En la conferencia presidencial –la mañanera deeste miércoles 13 de mayo– se anunció el reinicio de la actividad económica suspendida por la el Covid-19, y que acaso sólo cumplió la mitad de la población, en la que quedaron muchas dudas en el aire, pues por primera vez no se permitieron preguntas.
El primer cuestionamiento es: ¿por qué se anuncia la reactivación precisamente cuando la famosa curva no se aplana, no se dobla hacia abajo y, peor, cuando se está en lo más alto y apunta hacia arriba, a la cima? Precisamente la víspera del anuncio, el martes 12, se registró el mayor número de contagios –cerca de 2 mil– y de fallecidos –353– en todo el país. La cifra este miércoles fue de 294 decesos, para sumar un total de 4 mil 220, y creció el número de contagios en 2 mil 861, para sumar 40 mil 186.
También cuando México sigue muy rezagado –el mayor después de Honduras, Haití y Nicaragua, entre algún otro país– en la aplicación de pruebas para poder acercarnos a la realidad de los contagios y, particularmente, de las personas asintomáticas que, por su condición de no reconocerse como portadoras por no sentir molestias, podrían seguir desparramando el virus de manera soterrada y con efectos multiplicadores e igualmente perniciosos, entre otras muchas interrogantes.
Andrés Manuel López Obrador ha dicho muchas veces que “ya se ve la luz del túnel”. Pero nada más él, sin más fundamento científico que el aportado por su médico, consejero y científico de cabecera, pero sin tener las bases investigativas más cercanas a la realidad que se obtienen con pruebas o tests masivos que demanda la Organización Mundial de la Salud, que del túnel.
Aunque si bien es cierto que el Presidente ha dejado abierta la puerta para que cada entidad y hasta las mismas circunscripciones municipales determinen lo pertinente a seguir en este gradual reinicio de actividades, lo más probable es que se produzca un relajamiento del distanciamiento social, el de quedarse en casa y en la aplicación de medidas preventivas, como es el aseo constante y el uso de cubrebocas o mascarillas, y vuelvan las reuniones, fiestas, la convivencia social, como si nada estuviera pasando…, o sin tener necesidad,como sí la tienen quienes viven al día, y que irresponsablemente siga la gente en su ambiente de indisciplina.
Entonces, el rebrote o recaída, como sucede en cualquier enfermedad grave, sería lo peor. Y si bien el mandatario ha dejado la puerta abierta para dar marcha atrás en cualquiera de las etapas programadas, si las cosas no salen como se proyectan, lo más conveniente sería esperar que pase un poco más de tiempo para evitar una réplica.
Como el caso de los terremotos, en que las tales réplicas terminan con lo que quedó.Debemos aprender de lo que se está haciendo en Italia, Francia y España, que habiendo empezado el problema del coronavirus alrededor de un mes antes que aquí, apenas si se atreven a salir a las calles y poco a poco van reanudando su actividad.
Por supuesto que México está urgido de reactivación productiva más que comercial, que fue poco restringida, y que se vayan recuperando fuentes de empleo. También, que la prácticamente legalizada y normal economía informal tome su ritmo, pero que no únicamente se vaya a ver lo monetario. Menos hacerle caso al otro indisciplinado que es Trump, quien habiendo actuado bastante tarde y mal contra el virus, ahora urge a la actividad si aún no están dadas las condiciones. Esto puede provocar muchas muertes, como ya se lo advirtieron sus mismos consejeros, y que en este caso nuestro país trata de seguirle los pasos, dizque por aquello de que no se interrumpa la cadena productiva.
Si bien es cierto que todo esto se hará gradualmente –al menos es lo que prometen–,también se debe ser consciente de que cualquier descuido o desbordamiento podría pagarse muy caro social, económica y hasta políticamente, pues no es suficiente que el primer mandatario diga que el pueblo mexicano es muy bueno y solidario, o encomendarlo a lo divino, si como personas cada uno de nosotros no ponemos lo que está de nuestra parte y asumimos nuestras propias calamidades y sacrificios para no dejarles toda la carga, como sucede, a los mayormente marginados. A ellos se les tupe por todos lados. Siempre, en este agresivo neoliberalismo económico que persiste, son las primeras y más graves víctimas de cuanta calamidad ocurre.
Ciertamente está por verse qué ocurrirá con esa “nueva normalidad” anunciada. ¿Realmente será nueva o caeremos en lo de siempre para seguir igual, sin aprender ni experimentar en cabeza ajena, y ahora en cabeza propia?
Por eso, que se abra casi toda actividad cuando estamos en el famoso pico y sin ninguna seguridad de doblarla todavía, me resulta fuera de foco, en particular cuando se pone por delante lo pecuniario sobre la salud y hasta la dignidad de las personas, como aquel avaro y ambiciosomultimillonario de una televisora, banco y electrodomésticos que nunca cerró sus puertas.