Millonaria inversión en parque ladrillero de Tlaquepaque, a punto de perderse

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Foto: Hombre trabajando en ladrillera/Semadet

 

Jairo Gustavo Sarmiento Sotelo

 

El proyecto que buscaba agrupar 23 fábricas de ladrillos en una zona industrial de Tlaquepaque está estancado desde hace un año. Los terrenos donde iba a ser construido no se entregaron a tiempo y las autoridades estatales retiraron 20 mdp que se habían destinado para financiar las obras

 

Desde que el gobierno estatal anunció, en 2017, una inversión de 20 millones de pesos (mdp) para la construcción de un patio de producción sostenible de ladrillo en Tlaquepaque, las autoridades aseguraron que este proyecto sería el primer paso para transitar a una producción más limpia y eficiente de ladrillos. Sin embargo, al día de hoy el proyecto permanece estancado en su fase inicial y las ladrilleras siguen siendo la manzana de la discordia en colonias y barrios de la periferia, pues la calidad del aire disminuye debido a la contaminación generada durante la fabricación del ladrillo.

Entre las principales razones por las que el proyecto no presenta avances desde agosto del año pasado está el incumplimiento del gobierno de Tlaquepaque en las fechas de entrega de los terrenos donde se tiene contemplado construir el parque ladrillero.

En marzo de 2018, el cabildo municipal aprobó la compra de un terreno en el ejido de San Martín de las Flores por dos millones de pesos. Sin embargo, dos meses después esta entidad decidió que el mecanismo adecuado para adquirir las tierras sería la expropiación, y al tratarse de terrenos ejidales el proceso fue mucho más tardío y complejo de lo que las autoridades esperaban.

Entre tanto, la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) solicitó al ayuntamiento las escrituras de los terrenos para iniciar la elaboración del proyecto ejecutivo. Sin embargo, el ayuntamiento no contaba con escrituras sino con un convenio de ocupación previa –una figura jurídica que acredita la expropiación–, que no fue suficiente para la Secretaría, pues se necesitaba la propiedad total del terreno donde se iban a ejecutar las obras.

El terreno finalmente se acreditó hasta mitad de año, y hay pruebas de que el pago al ejido de San Martín de Las Flores se efectuó hasta agosto. La información fue obtenida mediante una solicitud de información pública realizada por este espacio informativo.

Por su parte, el director de Medio Ambiente del gobierno de Tlaquepaque, Roberto Baltazar, negó que el ayuntamiento hubiera incumplido los compromisos pactados, y aseguró que “previamente se le solicitó a la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública si con eso (el convenio de ocupación previa) se podía acreditar el terreno, y efectivamente, sí”.

Asimismo, el funcionario culpó a la administración anterior de la Semadet por los retrasos: “ellos ya no le dieron seguimiento, reasignaron el recurso y nos cerraron la puerta… Quedamos en trabajar el proyecto de la obra civil del proyecto y nunca nos marcaron la directriz de cómo debía ser el proyecto”.

En efecto, el gobierno de Jalisco había destinado 20 mdp para las obras de construcción del parque Ladrillero en 2018, y en vista de que no se cumplieron los plazos y no se ejecutó el recurso en ese año, el Congreso del estado reasignó el recurso a otras partidas para el 2019.

“Ya fue muy tarde, ya era junio y no teníamos todavía un terreno. Se estaba dando el proceso por parte del ayuntamiento y del municipio; las gestiones se estaban haciendo, pero ya era el último año de gobierno y ya estábamos fuera de tiempo prácticamente. Era una construcción que se estimaba en alrededor de cuatro meses y prácticamente estábamos fuera de tiempo”, afirmó Adriana Rodríguez, exdirectora de Calidad del Aire de la Semadet, quien aseguró que los retrasos en la entrega de los terrenos fue la causante de la pérdida del recurso.

Además, los retrasos causaron que el proyecto quedara en la fase de anteproyecto ejecutivo, una etapa muy prematura para afrontar un cambio de administración estatal.

“La Secretaría (de Medio Ambiente) ya nos está informando que para ellos no es lo ideal establecer un parque ladrillero dentro de la ZMG, y tiene cierta congruencia no tener un parque ladrillero aquí que nos esté generando más contaminación”, advirtió el director de Medio Ambiente de Tlaquepaque.

Adicionalmente, la Semadet aseguró que trabajará en un proyecto ejecutivo que determinará si el parque ladrillero resuelve la problemática de la calidad del aire, y se está evaluando hacerle modificaciones a la normatividad estatal que rige la ubicación de las ladrilleras.

Dadas las circunstancias, en caso dado que la Semadet establezca criterios que determinen la inviabilidad de construir el parque ladrillero donde está planeado actualmente, el gobierno de Tlaquepaque habrá perdido prácticamente 2.2 millones de pesos invertidos en terrenos y estudios de factibilidad.

 

Ladrilleros formarán cooperativa

En Tlaquepaque hay 131 ladrilleras registradas por el Inegi, de las cuales solamente siete cuentan con licencia municipal vigente, según la Dirección de Padrón y Licencias del gobierno municipal, lo que les permite operar y realizar sus actividades bajo la vigilancia gubernamental.

El trabajo de los ladrilleros es mal pagado, rudo y trae consigo serias afectaciones a la salud por los contaminantes a los que se enfrentan a diario. Además, la posibilidad de que puedan adquirir un terreno propio para trabajar es casi una utopía, debido al estrecho margen de ganancias que tienen. Y aunque son conscientes de la contaminación que generan, poco pueden hacer para disminuir realmente el impacto ambiental de su trabajo.

Por esta razón, en 2013 un grupo de ladrilleros se unió para formar legalmente la Cooperativa Unión de Ladrilleros. Su secretario general, Carlos León, asegura que se unieron buscando mayor rentabilidad.

“12 personas con campos ladrilleros nos unimos en cooperativismos. Realmente nos unimos con esa mentalidad de formar un negocio, de alguna forma no familiar, y de ahí nació con el fin de tener ingresos, de ahí sacar para la manutención de los hijos”, señala.

Aunque esta cooperativa nació con fines meramente económicos, su trabajo ha sido fundamental para unificar la voz de los ladrilleros ante el gobierno. Por supuesto, este pequeño grupo no es la voz de todos los ladrilleros de Tlaquepaque, pero el hecho de estar legalmente constituidos como cooperativa les ha servido para tener un seguimiento más cercano y un contacto más directo con las autoridades.

De hecho, esta cooperativa participó en la discusión del reglamento municipal que regula la actividad ladrillera en Tlaquepaque desde 2016, y también ha tenido una serie de acercamientos con el Ayuntamiento en el diseño del parque ladrillero.

Entre sus prioridades están mejorar sus ganancias y disminuir el impacto ambiental de su trabajo. Por esa razón, constantemente están en búsqueda de tecnologías más limpias y amigables con el medio ambiente.

“Estamos capacitándonos, viendo temas de cuestiones ambientales, aire limpio, para de alguna forma seguir mejorando al entorno de la comunidad… Esa es nuestra visión como cooperativa: no contaminar, trabajar para que sea sustentable para nosotros y a la vez sea benéfico para la sociedad”, añade Carlos León.

Poco a poco han ido implementando medidas para disminuir la contaminación, como cambiar el diseño de los hornos, o dejar de quemar ciertos materiales como aceites y plásticos. Sin embargo, a la hora de implementar tecnología más avanzada muchas veces se quedan con la intención, pues sus costos son bastante elevados, y además aseguran que ningún banco o entidad financiera les da crédito.

Por esa razón, están en constante contacto con el gobierno, universidades y el sector privado, porque pueden ser sus principales aliados para mejorar su producción, invertir en tecnología o generar mayor rentabilidad.

Sin embargo, aseguran que de todos los actores, con el que más hace falta trabajar es con el gobierno, pues es con él es con quien pueden formalizar su actividad, tener acceso a un sistema de salud y disminuir la precariedad que su trabajo implica, pues día a día su salud se deteriora y está en alto riesgo por el trabajo que desempeñan.

“No se puede trabajar así, porque también hay muchos peligros, enfermedades degenerativas, respiratorias… Que si trabajáramos en conjunto con el gobierno o trabajáramos en un lugar donde haya servicios médicos, o un médico, habría menos enfermedades respiratorias degenerativas y a la vez tendríamos la posibilidad de hacer un trabajo más rentable”, expone el dirigente de los ladrilleros.

Entre tanto, los más de 130 ladrilleros de Tlaquepaque seguirán en la incertidumbre, sin saber qué cambios traerá la nueva normatividad estatal ladrillera, o qué pasará con la construcción del parque ladrillero. Más allá de las decisiones de oficinas gubernamentales, su vida sigue, en los barrios y las colonias de la periferia, donde huele a arcilla quemada y nubes negras de humo invaden los cielos durante los días de quema.