La Rectora del Centro Universitario de Tlajomulco de la Universidad de
Guadalajara, Leticia Leal Moya denunció públicamente hace algunos días que vive
violencia vicaria por parte de su ex pareja Nauhcatzin Bravo Aguilar, quien
actualmente labora como profesor en el Centro Universitario de Ciencias
Económico Administrativas (CUCEA).
En apoyo a la Rectora, más de tres mil firmas se sumaron a una serie de
exigencias para el cese de la violencia contra ella y su hijo a quien se le impide la
convivencia con su madre. Como respuesta a estas acciones, el señor Nauhcatzin
decidió convocar a rueda de prensa en donde expuso a su hijo de 15 años a los
medios de comunicación para evidenciar según él, que su hijo no quiere ver a su
mamá, que su mamá es una mujer mala y perversa que ha violentado a su hijo y
que la autorización de mostrar la cara, la voz de un menor de edad es del propio
menor, de su padre y de su abogado. Y los medios de comunicación, incluidos la
prensa, radio, televisión y medios digitales; ni tardos ni perezosos difundieron la
imagen del niño, su voz, sus declaraciones, sin ningún pudor y sin cuidado alguno.
En minutos, su rostro se compartía en redes sociales a partir de las publicaciones
de los diversos medios informativos. Las imágenes incluían su voz, su rostro, su
nombre y por supuesto y cómo no, las declaraciones de un chico afectado por la
disputa en la que se encuentra inmerso. El rostro del papá es imperdible,
satisfecho de llevar al testigo estrella que corrobora sus dichos y sitúa a la madre
en la posición de la bruja perversa a la que hay que linchar porque cometió el peor
de los abusos sobre su hijo, incluyendo la violencia sexual.
De acuerdo a las autoras españolas Isabel Tajahuerce y Magdalena Suárez, la
violencia vicaria es aquella que tiene como objetivo dañar a la mujer a través de
sus seres queridos y especialmente de sus hijas e hijos. El padre ejerce violencias
directas o indirectas contra sus hijos e hijas a quienes convierte en un campo de
batalla. El ánimo de causar daño a su pareja o expareja a toda costa supera
cualquier afecto que pueda sentir por ellas/os. El interés superior de las niñeces y
adolescencias se subsumen ante el interés de causar el mayor daño posible a la
madre de éstos.
Hay otras formas de generar un daño permanente, por lo que es habitual la
manipulación de hijas o hijos para que se pongan en contra de la madre o incluso
la agredan. Esas hijas e hijos sufren un daño irreparable y son también víctimas
de violencia de género. El objetivo es el control y el dominio sobre la mujer, en un
alarde máximo de posesión en una relación de poder que se sustenta en la
desigualdad.
La violencia vicaria cuenta con la complicidad de una sociedad que cuestiona
permanentemente a las mujeres, que las priva de autoridad y pone en duda su
palabra. Las mujeres suelen intentar que su voz se oiga en el colegio de esas hijas
o hijos, entre las amistades, en la propia familia, en los juzgados, pero los
imaginarios del “buen padre” y la “mala madre” se imponen. Se prefiere escuchar
al varón y apoyar al hombre que juega a ser víctima, que a esas mujeres que,
desesperadas, intentan hacer oír su voz para evitar que el padre haga daño a sus
hijas o hijos.
La violencia vicaria es violencia de género. Se sustituye a la persona en la acción
directa física o psicológica de la violencia para causar un daño mayor y
permanente a la mujer. El objetivo es la mujer. La ejercen siempre hombres contra
mujeres.
¿Por qué se llama violencia vicaria? Porque se sustituye a una persona por otra
para ejercer la acción, en este caso a las hijas o los hijos a quienes se utiliza para
destruir la vida de la madre. Cuando un hombre amenaza a una mujer con quitarle
a sus hijas o hijos está dando signos claros de violencia vicaria. Las amenazas a
las mujeres con sus hijas o hijos deben hacer saltar todas las alarmas. La
protección a las víctimas de violencia de género es esencial, reconociendo que un
maltratador nunca puede ser un buen padre.
Los medios de comunicación tienen la obligación de prepararse para el abordaje
adecuado de estas violencias. Entender que la violencia vicaria, es una forma de
violencia machista en la que los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia
de género son utilizados por el maltratador para hacer daño a la madre. Por eso
es importante que los medios de comunicación se informen, se preparen en
derechos humanos y sobre todo en ética periodística para que las coberturas de
casos de este tipo de violencia se realicen con un enfoque de género y de
derechos humanos. Los medios de comunicación tienen además una
responsabilidad social para no replicar y reproducir la violencia de género y mucho
menos ser parte cómplice de la misma. En el caso reciente de la exposición
mediática que hizo Nauhcatzin Bravo Aguilar de su menor hijo, no solo tiene
responsabilidad él en la violencia vicaria ejercida públicamente y en directo en
rueda de prensa, sino también los medios de comunicación que reproducen notas
informativas sin ética periodística y sin enfoque de género y de derechos
humanos.
Dra. María Guadalupe Ramos Ponce
Coordinadora de CLADEM en México
Profesora Investigadora de la UdeG.
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Canal de Youtoube Dra. Lupita Ramos.
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