Ojos ciegos y oídos sordos de López Obrador

Con sumo interés, la tarde del pasado domingo escuché, como muchísimos mexicanos, el informe trimestral del presidente Andrés Manuel, a la espera de un gran mensaje que fuera el parteaguas en el actual y muy convulso entorno agravado por la pandemia del coronavirus y sus secuelas, lo que ha puesto en el banquillo, si no de los acusados, sí a gobiernos en el mundo de displicencia ante la situación y que, primero, no se aprestaron a conciencia en la gente y, segundo, a dotar de instalaciones hospitalarias, equipos e insumos urgentes indispensables. lópez obrador

Es más, en el caso mexicano, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, autorizó la venta a China, a precios ridículos, de los cubrebocas que había en el país hasta febrero pasado; ahora, con bombo y platillo, anuncian la llegada desde aquel país de un millón de tales aditamentos. El costo, de acuerdo con información de la corresponsalía del diario británico The Economist, reproducido el martes 7 en México por El Economista, es de 30 veces más.  

De vuelta al informe presidencial, diré que nada extraordinario ocurrió. Fue como el parto de los montes. Se esperaba, sin que se saliera o se estropeara mayormente el eje central de la doctrina de la 4T, decisiones concretas y certeras. Sin embargo, López Obrador volvió sobre el camino de todos los días, a repetir su conocido discurso y, fiel a lo que ya había adelantado la víspera, no escuchó ni vio a nadie más. No hizo caso a propuesta de economistas, empresarios, líderes sociales y políticos, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas y, en alguna medida, del mismo Porfirio Muñoz Ledo, de hacer un gran acuerdo.

El diputado de Morena, escribió en El Universal ,el sábado 4 de abril en su colaboración semana,  una “Carta al Presidente de la República”, en la cual expone que “estamos obligados a reconstruir un mundo que se acaba y cuyo destino es incierto”. Y tras referirse a cuánto déficit fiscal debe aceptar el gobierno mexicano, añade que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) habla de un Plan Marshall “y nosotros de la Cuarta Transformación del país”, que de no tomar grandes decisiones podría quedar en terapia intensiva. “Es hora de revisar teorías de cambio empezando por las geopolíticas”, ha escrito.

No obstante, AMLO cerró los ojos, se tapó los oídos y bateó las sugerencias y respondió, como reiterando que el que manda aquí soy yo, y sólo hizo algunas propuestas generales para hacer frente a la crisis social y económica post Covid-19, como crear 2 millones de empleos, sin precisar cómo, y brindar un millón de créditos de 25 mil pesos a cada microempresa –cosa muy positiva- y reactivar la construcción de miles de casas vía Infonavit, entre algunas otras acciones, pero nada de hacer caso a lo que el jefe del Ejecutivo ha de juzgar como canto de las sirenas, pero sin recordar que muchos países han salido adelante mediante grandes acuerdos.

Escribe además Muñoz Ledo que organismos internacionales sugieren adoptar una “economía de guerra. Hay consenso sobre medidas drásticas, como la estatización de la industria estratégica, la conversión de los centros médicos privados a favor de un sistema sanitario público universal, el ejercicio de una presión fiscal sobre las rentas más altas y el abandono al temor de la deuda”, siempre y cuando ésta se maneje responsablemente.

Luego escribió, para concluir, no sin antes refutar al neoliberalismo:

“Desde el encierro informático he estado en contacto con el grupo de economistas que le enviaron hoy un documento con el que coincido en lo esencial y al que he añadido 8 prioridades que tengo a su disposición. Ellos hablan de un Pacto de Estado a la altura de las circunstancias. Otros de un Acuerdo Económico y Social para el Desarrollo.  Cualquiera que sea el nombre sería presidido por el Ejecutivo Federal, con la participación de sus dependencias y ratificado por el Congreso de la Unión. El sector privado involucraría a diversos niveles de empresarios y a sus organismos representativos, y no sólo a los grandes capitales cuya petición han sido siempre las exenciones fiscales a cambio de la creación de empleos, cuando la micro, pequeña y mediana empresa generan el 80% de los empleos formales del país”.

“Quisieran igualar su fuerza a la del Estado, por lo que en ningún caso este acuerdo debe ser bilateral como en la época en que el gobierno era el ‘comité administrador de los intereses privados’. Por todas las razones expuesta nos corresponde actuar como representantes del pueblo y de la nación”.

Pero ni así AMLO le hizo caso. Tal vez por eso Muñoz Ledo, a quien parecen no dejar ser el ideólogo moreno, cerró recientemente con un tuitazo:

“Hay frases que trascienden los sexenios –en referencia al presidente al traer a cuenta que “el coronavirus nos vino como anillo al dedo…– otros la sienten como soga al cuello y muchos estamos encerrados con el grillete al tobillo…”

Y el mandatario que ni le ha hecho caso.

Entretanto, están de por medio miles y miles de pequeños establecimientos de fabricación, transformación y servicio –formales e informales– que conforman el grueso de las fuentes de empleo en el país y van al día. Para quien no tiene trabajadores, los 25 mil pesos de préstamo le caerán muy bien, pero para quien tiene uno, dos, tres empleados u obreros, ¿cómo sobrevivirá al coronavirus que, parece, va para largo?                   lópez obrador

Al día de hoy se han perdido ya casi 347 mil empleos formales, informa la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. El IMSS habla de 138 mil trabajadores sin seguridad social. Y esto apenas empieza. ¿Cómo creará la autoridad los 2 millones de empleos que promete entre mayo y diciembre?

Por todo eso, muchos se organizan y hay grandes empresas que quieren adoptar a pequeñas. Ojalá no se las coman, luego de que los dueños no encontraran cobijo en la Presidencia, salvo unos cuantos que podrían estar en el grupo de los “conservadores” y neoliberales. Se saben ajustar.

 

 

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