¿Para qué sirve el presupuesto público?

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Debate Abierto

Criterios

 

Este domingo 8 de septiembre el ejecutivo federal, a través del Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, presentó al Poder Legislativo tres grandes documentos: el Presupuesto de Egresos de la Federación, la Ley de Ingresos y los Criterios Generales de Política Económica; en ellos el Ejecutivo propone al congreso cómo se planea recaudar, cómo se piensa gastar y la política macroeconómica que el gobierno federal va a impulsar el año próximo, respectivamente.

Es claro que donde se ponen los recursos económicos se ponen las prioridades del gobierno, y el paquete 2020 pone el énfasis en seguridad pública, programas sociales y el rescate de Petróleos Mexicanos (Pemex).

La política fiscal de cualquier país debe ser un instrumento de la política macroeconómica para impulsar el crecimiento y sobre todo el desarrollo, es decir, combatir la pobreza y la desigualdad con una perspectiva regional. La desigualdad sólo se aminora si se gasta bien en salud, educación y se busca la recuperación de los salarios. Además, si se combate la evasión fiscal a través de la eliminación de los paraísos fiscales y la evasión de empresas que venden servicios, que tradicionalmente han vivido en mercados poco regulados.

En los sexenios anteriores, todos estos objetivos se plasmaban en la política fiscal, pero se quedaban sólo en el discurso. Una enorme cantidad de recursos públicos se fueron por el caño de la corrupción; por ahí se extinguieron miles de millones de pesos que pudieron tener un fin social más rentable.

La Cámara de Diputados tiene hasta el 20 de octubre para aprobar la Ley de Ingresos, de ahí pasa a la Cámara de Senadores, que tiene hasta el 31 de octubre para aprobarla. Mientras que el proyecto de presupuesto de gasto sólo debe ser aprobado por la Cámara de Diputados y con fecha límite del 15 de noviembre.

La cantidad de recursos que la Federación planee gastar depende de los ingresos que proyecte recaudar el año próximo, y la recaudación depende a su vez del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) proyectado, que se estima entre el 1.5 y el 2.5%.

En este sentido, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador apuesta que la firma del nuevo tratado comercial con América del Norte dinamizará la economía mexicana en los próximos años; parece arriesgado poner muchas esperanzas en este acuerdo y dejar de lado los factores internos que deberían pesar en la reactivación de la economía, como es la inversión privada interna, la inversión extranjera y la inversión pública; las dos primera dependen de la confianza del sector empresarial en el gobierno, y justamente esa confianza es la que parece estars desvaneciéndose.

Para el año 2020 se planea un ingreso de 6.1 billones de pesos, contra 5.8 que se están ejerciendo este año. Los Criterios Generales planean un marco macroeconómico estable: tasa de inflación de 3%, tasa de interés de nominal promedio de 7.4% (CETES), precio promedio del barril de petróleo de 49 dólares (la mezcla mexicana en 55 dólares) y el tipo de cambio de 20 pesos por dólar. Indicadores muy parecidos a los de este año.

La estrategia del gobierno parece ser clara: ante la disminución de la economía, que proyecta recaudar menos ingresos de los que se necesitan para financiar los programas sociales, el gobierno le apuesta a rescatar a Pemex para que en el futuro esta empresa del Estado vuelva a ser palanca del desarrollo, como se pretendía hace algunas décadas. Por ello se proyecta que la producción de crudo se recupere a 1.9 millones de barriles diarios; además la rehabilitación de las refinerías que ya existen, con el fin de disminuir la importación de gasolinas. Con esto se planea mayores ingresos por la venta de petróleo crudo y gastar menos en la importación de gasolina.

El escenario de crecimiento del PIB parece muy optimista ante la desaceleración de las principales economías desarrolladas; por ello creo que es una buena estrategia empezar a aplicar impuestos a empresas prestadoras de servicios como las plataformas digitales (Netflix) y servicios de taxis ejecutivos. Además de ajustar el impuesto a cigarros, refrescos y sobre todo la evasión fiscal con la presentación de facturas falsas.

El ajuste de los impuestos a refrescos es una buena medida, con ello se recaudará más y se quitan incentivos para consumir estas bebidas que mucho contribuyen a la obesidad, sin embargo, siempre he pensado que el consumo de bebidas gaseosas disminuirá por efecto de una mayor educación, y no tanto por mayores impuestos.

Además, México, de forma estructural, ha tenido una baja recaudación: apenas el 13% de lPIB, cuando otros países de América Latina rondan en 17%, y no se diga países europeos que rondan el 30%. México deberá presionar a los evasores fiscales y así, con mayores ingresos, financiar mejor el desarrollo.

Una nueva política para 2020 es la aplicación de un impuesto a la renta de propiedades; hasta la fecha, quien renta una casa o un departamento evade muchos impuestos. Ahora, para el año próximo, la Cámara de Diputados deberá aprobar nuevas medidas para evitar esta evasión.

En fin, el paquete económico que entregó el ejecutivo es modesto en cuantos a sus objetivos, además de previsor ya que busca nuevas vías de recaudación ante el probable escenario de bajo crecimiento. Le tocará a la Cámara de Diputados hacer todos los ajustes necesarios a la propuesta que envió el presidente, además de discutir y aprobar todas las reformas fiscales que le permitan al gobierno aumentar los ingresos.

El paquete, para decirlo en pocas palabras, es cumplidor, ya que presenta el Plan de Ingresos y Gasto de manera muy conservadora, apenas para impulsar el desarrollo del país pero con un margen de maniobra muy ajustado. Veremos.

 

 

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