Partidiario
Criterios
Después de casi medio año de haber sido despojados de sus derechos, los socios mayoritarios de Lechera Guadalajara Sello Rojo, quienes de mala manera y, presumiblemente, mediante actos de corrupción fueron echados a la calle, asunto del que dimos cuenta en esta columna el 31 de julio pasado, recibieron un fallo legal a su favor.
Todo fue una disputa entre los siete hermanos González Uyeda –Rubén Masayi, coordinador del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco (CCIJ); Abraham Kunio, exsubsecretario de Gobernación con Felipe Calderón, e Hilda Hiroko, quienes se apropiaron del consejo de administración y lanzaron al resto de sus consanguíneos: Roberto Eiji, Aída Araceli Tomie, Sergio Akira y Alfredo Shigueru, todos hijos de Rubén González Sánchez.
Para la maniobra, a todas luces ilegal, contaron con la muy sospechosa ayuda del juez séptimo de lo Mercantil, Juan Pablo González Magaña, quien responde a los intereses del político de la familia, Abraham Kunio.
El 27 de noviembre, los magistrados del Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito, Martha Leticia Muro Arellano, en funciones de presidente y ponente, Rodolfo Castro León y José Hernández Huízar, dictaminaron por unanimidad otorgar la suspensión definitiva al revocar las medidas cautelares dictadas por el juzgador antes citado.
Meses atrás, los esposos Josefina Rodríguez García y José Luis González Sánchez (hermano del padre de los González Uyeda), quienes poseen un porcentaje mínimo de acciones en la pasteurizadora, habían interpuesto una demanda de amparo en contra de los actos del juzgador Juan Pablo González y por violación a sus derechos fundamental.
Por tal razón, el mencionado Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito, con sede en Zapopan, dictaminó “conceder la suspensión definitiva solicitada para el efecto de que el juez responsable ordene dejar insubsistente los efectos de las medidas cautelares decretadas en el auto del 26 de junio de 2019”…
Las medidas cautelares impuestas por Juan Pablo consistieron, en esencia, en dar posesión de Lechera Guadalajara, S.A. de C.V. y, por ende, del consejo de administración, a Rubén Masayi, Abraham Kunio e Hilda Hiroko y, mediante el uso de la fuerza pública, policías investigadores de la Fiscalía General del Estado y de la Municipal de Guadalajara sacaron al resto de los González Uyeda.
La empresa, que en manos de Rubén y de Abraham despidieron a decenas de trabajadores y cerraron algunos centros de distribución en distintas partes del país, tenía un valor estimado de 15 mil millones de pesos y se ubicaba entre las principales procesadoras de leche del país hasta antes del despojo.
En 2018, Rubén Masayi fue elegido coordinador del CCIJ por unanimidad de las 24 cámaras del ramo manufacturero que hay en el estado. Hace menos de dos semanas tuvo problemas para reelegirse y con dificultad reunió apenas 14 votos. La causa: el escándalo por la avaricia de quedarse con la pasteurizadora junto con sus dos hermanos, y la división interna de la familia.
¿Cleptomanía del embajador?
Si bien el presidente Andrés Manuel López Obrador respondió en la mañanera del lunes, a pregunta de una reportera, que no debe haber linchamiento público por las sustracción de un libro de menos de 200 pesos que hizo su embajador Ricardo Valero de la librería El Ateneo en Buenos Aires, Argentina, el caso es que todo indica que sí fue robo a ojos vistas, porque así lo registraron las cámaras del lugar.
El diplomático, quien antes fue subsecretario de Relaciones Exteriores, de acuerdo con el video, cogió el tomo de la biografía del libertino veneciano Giacomo Casanova, lo metió en el doblez de un diario, lo volvió a acomodar más adelante y luego salió. Al sonar la alarma, lo para el vigilante y descubre que aquel libro no había sido pagado y hace que lo devuelva, para lo cual hubo de identificarse… Y que se arma el escándalo.
Para explicar que todos cometemos errores, el propio Andrés Manuel contó que alguien en Gandhi le obsequió un libro que él creyó que estaba pagado. Salió con él y le pasó algo parecido a lo de su representante en el exterior. “Todos cometemos errores”, concluyó.
Sin duda que pudo ser un error. ¿Pero esconder algo que se lleva intencionalmente acaso no es robo?
Nos preguntamos: ¿será la primera vez que hace esto el tal señor Valero? ¿No le pasaría lo mismo muchas veces siendo funcionario de distintos gobiernos? ¿Qué y de qué valor se pudo haber llevado así como no queriendo? ¿Acaso será un cleptómano que no sabe cuándo arrastra con lo que no es suyo? ¿Qué hubiera dicho el mandatario si se hubiera tratado de uno de sus adversarios? ¿Sería así de benevolente?
¿Sería una simple mexicanada de esas que dan pena ajena?
Dicen que quien no es honesto en lo poco, menos lo será en lo mucho.
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