Partidiario: Caso Nancy Gómez, escandaloso operativo, ¿escandalosa corrupción?

Felipe Cobián Rosales

19 de mayo de 2022.- Por lo que nos revelan los videos del pasado jueves 12, nunca en Jalisco se había visto un despliegue tan aparatoso, tan intimidatorio, tan inútil -me hicieron recordar aquellos desplantes espectaculares de Luis Carlos Nájera Gutiérrez cuando decía perseguir a Nemesio Oseguera, El Mencho– como el de la aprehensión de una pacífica mujer que sola conducía su auto por el Periférico acompañada de su hija de siete años de edad.

Se trata de la agente ministerial Nancy Gómez Figueroa, cuyo supuesto delito fue abuso de autoridad. Sus captores, agentes y personal de la Fiscalía Anticorrupción.

La abogada tuvo el atrevimiento de reportar, el 8 de junio de 2019, a su entonces coordinador, Marco Antonio Montes González, ahora flamante director de Órdenes de Aprehensión, quien en esa fecha le pidió que cambiara una carpeta de investigación, cosa a la que ella se negó, por lo que se abrió un procedimiento por abuso de autoridad y desde hace más de un año, tenía en su contra un proceso por desobedecer la consigna de su superior.

En la Fiscalía Anticorrupción se alega que Nancy Gómez Figueroa, tras una tercera cita, no acudió y fue que se le dictó la orden de aprehensión que se encargó de ejecutar la propia instancia con el humillante desplante en plena vía pública -Periférico Sur y Gobernador Curiel-, como si se tratara de la más peligrosa del mundo de la delincuencia.

Ella debió ser notificada de una orden de aprehensión en su contra y acudir a la cita. “No recibí personalmente notificación alguna como se establece en el Código de Procedimientos Penales”, asegura ella y ha dicho también que se trata de una venganza por parte de su antiguo jefe, Montes González, por haberlo denunciado tras presionarla para que alterara datos que favorecerían a un secuestrador.

Aquí es precisamente en donde cualquiera puede tener miedo, y hasta pánico cuando se trata de ciertas autoridades policíacas, administrativas o de Fiscalía General que pueden tener ligas con el bajo mundo, con la delincuencia organizada, incluso y que, por ende, pueden obrar en favor de ésta apresando a inocentes y no buscar la justicia.

Entonces, si el criterio de quienes deben perseguir delitos y delincuentes y, en este caso, capturan no ya a cualquier persona inocente, sino a los mismos compañeros de trabajo que descubrieron alguna corruptela, o simplemente porque obran rectamente y se rigen por el la ley del que está más arriba “porque me la debe” -de que la perra es brava y hasta los de casa muerde- ¿qué tanto podemos confiar en nuestras autoridades?

En primer lugar, el fiscal Luis Joaquín Méndez Ruiz -quien de herencia parental recibió el mando-, tiene que investigar a fondo este asunto e iniciar una limpia sin miramientos. El propio gobernador Enrique Alfaro Ramírez debe exigir que se esclarezcan las cosas y se castigue con la destitución al presunto responsable de este escándalo que hasta ahora, es Montes González, según el dicho de la víctima, quien además ha manifestado temor por su vida. ¿Con qué confianza podemos andar en la vía pública -y hasta estar en casa o en el trabajo, cuando de por sí la sociedad entera está agraviada por tanta inseguridad y violencia? Ahora, esta violencia viene de los mismos que deben de protegernos a todos.

Toda esa movilización con exceso de gente, armas y violencia empleada en la aprehensión de Nancy Gómez Figueroa, puede ser únicamente la punta del iceberg. Puede haber un mar de corrupción y es ahí en donde Alfaro Ramírez tiene la obligación de ahondar y hacer una limpia completa, así aparezca la Fiscalía General de Justicia estatal como una entidad autónoma que en realidad no la hay.

Y si a todo esto le agregamos los cerca de 16 mil desaparecidos que hay en Jalisco hasta a fecha -que forman parte del ejército de más de 100 mil desaparecidos en todo el país- y el sin fin de tumbas clandestinas, enfrentamientos armados y demás sucesos violentos e inseguridad sin visos de mejora, ¿hacia dónde va el estado?

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