Presa El Zapotillo, ¿sí o no y cómo?

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Aunque los opositores a la construcción de la presa El Zapotillo se regresaron a sus respectivos terruños con la esperanza de que no se levantará la cortina a más de los 80 metros de altura en que quedó desde que se paralizó la obra hace varios años, la verdad es que nadie sabe, hasta ahora, cuál será su futuro.

Representantes de los pobladores de Acasico, Palmarejo y Temacapulín se reunieron la noche del lunes en el Palacio Nacional con el presidente Andrés Manuel López Obrador para pedirle de manera formal lo anteriormente anotado, para que la susodicha cortina no se eleve a los 105 metros programados después de que hubo la promesa de dejarla a una altura no mayor de 80 metros para no desaparecer, por inundación, las poblaciones citadas.

Desde que esto comenzó el 14 de agosto de 1997, cuando los gobernadores de Jalisco, Alberto Cárdenas Jiménez y el de Guanajuato, Vicente Fox, además del titular de la Comisión Nacional del Agua (CNA), Guillermo Villalobos, firmaron en Guadalajara un acuerdo para aprovechar las aguas del Río Verde en beneficio de la ciudad de León y dotarla anualmente de 120 millones de metros cúbicos de agua potable, la historia se tornó difícil e interminable.

Originalmente, la presa se iba a levantar en San Nicolás, municipio de Yahualica, pero la oposición de los pobladores lo impidió; luego se recorrió el proyecto aguas arriba, en el municipio de Teocaltiche, y la gente se rebeló también y, finalmente las autoridades estatales y federales decidieron que fuera entre Acasico, Palmarejo y Temacapulín, municipio de Cañadas de Obregón, más arriba de los dos primeros proyectos, y ocurrió lo mismo con los habitantes, aunque convinieron en que la represa se haría con una cortina de no más de 80 metros para no sumir en el agua a las poblaciones.

Con el rechazo total de los habitantes de la zona, en particular de la delegación de Temacapulín, los primeros estudios ahí iniciaron en 2005; y no obstante la promesa, unilateralmente las autoridades decidieron aumentarle 15 metros más a la cortina, lo que inundaría a los tres poblados. Entonces se inició una lucha sin tregua de los lugareños, misma que hasta la fecha no ha cesado, casi 15 años después, con la simpatía y apoyo de numerosas organizaciones civiles de distintos lugares del país y aun del extranjero.

En 2008, debido a la gestión de los temacapulinenses, se decretaron patrimonio histórico, ambiental y artístico varias casas del lugar y el templo parroquial de Nuestra Señora de los Remedios, en donde, por cierto, asistió durante años el sacerdote y poeta de altos vuelos, Alfredo R. Placencia, autor de El Cristo de Temaca.

Después de 22 años de iniciar los primeros trámites para la construcción de la presa y el acueducto que iría a Guanajuato, y un decenio transcurrido tras la licitación en la que participaron las empresas ICA, La Peninsular  y la española Abengoa –que ha quebrado– y un presupuesto que se ha elevado de cerca de 13 mil 400 millones de pesos a más de 18 mil millones, la cortina ha estado a punto de ser terminada por la constructora Hermes, de los hermanos Hank Rhon, y no ha llegado ese momento debido a la presión de miles de personas.

Por otro lado, los habitantes de más de una decena de municipios de la región de Los Altos se han opuesto a que se dé agua a León mientras ellos padecen sed, por lo que la multicitada represa no tendría líquido suficiente, aunque el convenio ahora es que se les dotará del agua necesaria sin dejar fuera a la capital jalisciense, que también la requiere, aunque se duda alcance para todos.

La propuesta de los opositores es que Guanajuato acapara el agua del río Lerma y sólo deja que escurran las sobras, y muy contaminadas, hacia Chapala, de donde se abastece primordialmente Guadalajara.

Hace más de un mes, el gobernador Enrique Alfaro hizo que firmaran prácticamente todos los presidentes municipales de Los Altos (exceptuando al de Cañadas de Obregón) el de y organismos privados de productores varios, aceptando la presa a 105 metros de altura. Casi a la par, Alfaro y el gobernador guanajuatense, Diego Sinhue Rodríguez, habían hecho otro tanto para salirse con la suya.

Pero el Comité Salvemos Temaca, Acasico y Palmarejo no se da por vencido y, por lo pronto, su vocero, el padre Gabriel Espinoza, adelantó que López Obrador se comprometió a frenar los recursos financieros (la Federación aporta el 97 por ciento) para la presa en tanto no terminen los diálogos entre las partes para llegar a un acuerdo.

Mientras tanto, las obras seguirán suspendidas. No se sabe cuál será la solución final, si se deja a la altura en que se encuentra sin provocar la desaparición de los poblados o si el presidente acude a su mecanismo de hacer su propia elección a mano alzada o en casillas  para que “decida la mayoría”.

Ese es el temor de Temacapulín y acompañantes, que no se han dado ni se darán por
vencidos.

Quizás recuerden lo que sucedió en el estado de Morelos con la Termoeléctrica Huexca, que a pesar de la oposición de los pobladores por la contaminación que ocasionará, AMLO lo decidió con una votación en casillas.

Y le salta a los inconformes un recuerdo amargo: la muerte, por asesinato en circunstancias no claras, de Samir Flores Soberanes el 20 de febrero de este año.

La esperanza muere al último.