Péndulo electoral

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El pasado proceso electoral arrojó varios resultados, unos esperados y otros inesperados. Aunque sabíamos que la población acudiría a las urnas, pocos pronosticábamos que la afluencia llegaría al 52.6%, para convertirse en la mayor concurrencia en la historia de las elecciones de medio término.

El voto útil terminó por evaporarse para darle paso al voto de castigo. En Jalisco, por ejemplo, 80 gobiernos municipales cambiaron de partido. El avance de la oposición sin distingo de colores, más bien a partir de la geografía electoral, como sucedió en 2003, 2009 y 2015. Desde una visión más amplia podemos afirmar que todos ganaron algo y perdieron algo.

A querer o no, el nuevo elemento que comienza a prefigurarse en el horizonte mexicano es un péndulo político-electoral muy similar al que se ha presentado en el resto de los países de América Latina, luego del fin de las dictaduras militares y la llegada de la democracia.

Los ciudadanos llevan y quitan del poder a diferentes expresiones partidistas, sean de derecha, izquierda, nacionalista o de cualquier otra tendencia, casi en cada cita electoral. Esto se debe a que pocos partidos han logrado establecer su hegemonía por varios periodos presidenciales. Por el contrario, terminan sucumbiendo ante el avance de la oposición y las movilizaciones sociales.

En el caso de México, desde 1997, no tenemos un ganador electoral que repita de manera general y con la misma intensidad en la elección siguiente a la que triunfan.

En este contexto, todo indica que vamos en camino de fortalecer la tendencia electoral del péndulo.

Ahora bien, el péndulo electoral junto a las alianzas partidistas que ya se realizan en México antes de la visita a las urnas, nos podría llevar a la segunda vuelta como suceden en los países latinoamericanos.

La esencia de la segunda vuelta electoral consiste en fortalecer las alianzas entre quienes fueron derrotados, pero no por una mayoría de cincuenta más uno, para enfrentar al partido que obtuvo la mayoría de votos.

Algo similar al llamado que hicieron el PRI, PAN y PRD para ir en alianza contra la mayoría de Morena, y lo mismo que llevó a cabo el partido del presidente, López Obrador con el PVEM y PT para fortalecer su lucha contra la oposición.

Así las cosas. Si tomamos en cuenta la nueva dinámica electoral de nuestro país que vuelve ganadora a la oposición en diversos territorios y a las alianzas partidistas, además de reducir el número de diputados plurinominales y meterle mano al Consejo General del INE, sería necesario incluir en el proyecto de reforma electoral que pretende enviar al Congreso de la Unión, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, la puesta en marcha de las segundas vueltas electorales.

Estoy cierto, que con ello estaríamos más cerca de la realidad electoral que hoy tenemos en México: ganaríamos mayor certeza en los resultados de las urnas y en la claridad de los proyectos políticos, así como en la fortaleza del partido gobernante, cualquiera que este sea, para llevar a cabo de mejor manera el mandato constitucional de gobernar.

 

@contodoytriques

 

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