijo de su tiempo”.

Por tanto, se ve envuelto en una época determinada por su contexto. Cosa que lo neutraliza de alguna manera. Es decir, lo limita a ciertos modos con los que lidia su entorno y época. De esa forma y para suplir la deficiencia, la colectividad crea figuras míticas. Surgen en forma de individuos a los que se les atribuyen características sobresalientes, mismas que pocos han tenido. Así como otras que nadie tiene pero que por el grado de evolución, algún día se tendrán, como la inmortalidad.

El caso es que los judíos de ahora se sienten privilegiados por descender del “pueblo de Dios”; por ser el pueblo de Dios; por supuestamente haber sido el objetivo principal de la segunda guerra mundial, masacrado y disminuido, descubriéndose posteriormente lo relativo de tales afirmaciones. Fueron saqueados por su manera de acumular recursos económicos, mismos que sirvieron para financiar parte de la guerra. En ella quedó claro que, de divinos, esos judíos no tienen más que cualesquier otra raza, pues en su afán de sobrevivir, traicionaban a todo y a todos.

Cabe destacar aquí que lo mexicano, en este tipo de comparaciones, no han sido menos. La producción mexicana en los campos del saber ha sido destacada. Que ¿cuál más útil y definitoria para la humanidad? ésa es pura propaganda. Si los créditos se los reparten los poderosos, eso no significa que ellos lo hayan creado. Significa prepotencia. De darle más crédito al miembro de una nación por disponer aquel de recursos para convencer al público de que un sujeto hizo tal o cual aporte. Todo porque el “árbitro” tenía nacionalidad. Curiosamente pertenecía a la de los vencedores. Las leyes han cruzado fronteras y reconocido la autoría de ciudadanos de cualesquier parte del mundo. Aunque aún sean estos sistemas imperfectos, permiten hacer justicia.

Aunque lo trascendente aquí es la idea de que no existe un pueblo de Dios como tal. Tan vulnerable un pueblo como otro. Tan perverso éste como aquél. Utilizan la figura divina para justificar el saqueo al otro en sus recursos. Ocurrió con los Aztecas o Mexicas. Igual que con los Judíos. Basados en los mitos, son capaces de destruir al otro bando. Ellos para disfrutar de sus despojos. Siempre y cuando aquello sirva para parasitar.

Para tener más influencia, para acumular más poder, ello de la mano de cualesquier antivalor. Si es que no aparece una fuerza superior que los ponga en su lugar. Un tatequieto que le haga dimensionar su lugar preciso dentro de la realidad, mismo que le hará despertar y ocupar el lugar real que le corresponde. Con ello dejar de fantasear y olvidar sus locuras y loqueras.

¡Saludos amig@s!