Primer semestre de AMLO

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Primer semestre de AMLO

Juan M. Negrete

En estricta cronología, pasaron ya seis meses de la toma de posesión del poder ejecutivo por parte de Andrés Manuel López Obrador. Medio mes más, para ser exactos. Aunque, cambiando criterios, a pocos días de la votación nacional que le dio abrumadora victoria en las urnas, nuestro personaje se metió de lleno en la preparación del escenario, para ejercer el mandato como debía. Peña Nieto, a fuerzas o de buena gana, le cedió las candilejas. No fue novedad. Cuando Vicente Fox vivimos ruidos similares. Chente hasta nombró un gabinete provisional, para hacer antesala de lo que se iba a venir, aunque luego no se viniera nada valioso o atractivo para la gran mayoría de los sufridos mexicanos que hollamos el país.

A cada presidente se le concede un período de gracia inicial. Se le perdonan todas las ‘novatadas’, pues se entiende que apenas se anda acomodando en su lecho de Procusto. Ocurre aquí y en China. A lo primerizo de un mandato presidencial no se le aplica el filo de la hoja de rasurar. El gran público se espera a que se acomoden las calabazas por el bamboleo del camino y, una vez puestos a funcionar, se calza las gafas y le pasa la revista de rigor.

Es usual extender tal período de gracia a los primeros cien días. Se le denomina ‘luna de miel’. Aquí lo hacemos muchos, por no decir todos. Los que nos dedicamos a andar de fisgones de la administración del ejercicio público hacemos punta. Paramos pues el dedo. Aunque ahora hay una extensa lista de veedores, debido al profuso dominio y manejo de datos y cuentas en las redes sociales. Es muy difícil hablar ya de monopolios informativos. Ni el gobierno, que antes se daba el lujo de los boletines oficiales, se puede arrogar tal virtud.

El período de gracia ya quedó atrás. Ya podemos estirar puntas y jalar hebras para entenderle a lo que nos ocurre y pronosticar lo que va a venir. Los clásicos opositores al buen Peje se han dado vuelo, aunque no se les puede negar que ponen sus dedos en la llaga. Leemos, por ejemplo, en un ejercicio informativo ‘México, la necia realidad’ (CdMx, 11/VI/19), firmado por Federico Reyes Heroles, el recuento de los tropiezos del actual gobierno. Es un listado objetivo de datos, aunque su calificación tan negativa resulta difícil de aceptar. Va el listado, para que nuestro sufrido lector se ponga las gafas y tome el partido que crea más conveniente:

-Caída de la confianza de inversionistas nacionales e internacionales.

-Caída de la inversión en todas sus modalidades.

-Caída en la generación de empleos.

-Vaciamiento de burocracias calificadas.

-Impacto indirecto de la cancelación del NAICM, Afores.

-Desfile de ineptitudes (huachicol; desabasto de medicamentos, retrovirales, vacunas etc.; retraso en la entrega libros de texto).

-Incipientes costos severos en la opinión pública: descrédito de las mañaneras; estancias infantiles; albergues para mujeres en situación de violencia; comedores populares.

-Molestia por reducciones en Ciencia y Tecnología.

-Carta al rey de España; rechazo en redes sociales, etc.

-Amparos contra Santa Lucia.

-Inviabilidad legal de Dos Bocas.

-Caída en el consumo de hogares con percepción negativa.

-Incipiente hartazgo ciudadano con caída en la aprobación personal y a la gestión.

-Pronósticos económicos negativos con posible caída en la recaudación.

-Tensión con las calificadoras por reducción del grado de inversión. Riesgo a nivel nacional.

-Fin de la “luna de miel” y crecientes manifestaciones de molestia.

-Evaluación ambigua del affaire Trump.

-Expectativas demasiado altas.

-Vacío de presencia en organismos internacionales.

-Agotamiento de los triunfos simbólicos.

-Inicio del desgaste y necesidad de negociar.

Para cerrar este inventario de pesimismo, citemos también sólo el primer párrafo de la evaluación que realiza Efraín Klériga (Mxpress, 13/VI/19): “Los primeros 190 días del gobierno serán recordados como el período en el que se construyó el caos, cuando se cancelaron las políticas que estaban bien, se dejaron crecer las situaciones que estaban mal y traicionó la dignidad mexicana a la primera amenaza de Donald Trump”.

¿Tendrá sentido reportar y revisar estas lecturas negativas y pesimistas, que no conceden un solo logro a las medidas tomadas a nuestra triste realidad, sobre todo a partir del desastre que nos dejaron los gobiernos anteriores? Ya veremos con calma de ocuparnos de estas descalificaciones extremas, para poder confrontar su veracidad o relatividad, si es que esté a nuestro alcance.

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