Miércoles 15 de febrero de 2023.- Nos hicieron creer que cada una y cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que nadie en la vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta y que no necesitamos quien nos venga a “completar”. Nos hicieron creer en una fórmula llamada “dos en uno”: dos personas pensando igual, actuando igual y que era eso lo que funcionaba. Lo que no nos dijeron es que eso tiene nombre: anulación, y que eso implica que una de las personas (generalmente las mujeres), dejen de tener sus propios gustos y deseos porque con que uno de los dos los tenga (generalmente el hombre), con eso es suficiente. Lo que tampoco nos dijeron es que solo siendo individuas e individuos con personalidad propia podremos tener una relación saludable.
Nos hicieron creer que el matrimonio es obligatorio y que los deseos fuera de ese término deben ser reprimidos. Que la única forma de realización de las mujeres es a través del matrimonio, los hijos y la familia. Nos hicieron creer que solo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad.
Lo que no nos contaron es que estas fórmulas son equivocadas, frustran a las personas y son semillero de muchas de las violencias de género que viven las mujeres.
En muchas ocasiones el cine, las novelas, las series, los comerciales, etc., nos muestran dos personajes enamorados que tras superar numerosas dificultades logran al fin estar juntos. Implícitamente nos están dando este mensaje “Al final el amor siempre triunfa” “El amor todo lo puede”, Sin embargo, esto no siempre es cierto. Hay personas que por mucho que se quieran no les hace ningún bien estar juntas. Caracteres opuestos, diferentes expectativas de vida, problemas del pasado sin resolver, etc. pueden convertir esa relación tóxica y dañina. Aceptar este mito como cierto puede hacer que aguantemos actitudes intolerables ya que al final todo se arreglará y triunfará el amor.
El Mito de la “Unidad” hace creer que ambos miembros de la pareja deben ser uno.
Una pareja está formada por dos personas, dos personas independientes una de la otra, por que la decisión de emparejarse con alguien no significa que tengan que hacerlo todo juntas, de hecho, es sano tanto para cada persona, como para la relación, que cada uno de los miembros tenga su propio espacio para dedicar a sus amigos, sus hobbies, o para ella misma, sin que su pareja este presente; de modo que cada una y cada uno puede enriquecerse no solo de las experiencias que viven juntos sino también de las experiencias de la otra persona.
Compartir absolutamente todo con la pareja puede llevar a un estado de fusión en el que se pierde la propia identidad y deja de reconocerse la individualidad y la personalidad si no es en función del otro, esto también se llama Anulación y es una gran semillita de violencia de género.
Aunque hemos oído en numerosas ocasiones eso de que los polos opuestos se atraen, lo cierto es que nos atraen más personas con gustos, ideologías y expectativas similares o complementarias a las nuestras. Además, cuantas más cosas en común tengamos con una persona más probable es que la relación se mantenga en el tiempo.
Finalmente, tenemos la idea de que el culmen de toda relación de pareja debe ser el matrimonio. Y aunque la mayoría de las personas es lo que buscan, no debemos aceptar de manera automática que este debe ser el fin y objetivo de toda relación.
En ocasiones cuando por determinadas cuestiones la convivencia o el matrimonio se hacen inviables (relaciones a distancia, trabajos distintos en lugares diferentes, incompatibilidad de caracteres para convivir en la misma casa etc.) damos por sentado que esa relación ya no tiene sentido.
Sin embargo, también es posible determinar seguir o no en una relación en función de la satisfacción que ésta nos brinda y en función de si está alineada o no con nuestras expectativas de vida, goces, disfrutes y placeres, pero no en función de algo que nos han impuesto que debe ser el culmen de todas las relaciones, es decir, vivir juntos y/o en matrimonio. Y esto aplica para todo tipo de parejas, porque nos han hecho creer que la pareja heterosexual es algo natural y universal y que la monogamia está presente en todas las épocas y todas las culturas solo a través del amor entre un hombre y una mujer, lo que evidentemente es falso.
El amor es una construcción sociocultural, el amor romántico se ha sustentado en mitos y creencias que discriminan y violentan a las mujeres. En este mes de febrero, institucionalizado comercialmente para “celebrar el amor y la amistad”, mejor revisemos nuestras creencias acerca del amor, derribemos los mitos sobre los que se ha construido el amor romántico y construyamos relaciones de pareja y sexo/erótico/afectivas basadas en la libertad y el cariño mutuo, en donde el punto de partida sea el amor por una y por uno mismo; no se necesita la relación con alguien más para ser feliz, el mito de la “soledad” es el más peligroso, porque nos hace creer que solo estando emparejada con alguien se puede alcanzar la felicidad, cuando esa plenitud ya existe y se llama “Amor propio”.
Dra. María Guadalupe Ramos Ponce
Vicecoordinadora de CLADEM en México
Profesora Investigadora de la UdeG.
@dralupitaramosp
Canal de Youtoube Dra. Lupita Ramos.