Por Román Munguía Huato
22 de febrero de 2022.- Sin pena ni gloria aconteció el 15 de febrero, un aniversario más de esta gran metrópoli del occidente del país. Seguramente fue con más pena que gloria, pues desde hace varias décadas la ciudad arrastra consigo diversos y grandes males propios de las grandes concentraciones demográficas contemporáneas. A casi cinco siglos de errante fundación sus problemas y contradicciones aumentan cada día y parecen no tener solución a corto y mediano plazo, materialización de la degradación social.
Con más de cinco millones de habitantes en 2020, Guadalajara es la tercera área metropolitana más poblada de México, después de la zona metropolitana del Valle de México y de la zona de Monterrey, así como la número 85 a nivel mundial, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Su formación económica–social histórica corresponde a las grandes etapas del desarrollo económico y político de México, iniciando con la Conquista española, la Colonia, la Independencia, Porfiriato, Revolucionaria y Posrevolucionaria. Es decir, grosso modo, su historia corresponde a dos grandes etapas: la precapitalista y la capitalista, cada una con sus propias fases particulares de desarrollo. Sin duda, la etapa moderna de la ciudad esta determinada por el proceso de desarrollo capitalista, especialmente desde mediados del siglo pasado, cuando la industrialización y el comercio adquieren todos los rasgos del capital, incluido su forma bancaria. Pero en las últimas cuatro décadas, bajo el neoliberalismo como expresión del capitalismo salvaje, estallan múltiples contradicciones y graves problemas que a la fecha imperan en toda la región metropolitana.
El caos en movimiento en la gran ciudad es expresión de un paraíso laboral para el capital, especialmente el industrial, al igual que un paraíso donde el capital inmobiliario es el amo y señor del amplio territorio en el cual despliega todas sus formas de crecimiento desordenado y sin ningún control formal jurídico pues los planes urbanos y los usos del suelo son carta blanca en manos de las grandes empresas constructoras e inmobiliarias. El neoliberalismo todavía causa muchos estragos y uno de ellos es la apropiación ilegal de espacios púbicos, uno de cuyos ejemplos es el proyecto inmobiliario Iconia, que pretende edificar varias torres de gran altura en Periférico Norte y Calzada Independencia. Los sucesivos gobernantes de lo público se han convertido en promotores inmobiliarios con sus intereses privados deleznables encarnando la profunda corrupción urbanística imperante.
Planes urbanos vienen y van desde hace muchas décadas pero sin ninguna efectividad para una planificación que atenúe el caos metropolitano. Gobiernos estatales y municipales, de partidos ultraconservadores y conservadores, van y vienen pero siguen complacientes y en contubernio con el verdadero amo y dueño de la ciudad, una oligarquía incapaz de proponer un proyecto democrático de ciudad armónica para la ciudadanía en general. La ciudad sigue estando a merced de poderosos caciques muy corruptos que mangonean instituciones públicas como es la Universidad de Guadalajara.
El desastre ambiental está por todas partes de la ciudad, y la región metropolitana es escenario de una de las grandes catástrofes ecológicas nacionales con la cuenca hídrica del Río Santiago. La ineptidud de los anteriores gobiernos federales y del actual, así como de los gobiernos estatales y municipales es ejemplo de la absoluta falta de responsabilidad política para resolver este tipo de problema que afecta seriamente la salud de miles de pobladores. El déficit de equipamientos colectivos públicos (médico–hospitalarios, educativos, deportivos, etcétera), de infraestructura vial y transporte público, de espacios públicos recreativos y áreas verdes, aumenta día con día.
Pero uno de los más grandes males sociales es la hiperviolencia social que afecta a todos los ciudadanos de la población metropolitana. La delincuencia en todas su formas criminales sigue creciendo y las miles de personas desaparecidas son ejemplo de la barbarie social imperante. Ni el gobierno de la 4T ni el gobierno estatal ni los gobiernos municipales han podido ni quieren resolver este gravísimo problema en el que el narco desde hace muchas décadas tiene dominio pleno.
Sin duda, se requiere urgente de una profunda transformación social local, regional, estatal y nacional para tener verdaderas ciudades sin contrastes sociales clasistas, cuya pobreza social sea desterrada y existan los espacios urbanos apacibles para una plena convivencia humana. El Derecho a la ciudad, presupone una democratización radical de la vida pública para una humanización de la sociedad entera.
Al lector que le interese un ensayo sobre la fundación de Guadalajara vea: https://urbanitasite.files.wordpress.com/2019/10/munguc3ada-conquista-y-urbanizacic3b3n.-ciudades-novohispanas-en-el-siglo-xvi-la-fundacic3b3n-de-guadalajara.pdf Escrito en febrero de 1998 y publicado en: Arte y Arquitectura CUAAD, Universidad de Guadalajara, 2013.