¿Oposición al garete?

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Estamos viviendo por estos días un forcejeo interesante en la arena política. Ya era tiempo de que iniciara el fandango. Andábamos más que calladitos, todos como muñequitas de aparador más bien. Por un lado, los que apoyaron y sufragaron masivamente por AMLO hace casi dos años, festinando el triunfo y aplaudiendo cada ocurrencia presidencial del titular del ejecutivo. Es un derecho que no se puede conculcar. Si una enorme mayoría de ciudadanos cifró su esperanza por transitar hacia un país mejor estructurado, mejor armado a como lo habíamos venido transitando; y si considera que los pasos que se van dando desde el poder ejecutivo responden a esta esperanza; pues que lo festine y cante. Ya se verá más adelante si hay correspondencia entre la realidad concreta y sus ilusiones expuestas. oposición

También están en todo su derecho los escépticos en la biunivocidad de este tinglado. Hay o debe haber un buen segmento de ciudadanos a los que no les cuadren ciertos datos, por lo menos de promiscuidad aparente, en los paquetes de coordinación fáctica del ejecutivo. Por mencionar un caso, aunque haya muchos, habría que buscar la razón de fondo que motivó al señor Peje a tener y mantener a su lado al magnate empresario Alfonso Romo y lo que su presencia actuante significa dentro de los procesos de reivindicación de la actividad productiva para el campo mexicano. Habrá quien mencione aquí también a Carlos Slim, a Salinas Pliego y a otros más. Pero adelantamos que sería señalado sólo un caso. Sigamos pues.

La prevención de los escépticos también es necesaria. Se trata de un buen segmento de sufragistas que normalmente no hubieran entregado su voto, es decir su confianza, al abanderado de Morena en el 2018. Por la razón que haya sido, esta vez decidieron no seguir apoyando a alguno de los abanderados que presentaron el PRIAN y sus comparsas, entre las que dolorosamente terminó sumándose el PRD. Es decir, todos los emisores de voto de castigo tienen el derecho inalienable también a corroborar si la expectativa que les llevó a emitir su voto en el sentido en que lo hicieron se está cumpliendo o no. Revisar si pueden iniciar un proceso de arrepentimiento o no.

Estarán en su derecho los opositores por su cuenta a continuar no otorgando ni el beneficio de la duda al ganón de la elección pasada, por muy abultados que hubieran sido los momios. El resultado concreto de aquella elección ya no se discute. No tiene sentido querer reducirle sus márgenes, con elucubraciones de sentidos o apariencias de invalidez. Obrador llegó al poder ejecutivo y lleva ejerciéndolo legítimamente casi los dos años que han transcurrido de la jornada del sufragio. Y así vamos a seguir.

La oposición tiene siempre pleno derecho a cuestionar. Se trata de una prerrogativa ciudadana. Lo mismo que los que triunfaron tienen el derecho a festinar todo lo que quieran y a defender a su campeón entronizado. Hasta aquí no habría punto de conflicto, pues hablamos de mecanismos elementales y civilizados, que instrumenta una democracia para funcionar. Si luego se confrontan ambos grupos y se disponen a dirimir su diferencia, bajando a la arena de la contienda, en tanto ésta sea civilizada, seguimos dentro de los cánones consagrados de comportamiento racional.

Donde ya no empieza a aparecer tan prístino el punto es cuando arranca, para los debates, la difusión y profusión insidiosa de mentiras. En este punto no se manejan tanto las llamadas medias verdades, sino que se miente abiertamente. Se miente con todos los dientes, dicen los que saben. Y se hace precisamente porque el mundo de la política viene siendo el campo de la confusión y de la mendacidad. Pareciera ser muchas veces que el mejor político es el más embustero, el que mejor engaña, el que más encanta con ilusiones y falsedades. Todo mundo se queda tan contento ¿porque así es?

Hace algunos días conocimos una carta abierta de algunos exquisitos, tachados ante el público como intelectuales, entre los que destacan Aguilar Camín y Enrique Krauze. A causa de que los auditores que revisan, desde las oficinas del poder, los malos manejos económicos que cometemos y hemos cometido los ciudadanos hasta esta fecha, pegaron el grito en el cielo. La revista Nexos fue cogida con las manos en la masa. Le hallaron manejos irregulares y la reconvinieron por ello. De inmediato estos exquisitos encuerados pegaron el grito en el cielo, diciéndose víctimas de una campaña de odio y de sufrir persecución por sus ideas. Esto es, que desde el poder ejecutivo inició ya una campaña nugatoria a la libertad de expresión. Hace apenas dos días empezó a circular otra carta, ahora signada por 650 medieros, periodistas, comunicadores… que suscriben la misma queja y alzan la voz para prevenirnos a que impidamos, entre todos, que se desate la cacería de brujas en contra de esta sacrosanta libertad de expresión.

Para cerrar, acaba de aparecer el impresentable Gabriel Quadri. Propone que el frente de fuerzas opositoras se nuclee en un organismo que se llame Tumor (Todos contra Morena). Que les asista el derecho a todos éstos inconformes no se traduce en que posean la razón. Lo único que hay que aplaudir es que por fin haya decidido la oposición dar la cara y bajar a la lisa. Que se abran las puertas a los debates y que ventilemos entre todos lo que nos convenga, lo que hayamos de apuntalar. Sostener lo que nos beneficie y repulsar y rechazar, bajo veredicto colectivo, lo que nos dañe. A darle, que es mole de olla.

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