Por Eduardo González Velázquez
17 de febrero de 2022.- Hoy por hoy, asistimos a dos realidades relacionadas al fenómeno migratorio en México, a saber: la primera, la mano de obra migrante sigue siendo una de las principales mercancías de exportación mexicanas. Anualmente miles de personas salen del país rumbo a Estados Unidos en busca de un empleo. La segunda, una de las principales fuentes de dólares para nuestra economía es la billetiza verde que envían los paisanos, a sus familias.
El año pasado la dolariza remesera creció 27.1% con relación a 2020, alcanzando un total de 51 mil 594 millones de dólares, continuando con ello una racha de 8 años consecutivos de crecimiento. Los recursos enviados el año pasado por los migrantes mexicanos marcaron un récord histórico, además representaron 5 por ciento del Producto Interno Bruto Nacional (PIB).
De nadie, más que de las personas migrantes, es ese logro. Que ningún gobierno se cuelgue la medalla. Siete estados de la República concentraron casi la mitad del total de las remesas: Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Estado de México, Ciudad de México, Guerrero y Oaxaca (BBVA-Bancomer). Con base en estas cifras, México se colocó como el tercer país remesero del mundo, solo detrás de la India y China.
En cuanto a la radiografía estatal y municipal de las remesas, los recursos enviados por los jaliscienses que viven fuera del llegaron a los cinco mil 236 millones de dólares. Estas remesas significaron mayores recursos a los ejercidos por los gobiernos municipales en 111 Ayuntamientos. Guadalajara fue la alcaldía que recibió mayores remesas alcanzando la cifra de 12 mil 770 millones de pesos (mdp) en 2021, lo cual superó los 9 mil 181 mdp ejercidos en el mismo periodo por el gobierno municipal y colocó a la ciudad como la segunda a nivel nacional en este rubro, solo detrás de Tijuana. Tlajomulco es el único municipio metropolitano donde las remesas no rebasaron el monto del presupuesto del gobierno municipal (El Informador, 16 de febrero de 2022).
Ahora bien, el monto remesero continúa utilizándose para el gasto corriente de las familias. Alimento, vestido, educación y salud siguen siendo los principales destinos de los dólares recibidos. Por esa razón, y por lo atomizado que llegan los recursos, las remesas no logran generar desarrollo y crecimiento económico, ni tampoco son utilizadas para generar empleo que permita detener la sangría poblacional.
Al contrario, los billetes verdes se significan como la gran evidencia del “éxito” migratorio de los exiliados económicos, haciendo las veces de catapulta que lanza a las personas allende el río Bravo en busca de mejores condiciones de vida. A esto habría que agregar la desaparición del programa 3×1, que, si bien no estaba destinado para generar empleos mediante la puesta en marcha de negocios, si ofrecía empleo temporal a las personas que se contrataban para realizar obras públicas con el dinero que aportaban los paisanos y los gobiernos de los tres niveles. Ahora, no contamos ni con eso.
La paradoja de las remesas es que en lugar de detener la migración la incentivan. La población en Jalisco no es la excepción a la regla.
Profesor-investigador del Depto. de Relaciones Internacionales, región occidente. Tec de Monterrey.
@contodoytriques