Perea, el hombre de la máscara de hierro

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Sostenerse en el poder es lo importante. Aún a costa de meter a la cárcel a gente inocente, para calmar los ánimos de una sociedad enardecida por tantas injusticias e impunidad en Jalisco.

Esta administración no solo se ha manchado las manos de sangre (Giovanni), también tiene ya sus preso políticos.

El comandante de la Policía Investigadora -Salvador Perea actualmente detenido por presuntamente haber orquestado detenciones arbitrarias y privaciones ilegales de la libertad hacia manifestantes-, recientemente había sido condecorado por su impecable labor de 15 años de servicio.

Otra víctima fue el policía investigador de apellido Mireles, a escasos días de obtener su jubilación.

Ambos detenidos por los operativos que se salieron de control en las manifestaciones de jóvenes por el asesinato de Giovanni López, y de quienes se dijo en su momento que no eran jaliscienses.

Habra que preguntarnos, ¿qué interés tenía Perea con la detención arbitraria de los jóvenes estudiantes? ¿Cuál era su ganancia o partida? Lo más probable es que tan solo obedeció órdenes de sus superiores.

El comandante Perea será ubicado en el espacio llamado metropolitano, en el que estará aislado, sin posibilidad de tener contacto prácticamente con nadie. Lo anterior con la finalidad de que no delate a los verdaderos culpables de graves delitos como lo es la desaparición forzada.

Si se le llega a sentenciar por este delito la pena es sumamente alta, ya que se cometió en el contexto de manifestación, lleva consigo un concurso de los mismos que atacan una diversidad de derechos  constitucionales, así como derechos protegidos por la ONU y diversos organismos internacionales: se impide al desaparecido los derechos a la manifestación de sus ideas, a la libertad de expresión, el derecho de asociación, su libertad de transito y demás. También hay agravantes de: lesiones, amenazas y tortura, entre otras.

De aquí en adelante, cualquiera puede estar en los zapatos del comandante, a cuidarse todos.

En mi opinión, el comandante Perea es un preso político de esta administración. Mireles, otro de los chivos expiatorios, pues se encontraba a unos cuantos meses concluir su labor.

Caben otras preguntas: ¿Dónde están los autores materiales? ¿Dónde están los autores intelectuales?

Sobre el hombre de la máscara de hierro hizo la primera referencia a su existencia el filósofo Voltaire a través de su obra El siglo de Luis

XIV. Cuenta la leyenda que fue encarcelado siendo inocente. Su delito: “podía hablar y hundir a quienes ostentaban el poder en su pueblo”.

Por lo anterior fue condenado a portar de por vida una máscara de hierro, incomunicado por órdenes de su gobierno para evitar que hablara y se supiera la verdad de los usurpadores.

Otro de los grandes escritores que escribió esta historia fue Alejandro Dumas, quien describe en su obra que su encarcelamiento siempre fue considerado un “secreto de estado”. La historia fue en los años 1700 del siglo pasado.

Ojalá y se haga justicia, pero de verdad, y no se siga enlodando aún más en Jalisco.  Esto sólo puede enmendarse con la intervención de autoridades federales e internacionales, con la finalidad de evitar la parcialidad y endogamia, que favorece a las autoridades en turno.

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