Mi voto por AMLO

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Eduardo González Velázquez

El próximo 1 de julio millones de mexicanos saldremos a las urnas a depositar nuestros votos para elegir a quiénes llevarán los rumbos de la nación en los siguientes años. En las boletas electorales nos encontraremos candidatas y candidatos para ocupar la presidencia de la República; renovar el Congreso de la Unión y varios Congresos locales; nueve gubernaturas: Ciudad de México, Veracruz, Chiapas, Tabasco, Morelos, Guanajuato, Yucatán, Puebla y Jalisco; así como cientos de presidencias municipales.

​Las propuestas y los proyectos de nación inundan los espacios de la discusión pública. Los miles de aspirantes se disputan las preferencias electorales mostrándose dispuestos a todo. Prometiendo hasta lo imposible de cumplir, con base en proyecciones presupuestales difíciles de obtener.

​Quiero centrarme en la elección presidencial. Aunque contamos con cuatro candidatos, en la práctica y en los proyectos planteados solo tenemos dos opciones: seguir por el camino del PRI-PAN o cambiar de rumbo con Morena-PT-PES, y su candidato, Andrés Manuel López Obrador. Desde luego, estoy convencido que la mejor opción para recomponer el rumbo perdido de nuestra nación se encuentra en la propuesta de gobierno de AMLO. Mi afirmación la sostengo con varios argumentos.

El primero tiene que ver con lo realizado por López Obrador cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México. Bajo su administración se pusieron en macha programas sociales para atender a una amplia capa de la población, a saber: estableció la pensión para adultos mayores y madres sola; así como el seguro de desempleo, las becas estudiantiles y el programa de útiles y uniformes a estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria; se construyeron los primeros segundos pisos, que continúan siendo gratuitos, y se rescató un importante perímetro del centro histórico; además fundó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; todo a través de un ejercicio austero y responsable del presupuesto público. Sus políticas establecieron las condiciones necesarias para la generación de empleo sea por medio de la iniciativa privada o a través del gobierno; se incrementaron las inversiones, y se fortaleció el mercado interno de la ciudad de México.

La paradoja de todo esto, es que a pesar de los beneficios proporcionados a la sociedad, una parte de la clase política y de los habitantes del país lanzaron fuertes críticas a la universalidad de sus programas, al dinero invertido en mejorar las condiciones de vida de los capitalinos, a la fundación de una nueva casa de estudios; afirmando que esos programas no darían resultado, que el presupuesto no alcanzaría, que solo eran políticas asistencialistas que no resolvían el problema. Sea como sea, el gobierno de López Obrador salió adelante, y hoy en día programas como esos se llevan a cabo en prácticamente todos los estados de la República bajo administraciones de diversas denominaciones partidistas.

El segundo argumento responde al gabinete de trabajo que el tabasqueño ya presentó (único de los candidatos que lo ha hecho), donde lo primero que salta a la vista es la equidad de género, 50 por ciento de las futuras funcionarias serán mujeres. En la Secretaría de Gobernación, estaría Olga Sánchez Cordero; en Relaciones Exteriores, Héctor Vasconcelos; en Hacienda, Carlos Manuel Urzúa Macías; en Desarrollo Social, María Luisa Albores; en Medio Ambiente y Recursos Naturales, Josefa González Blanco; en Energía, Rocío Nahle; en Economía, Graciela Márquez Colín; en Educación, Esteban Moctezuma; en Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, Víctor Villalobos; en Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú; en la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval; en Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde; en Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Román Meyer Falcón; en Turismo, Miguel Torruco Márquez; y en Cultura, Alejandra Frausto Guerrero. Además, este equipo se hará acompañar de un amplio grupo de hacedores de políticas públicas proveniente de las principales universidades públicas y privadas del país.

El tercer argumento se inscribe en el proyecto de nación propuesto por AMLO. El eje central de su gobierno sería el combate a la corrupción y la impunidad, a través del fortalecimiento del estado de derecho, sin generar nuevas leyes, solo cumpliendo las que tenemos; con ello se fortalecería nuestra democracia, a través de un ejercicio de gobierno honesto y transparente mediante un eficiente sistema de rendición de cuentas; además de un uso austero, realista y responsable del gasto público, sin la creación de nuevos impuestos o el aumento de los existentes.

En cuanto a la política económica, el Estado asumiría su responsabilidad en la planeación e impulso del desarrollo sustentable, y se mantendría la autonomía del Banco de México. La finalidad de la política económica sería potenciar la creación de riqueza, y asegurar un reparto equitativo de los recursos y las oportunidades para combatir de manera más eficiente los rezagos sociales.

En lo referente a seguridad se establecería una coordinación conformada por la Fiscalía General, y las Secretarías de Gobernación, Defensa y Marina; llevando a cabo un retiro paulatino del Ejército y la Marina de las calles y las labores policiacas. La amnistía propuesta por López Obrador, no significa impunidad ni libertad para los criminales; lejos de ello, si implica revisar las condiciones en las cuales permanecen presos cientos de jóvenes y adultos, muchos de ellos de origen campesino, quienes para sobrevivir aceptaron o fueron amenazados para cuidar o cultivar amapola y mariguana. Por otro lado, es necesario revisar los casos de los consumidores de cannabis que se encuentran en la cárcel por ese motivo, y desde luego, con el apoyo de expertos establecer un mecanismo de excepción para revisar los casos de quienes no se encuentren prisioneros y pudiesen estar cometiendo algún delito forzados por los cárteles de la droga. Si bien, la amnistía política puesta en marcha en países como Colombia y El Salvador, tiene sus diferencias con la naturaleza de la amnistía planteada por AMLO, no podemos negar que en las naciones mencionadas se logró reconstituir el tejido social deshecho, una vez que se puso en marcha la amnistía. Por supuesto, la amnistía vendrá acompañada de una política social y económica integral que garantice el desarrollo de las personas beneficiadas al obtener empleo y educación, una vez iniciado el proceso de construcción de paz y definidos el resto de los mecanismos de justicia transicional que eviten que miles de mexicanos sean atraídos por la criminalidad. Por esa razón, me parece que debemos seguir el camino de la amnistía. Sin duda, es un cambio sustantivo en la estrategia impuesta desde el 2006 para combatir el crimen organizado. Una estrategia que no solo no ha terminado con el crimen sino que ha generado niveles insospechados de violencia e inseguridad cuyas cifras dan cuenta de ello: 220 mil asesinatos, 35 mil desapariciones, miles de desplazados y un tejido social inexistente en amplias zonas del país.

Aunque las propuestas de AMLO suenen a lugar común, y algunas personas compren el discurso de varios miembros de la clase política sobre la similitud en los candidatos y sus proyectos, en el fondo el proyecto de nación lopezobradorista es todo lo que el PRI y el PAN no han hecho a su paso por Los Pinos. No debemos olvidar el aumento de los impuestos y a los combustibles; el incremento de la burocracia, el gasto corriente, y la escalada de la deuda pública; la carnicería en que se han tornado amplias zonas del país en el contexto de la “guerra” contra el crimen organizado; los crímenes perpetrados por el Estado (Ayotzinapa, Tlatlaya, Apatzingán, Atenco, Tlatelolco, Acteal, Aguas Blancas, el Bosque), los altísimos niveles de corrupción, saqueo e impunidad de los “gobiernos” peñista, calderonista y foxista; y la abusiva concentración de la riqueza permitida por la clase gobernante.

Frente a esa realidad, lo planteado por AMLO no es un lugar común, es algo diametralmente diferente a lo realizado por el PRI y el PAN a lo largo de la historia nacional. Tricolores y blanquiazules dejan de herencia un desastre nacional que es urgente solucionar.

Precisamente, en ello radica mi último argumento. A querer o no, en las próximas elecciones solo tendremos dos opciones para manifestar nuestro voto: el cambio con Andrés Manuel López Obrador sustentado en políticas sociales y económicas que ya fueron puestas en marcha en la Ciudad de México, y funcionaron, o seguir en la misma ruta del despeñadero con PRI-PAN. A estas alturas de la historia nacional seguir votando por el PRI o por el PAN es una muestra clara de falta de conciencia histórica, política y social. La amnesia histórica como forma de mirar la realidad. Resulta imposible establece un argumento para refrendar al PRI o regresar al PAN a Los Pinos.

​A no dudar, este 1 de julio mi voto por la presidencia de la República será por Andrés Manuel López Obrador.

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