Debate Abierto
Criterios
Este lunes 1 de abril inicia una nueva administración en la Universidad de Guadalajara (UdeG), año emblemático porque también se cumplen 30 años del cacicazgo de Raúl Padilla -fue el cuadragésimo tercer rector-, quien estuvo en el cargo del 1 de abril de 1989 al 31 de marzo de 1995. Desde entonces, mantiene un férreo control de toda la universidad a través del Consejo General Universitario, los dos sindicatos, el de académicos y el de trabajadores administrativos, además de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU).
Además, durante estas tres décadas, Padilla López ha creado numerosas empresas, supuestamente universitarias, todas con recursos públicos, pero administradas como entidades privadas; actualmente catorce se encuentran en funcionamiento, y ya vienen otras en camino.
Ricardo Villanueva Lomelí, el nuevo rector general, inaugura una nueva etapa, al ser el primero que salió de la Federación de Estudiantes Universitarias (FEU), organización estudiantil que al igual que la antigua Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) ha sido el semillero donde el llamado Grupo Universidad forma a sus nuevos cuadros políticos, cuyos dirigentes terminarán en la administración central de la universidad, pero también en partidos políticos, gobiernos municipales, organismos autónomos, poder judicial, entre otros destinos en los cuales que el Grupo tiene capacidad de incidir.
La Universidad de Guadalajara no está gobernada por sus académicos, menos por sus estudiantes o trabajadores, sino por un grupo político que devino en poder fáctico y es el que mantiene a la segunda universidad pública del país en la antidemocracia y la opacidad en el manejo de los recursos públicos, sobre todo los que van a parar a las empresas universitarias. El arribo de Ricardo Villanueva, como parte de ese grupo político asegura que nada cambie en los próximos seis años que dura en el cargo.
Realmente en la UdeG nunca se ha vivido una etapa democrática, antes del cacicazgo de Padilla, estuvo el de los Ramírez Ladewig; primero el de Carlos Ramírez, fundador de la FEG y al asesinato de éste el 12 de septiembre de 1975, lo sucedió su hermano, Álvaro Ramírez. Raúl Padilla llegó a la rectoría de la UdeG con el apoyo de Álvaro, pero luego lo traicionó, quedándose con el control de la universidad desde 1989.
El nuevo rector llega además, de forma coincidente con un nuevo gobierno de Jalisco y con un nuevo gobierno federal. Enrique Alfaro fue clave en la designación de Villanueva Lomelí como rector general. Durante la pasada elección para gobernador de Jalisco simularon ser rivales: realmente han sido siempre grandes amigos. Alfaro necesita a Villanueva para impulsar su pretendida refundación de Jalisco; además, Alfaro necesita a la Universidad de Guadalajara y todo lo que ésta representa para impulsar su candidatura a la presidencia de la república en 2024.
Al igual que sucedió con la designación de Villanueva como rector general, la comunidad universitaria está completamente fuera del debate, discusión y decisión de los nuevos nombramientos que vendrán en cascada a partir de abril y mayo, cuando se nombrarán los rectores de centros universitarios, los jefes de División y de Departamento.
En la Universidad de Guadalajara, los académicos no tenemos ni siquiera la posibilidad de incidir en el nombramiento de nuestro jefe de departamento, que según el artículo 23 de la Ley Orgánica son las “unidades académicas básicas, en donde se organizan y administran las funciones universitarias de docencia, investigación y difusión”.
Los jefes de departamento, como en todos los demás cargos directivos, son nombrados desde arriba, por los altos directivos de cada centro universitario. En esto la Ley orgánica también es letra muerta. Aunque el artículo 65 de la Ley Orgánica establece que el Colegio Departamental tiene la atribución de proponer al jefe de departamento, en la práctica, esta decisión la toman desde la rectoría de centro.
No existe una tradición democrática en la UdeG, a la gran mayoría de los académicos, estudiantes y personal administrativo no parece preocuparle en lo absoluto que no los tomen en cuenta en la designación de las máximas autoridades universitarias, esas que después van a incidir en la calidad de los estudios que reciben los estudiantes o del ambiente laboral en que se desempeñan profesores y personal administrativo.
Sin embargo, México vive nuevos tiempos, a nivel federal se impulsa una cruzada en contra de la corrupción y los cacicazgos en las universidades públicas. Si ese proyecto de la presidencia de la república va en serio, entonces se vislumbran tiempos de cambios para la universidad de Guadalajara. Ahí podremos constatar porqué llegó Villanueva a la rectoría y se podrá comprobar el porqué de la alianza Alfaro-Padilla. Pero, si el proyecto de impulsar la cuarta transformación del país existe sólo en el discurso y se dejan intactos los cacicazgos regionales entonces el control de la universidad por parte de Raúl Padilla se fortalecerá aún más.