Felipe Cobián Rosales
10 de junio de 2022.- Porque la convocatoria papal a un consistorio extraordinario a finales de agosto, al que acudirán todos los cardenales, pasó casi desapercibida, vale la pena hacer algunas reflexiones sobre el particular.
El sábado 27 de ese mes, el papa Francisco elevará a la dignidad cardenalicia a 21 nuevos colegiados que se sumarán a los ya existentes para un total de 229, de los cuales, en caso dado, sólo podrán ser electores 132 que no han cumplido los 80 años, edad límite para emitir su voto en cónclave, aunque no para ser votado.
El 28 de agosto, el papa Francisco visitará la localidad de L’Aquila para la Fiesta del Perdón, de lo cual hablaremos más adelante dado su simbolismo.
Los días 29 y 30, Francisco se reunirá con el Colegio de Cardenales en donde se pondrá sobre la mesa la nueva Constitución Apostólica Praedicate Evangelium (Predicar el Evangelio) que entró en vigor el domingo 5 de junio (de Pentecostés) que trata de la reestructuración de la curia romana que incluirá a mujeres en esa burocracia a fin de hacerla más funcional, cercana a pastores y feligresía.
Para los vaticanólogos, hay y puede haber sorpresas. La primera de ellas es que el Papa adelantó al menos tres meses la convocatoria, y en el mes que todo Roma se va de vacaciones, se celebren actos de esta naturaleza, cuando las fechas tradicionales han sido febrero, junio y noviembre.
Para otros, no deja de ser sorpresa que Bergoglio siga ignorando algunas sedes cardenalicias con gran número de católicos. Citan, por ejemplo, Los Ángeles, Milán, París y Monterrey, N.L., cuyos arzobispos no han sido llamado a llevar el birrete púrpura y sí se ha inclinado por pastores que son o viven en zonas marginadas o periféricas.
Y es significativo -Francisco no falta a su palabra de “ir a la periferia”- que haya elevado a la dignidad cardernalicia a prelados a punto del retiro o eméritos como reconocimiento a su trayectoria. Tales han sido, en el caso mexicano, de Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia, nombrado cardenal en 2015 a los 76 años de edad; Sergio Obeso Rivera, en 2018 a los 86 años, ya retirado como titular de Xalapa y Felipe Arizmendi Esquivel en 2020, a los 80 años, ya como titular retirado de la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Muy significativo ha sido también que, en sus consistorios, el papa Francisco eleve al cardenalato lo mismo a sacerdotes académicos, como es hoy el caso del padre jesuita Gianfranco Ghirlanda, exrector de la Universidad Gregoriana y consejero vaticano, como a curas “periféricos” en otras ocasiones.
(Abro este paréntesis para narrar lo siguiente: a mediados de 2019, un sacerdote nayarita (Compostela, 1938), tapatío por adopción, hombre de periferia entregado a la rehabilitación de drogadictos en Casa Nazareth en la Parroquia del Perdón en Guadalajara, perseguido por policías municipales y una vez encarcelado “por pandillero, greñudo y drogadicto” -así me lo dijo el jefe que hizo el favor de liberarlo, luego de una discusión ya cerca de la madrugada ocurrida entre 1973-74, el padre Jesús Madrid, fue invitado a viajar a Roma. Casi nadie lo supo. A su regreso, únicamente contó a su sobrina Marilú, que venía muy contento porque había pernoctado en la Casa Santa Martha, abajo de la habitación del Papa Francisco. No dio ningún otro detalle. Tampoco se lo preguntaron. A su regreso, un mes después, aproximadamente, falleció de un paro cardíaco el 13 de agosto de aquel año. Semanas después, se anunció oficialmente para el 5 de octubre, un consistorio para imponer el birrete a 13 nuevos cardenales. Entre ellos, a un jesuita canadiense (Michael Czerny) que había trabajado en la Amazonia. Yo me pregunté luego si no debieron ser dos los presbíteros llamados, uno de ellos, el diocesano Padre Madrid. ¿O por qué su viaje al mismísimo Vaticano casi en la víspera de tales designaciones?)
Por primera vez, el Papa nombró cardenal a un dalit (intocable), o sea, de la casta más baja, humilde y rechazada de la India, costumbre que se mantiene pese a que las castas fueron eliminadas de las leyes en aquél país. Se trata del arzobispo de Hyderabad, Anthony Poola, quien ahora representará al 65% de los cristianos de ese país. En Asia, y primordialmente en a India, el catolicismo crece a un ritmo anual de más de 2.1%, el más alto del que se tiene memoria en los últimos tiempos.
Otro nombramiento púrpura que sorprende es el del español Fernando Vérgez Alzaga, integrante de la curia vaticana. Pertenece a la orden de los Legionarios de Cristo, fundada por Marcial Maciel, quien apenas hace unos años fue centro de un escándalo mundial por abusos sexuales y pederastia, lo que ocasionó un obligado ostracismo y la congragación estuvo a punto de ser abolida por mandato papal.
Finalmente, otro de los nombramientos que sorprende a vaticanistas, es el del arzobispo de San Diego, California, Robert Walter McElroy, a quien algunos señalan de conservador y otros de cercano y comprensivo hacia el movimiento LGBT. De igual signo de contradicción se habla de Vérgez Alzaga.
Sin embargo, lo que más llama la atención de propios y extraños en la convocatoria para el octavo consistorio de Francisco, y que será extraordinario, es que se celebre tras la visita que Francisco hará a L’Aquila, en donde descansan los restos del Papa Celestino V. Éste, que fue un monje ermitaño del siglo XIII, renunció en 1294, tras cinco meses de estar frente a la Iglesia.
Luego de un fuerte terremoto que destruyó gran parte de L’Aquila en 2009, Benedicto XVI visitó el lugar, oró frente a la tumba de Celestino, dejó su estola y regresó a la capital italiana. En febrero de 2013, siguiendo el ejemplo anterior, renunció al papado al manifestar que ya no podía más ni corporal ni mentalmente con dicha carga.
Lo sucedió el cardenal argentino Jorge Bergoglio, actual Francisco, quien en al menos una vez dijo que su pontificado sería corto y que a nadie extrañara que en algún momento hubiera dos papas eméritos si él llegara también renunciar como lo hizo su predecesor, de 95 años de edad y quien, deteriorado de salud, goza de lucidez mental.
Y si bien, algunos analistas no descartan que Francisco, de 85 años y con problemas de movilidad, llegue a dimitir, creen que no lo haría antes del Sínodo de Obispo programado para el próximo año, ni antes de la muerte de Benedicto XVI, aunque la duda persistirá hasta la celebración del consistorio que bien podría convertirse luego en un cónclave, por lo del llamado a todo el Colegio de Cardenales.
En estos poco más de nueve años de pontificado, Francisco ha nombrado a 88 cardenales- En caso de cónclave, el 62% de los electores serían los por él designados.