Como se ha dicho y repetido tanto en todos lados y aquí en distintas ocasiones y, además, se ha ido comprobando a lo largo de casi un año de sufrir la pandemia con un saldo cercano a los 160 mil decesos, aunque de acuerdo con el Inegi, las muertes serían 40% más, ha quedado muy claro que las autoridades sanitarias mexicanas, contra lo que afirman, nunca se prepararon para hacerle frente con una estrategia científica y no sacada de la manga como ocurre, y sin visos de cambio ante el rotundo fracaso.
Tan mal planificado todo que ni siquiera hay una partida asignada en el presupuesto federal de este año.
Los resultados dramáticos están a la vista, convertidos a la fecha en el tercer país con mayor número de muertos en el mundo habiendo rebasado recientemente a la India que tiene una población diez veces mayor. Es, en suma, uno de los países que peor han manejado esta emergencia. Donde sí ocupamos el primer lugar mundial es en la pérdida de vidas humanas entre el personal de urgencias médicas por el Covid-19.
La idea de que todo iba a estar muy bien y de que estábamos preparados luego de más de dos meses de experiencia en varias partes del mundo por el ataque del virus generado casualmente en un mercado de Wuhan o diseminado por algún descuido de laboratorio de biomedicina de los que hay varios en dicha ciudad, se la infundió al presidente Andrés Manuel el responsable contener el mal, Hugo López Gatell y así fue que aquél ha venido difundiendo y reforzando esa convicción… si es que él mismo no la concibió dada su percepción eminentemente política. Es así pues que se ha venido repitiendo hasta el cansancio al grado de insistir durante la segunda mitad de 2020 que ya se le va domando, que ya se ve la luz del túnel, que ya vamos saliendo de la pandemia.
Pero lo peor, fue que el susodicho zar anti SARS-CoV2 nunca hizo algo para convencer al mandatario de tomar medidas estrictas y precauciones mínimas que ya son de todos conocidas, hasta que el mismo AMLO se contagió y, por fortuna, levemente. No sabemos cuál será su comportamiento al respecto después de su experiencia y cuando los contagios siguen hacia arriba, no muy lejos de los 2 millones (un millón 869 mil 708… hasta el martes el día de La Candelaria.
Ahora bien, para entender mejor lo que sucede en esta materia tan a duras penas sufrida y sobrellevada por la sociedad mexicana que nadie sabe cuánto tiempo más aguante, vale mucho la pena leer el libro Un daño irreparable- escrito por la doctora en ciencias médicas Laurie Ann Ximénez-Fyvie sobre el catastrófico manejo del Covid-19 en México.
La investigadora en microbiología de la UNAM y postgraduada en Harvard desmenuza, con pruebas, lo que llama “la criminal gestión de la pandemia en México”, los errores y contradicciones de López Gatell de quien dice obra más como político que quiere quedar bien con el presidente para ascender y no como científico que se supone que es.
Afirma que en el fondo hay no el propósito de la inmunidad, sino “la mortalidad de rebaño” fincado en la política sin ética, a tal punto que existe una guía en el Consejo de Seguridad General de México sobre quién debe vivir y quién debe morir: los de la tercera edad a lo que llama “gerentofobia”. Esto sería menos costoso, según el hombre de las confianzas del presidente, que sacrificar la vida de 3.5 millones de personas de avanzada edad.
Para cubrir el fracaso ante los contagios y las muertes, dice la biomédica, en México las autoridades y en particular López Gatell, a quien tacha de soberbio, le echó la culpa a los gobiernos pasados, al neoliberalismo, al desmantelamiento de clínicas y hospitales de los servicios de salud, al exceso de grasas, azúcares y sal, pero no a la falta de prevención ni al bajo índice de pruebas; sembró la falsa “narrativa de lo inevitable” y muchas acciones y declaraciones de él han sido perjudiciales como la descalificación de medidas simples como el uso del cubrebocas; que los asintomáticos no contagian; que las pruebas de diagnóstico no tienen utilidad y que los enfermos se vayan a sus casas y acudan al hospital hasta que estén graves. Todo esto, contrario a la lógica y a lo hecho en otras latitudes con buenos resultados.
Resalta la negligencia habida en México para controlar accesos en fronteras y aeropuertos, la falta enorme de tests o pruebas de laboratorio y que en realidad nunca hubo una intervención temprana en esta y otras materias, ámbito en el que muchos países africanos se colocaron a la cabeza cerrando vuelos y fronteras al ver lo que sucedía en Europa donde los contagios y las muertes se sucedían de manera continua y donde luego del distanciamiento social vendrían rebrotes en varios de esos países por la migración interna.
Sobre las vacunas, que una vez que se apliquen al menos al 70% de la población sí se podrá hablar de inmunidad de rebaño, pero que eso ocurrirá hasta entrado el 2022, independientemente de que este asunto se ha politizado desde el anuncio mismo de la llegada de los antígenos que son anunciados por funcionarios que nada tienen que ver con la salud, apunta la escritora de Un daño irreparable, la criminal gestión de la pandemia en México, de Editorial Planeta, aparecido en enero pasado.
Reprocha, por otra parte la manipulación de datos para acomodar, al antojo y conveniencia de las autoridades, en este caso López Gatell, quien en diciembre pasado acomodó todo para que la gente atiborrara calles y plazas para las compras prenavideñas. Y concluye las doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie en este interesante y actual libro de más de 250 páginas que se lee de sopetón:
Quizá no sabremos nunca cuántas vidas cobró esta canallada.