Mis amigos: El Millón y El Grillo.
Luis Hernández Castillo
Primera parte:
Inesperado recuerdo de un amiguito de la adolescencia (¿o de la infancia?), del que ignoro por qué le decíamos “El Millón“. Era un chico que nos parecía “rancherito”, por los huaraches que calzaba. Hijo de una joven señora delgada, de oficio tortillera, cuando quemaban leña las tortillerías. Un muchacho muy listo y expresivo que no estaba haciendo la secundaria y que en algo laboraba. Pero se le notaba lo inteligente por la mirada de sus grandes ojos de lechuza.
Tenía una bicicleta marca “Zaeta” de media carrera (indicadora, quizá, del aprecio que le tenía su progenitora) con manubrios de turismo, que lo ubicaban en el grupo de los mejores equipados de la palomilla de aficionados ciclistas juveniles, del barrio de Analco-La Bandera a principios de los años sesenta, del pasado siglo XX.
Participó frecuentemente en las rodadas vespertinas y nocturnas que hacíamos aquellos 10-15 jovencitos en 1962-63, por las calles de Guadalupe Victoria y Cuauhtémoc, desde Jazmín hasta 5 de mayo o antes. Carreritas en las que se defendía a pesar de la posición vertical con la que pedaleaba por el tipo de manubrios y altura de estos. Traviesos que éramos, lo rebautizamos como “El Huarache Veloz“.
Se retiró de la flota después de aquella salida a la carretera o autopista a Chapala, cuando algunos ya entrenábamos sistemáticamente y fuimos al crucero de Ixtlahuacán de los membrillos, a 40 Kms. de Guadalajara. Fue la ocasión en que Vicente Rodríguez agarró su segundo aire al regreso y otros mermaron su rendimiento, entre ellos el susodicho y simpático “Millón“.
Habiendo salido “Johnny” después, los encontré cuándo venían de regreso desperdigados, pedaleando solos, cada uno por su cuenta. Ocasión en que me regresé con ellos para agruparlos, esperando a los rezagados. El caso es que formé un pelotón con Florentino, Chori, Cuervo y algunos más, haciéndolos pasar al frente por turnos para repartir la resistencia del aire a leve, creciente velocidad y así alcanzar a los punteros, cosa que no logramos.
A 58 años de aquella aventura quiero creer que también ayudé a nuestro modesto amigo “Millón“, quien, según él mismo decía, sólo comía frijolitos con tortillas. Pues también pudo ser que mí intervención organizadora haya ido en su contra, porque después ya no participó más en las vueltas callejeras, que, por cierto, aminoraron su número de participantes en los siguientes años. Miguel Benítez entro a Medicina en 1964 y otros ingresamos a la preparatoria, con lo que ya tuvimos menos tiempo, por las tareas escolares. Deseo pues que su ausencia haya sido por motivos de trabajo y no por el rechazo de una actitud de mí parte como la que comento de “todos contra él“.
Algunos años después, la última vez que lo vi en 1969, era ya camionero de la ruta a Santa Margarita en Zapopan, en el tiempo en que la terminal estaba en los límites de lo poblado y… ¡seguía en las carreritas! Ahora por ganarles el pasaje a sus compañeros choferes, a los que adelantaba en cada vuelta. Eso lo presencié en una ocasión, que lo acompañé de pasajero. Les daba su “caña morada“, al decir de ellos mismos, pues era de los más hábiles operadores del volante o traía mejor unidad, en ese sistema de trabajo que los colombianos llaman la guerra del centavo. Desgraciadamente causa muchos accidentes. Ojalá haya tenido suerte.
Ahora que lo recuerdo, se podrían distinguir 2 clases de aficionados al ciclismo entre aquellos amigos de la juventud: A) Ciclistas Organizados, los que participaron en carreras de la Asociación de Ciclismo del Estado de Jalisco y de la Federación Mexicana de Ciclismo y que sistematizaron sus entrenamientos en la carretera y el velódromo; y B) Pedalistas del barrio.
Ciclistas Organizados:
1) Miguel Benítez Arroyo; 2) Víctor Manuel Hernández López (Grillo); 3) José Mora Navarro; 4) Luís Hernández Castillo (Borrego); 5) Héctor Heladio Hernández Castillo (Chango); 6) José Guadalupe Casillas (Güero); 7) Pedro Cuéllar; 8) “Chori”.
Pedalistas del barrio:
- Enrique Arvizu (Cuervo); 2) Ramiro García Lomelí (Lombriz); 3) Vicente Rodríguez Durán (Tribi); 4) Florentino Rodríguez Durán (Chiricuto); 5) Francisco Toscano (Paco); 6) Miguel Ángel Medina; 7) “El Millón”.
La aventura que describo arriba se desarrolló entre algunos de los Pedalistas de barrio, a resultas de discusiones y retos amistosos surgidos en reunión callejera de días anteriores. En esa reunión no participó el grupo de Ciclistas Organizados.