No a cervecera Constellation en Mexicali

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Por los resultados del primero de los dos días de consulta ciudadana, el 70 por ciento de los habitantes de Mexicali rechaza la instalación ahí de uno de los dos monopolios cerveceros que operan en México –Constellation Brands (Modelo)–, por la única razón que es de vida o muerte: viene a quitarles el agua en donde las más elevadas temperaturas se la beben.

Si la capital de Baja California y la agricultura de ese desértico valle –uno de los más avanzados y productivos del país– se quedara sin una parte importante del líquido más preciado que les da vida, se muere, y con ella buena parte de Tecate, Tijuana y Ensenada, cuya agua potable procede de los canales del valle de Mexicali y éstos, a su vez, de Estados Unidos, de acuerdo con un tratado firmado con ese país.

Como es de todo mundo conocido, Mexicali y su distrito de riego están en la cola de la cuenca del río Colorado, que abastece de agua a todo el sur californiano, principalmente grandes ciudades como Los Ángeles y San Diego y sus extensos campos de cultivo. Los caudales de este afluente hace muchos decenios no llegan siquiera a tocar las aguas del Mar de Cortés.

Años tan resecos hay con alguna periodicidad, que en esa zona apenas tiene agua para el consumo doméstico y humano, y únicamente se pueden cultivar los campos una vez al año, y no dos o tres veces en casos de siembras de corto ciclo.

Vistas así las cosas, es explicable, y muy justo, sobre todo, que los mexicalenses defiendan el agua que les da vida. Ahí no llueve; si acaso, una o dos veces al año y muy poco. Muriéndose Mexicali, se moriría una gran parte del territorio nacional, pues se abastece hasta donde alcanza el líquido.

Presumiblemente la cervecera consumiría alrededor de 20 millones de metros cúbicos de agua al año, que representarían –dicen ellos– sólo el 0.3 por ciento del abasto a dicha capital, pero según sus detractores, eso sería sólo en materia prima, o sea, en la bebida como tal, sin contar pérdidas por vapores, jardinería y limpieza.

Esto sin contar futuras ampliaciones, dado que el mayor producto se destinaría a la exportación ahí, al otro lado, pues por algo la fábrica se hizo de alrededor de 400 hectáreas de terrenos, cuya adquisición fue facilitada por el entonces gobernador panista Quico de la Vega, de no grata memoria en aquella entidad, aparte de otras facilidades poco claras y que ahora asume el morenista Jaime Bonilla. Todo, para dar ocupación permanente sólo a 750 trabajadores.

Entonces, para resolver el conflicto entre pobladores y empresa-autoridades, el presidente puso en marcha una consulta ciudadana los días sábado 21 y domingo 22 –en pleno auge del coronavirus– que hasta ayer noche no había dejado contentas a ninguna de las partes: a los votantes porque los organizadores de la Secretaría de Gobernación, a cargo de Diana Álvarez, por “reventar votación” y huir con las urnas   mucho antes de que concluyera, pese a ir ganando ampliamente, cuando había mucha gente inconforme en fila, y el sector empresarial, por haber perdido y sospechar manipulación .

Tan es así, que declararon, por boca del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), que por carecer de legalidad el procedimiento y “lejos de contribuir a reducir la incertidumbre que aqueja al país, sólo lo exacerba”, y que la manera como se programó “es inoportuna y violenta la armonía entre sector público y privado”.

Antes, curiosamente, el CCE no cuestionó que dicho proceso lo efectuara Gobernación, en lugar de que fuera el Instituto Nacional Electoral (INE) que es la entidad adecuada. Sin embargo, lo sabe todo mundo, Andrés Manuel López Obrador no le tiene confianza alguna.

Por su parte, los activistas que encabezan el movimiento en contra de la ex Cervecería Modelo en Mexicali, afirmaron que detrás de haber reventado y secuestrado urnas puede haber mano negra.

Habrá que esperar el veredicto final, que el propio mandatario y alguna de las partes quedará inconforme: la gente que se opone o la transnacional, que dice haber invertido al menos 900 millones de dólares del total de mil 400 que proyecta gastarse en dicha planta situada en pleno desierto.

En más sobre la misma empresa, pero aquí en Guadalajara, vale la pena recordar que por el recorte de personal que ha hecho, la planta se mira muy descuidada: con menos jardines y verdor, sin fuentes, sin aseo. Lo escribo porque frecuentemente paso por ahí. De su interior nada sé, sólo que se ven menos visitas de estudiantes de universidades y de tecnológicos.

Juzgue usted.

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