Represión en Jalisco

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1.- Lo que hemos vivido en Jalisco desde el 4 de mayo pasado, cuando Giovanni López murió por traumatismo craneoencefálico, luego de ser levantado por policías municipales de Ixtlahuacán de los Membrillos por no traer su cubrebocas (situación que apunta a que habrían sido los uniformados quienes asesinaron al detenido), hasta los días 4, 5 y 6 de junio, es un eslabón más de la histórica cadena de represión hacia los ciudadanos que han llevado a cabo los gobiernos estatales a lo largo de varios sexenios.

2.- El repartir culpas negando las propias responsabilidades por parte del gobernador, Enrique Alfaro Ramírez, también es una muestra de consistencia en su forma de gobernar: cuando no regaña a la población, la culpa de sus errores, o criminaliza las manifestaciones de repudio a su incompetencia.

3.- Tras la publicación del video que muestra la represión policiaca que sufrió Giovanni López, varios sectores de la población comenzaron a movilizarse y a exigir la aclaración del caso. En ese contexto se organizó una marcha el jueves 4 de junio. Una vez colocados frente a Palacio de Gobierno, la manifestación se salió de control y comenzaron los actos de provocación y de violencia por parte de algunos marchistas y policías municipales y estatales. La trifulca se desbordó. La represión policiaca no se detuvo.

4.- Casi de manera inmediata, y sin mediar investigación alguna, el gobernador culpó al presidente de la República y a su partido político Morena, de la organización de los destrozos en Guadalajara. No se contuvo en afirmar que toda esta avalancha contra nuestro estado tenía sus orígenes en los “sótanos del poder” de la Ciudad de México. No obstante, cuando el viernes 5 fueron nuevamente atacados algunos jóvenes en las cercanías a la Fiscalía del Estado por miembros de esa dependencia vestidos de civil, el mismo inquilino de Casa Jalisco cambió su postura y dijo que lo que estábamos viviendo era consecuencia de la infiltración del crimen organizado en las corporaciones policiacas. Por donde se le vea, las contradicciones para explicar la represión policiaca en Jalisco no dejan en claro qué sucedió, ni tampoco el gobierno del estado ha determinado cuál fue la línea de mando que ordenó la represión contra los jóvenes.

5.- No deja de llamar la atención, que un amplio sector de la sociedad y varios medios de comunicación, no solamente han guardado un silencio ofensivo e indignante frente a los sucesos, sino que se han lanzado en una defensa a ultranza del gobernador Alfaro Ramírez. No cabe duda, que muy poco tiempo les duró el mote de demócratas y defensores de los derechos humanos a quienes abanderan el proyecto alfarista de color naranja en Jalisco.

6.- Las inquietudes presidenciales del jefe político del grupo gobernante en Jalisco, lo están llevando a perder la dimensión de lo que significa gobernar un estado más allá de los intereses personalísimos de seguir avanzando en su carrera política.

7.- La violación de los derechos humanos y la criminalización de los jóvenes que vimos los días jueves y viernes de la semana pasada debe ser un llamado a la sociedad jalisciense para fortalecer nuestra conciencia histórica, política y social, y entender que lo importante no es cambiar el color de los gobernantes, sino erradicar las prácticas y discursos represivos que continúan existiendo en Jalisco sin distingo de posiciones partidistas.

 

 

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