Resucitar una economía arriesgando el pellejo 

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Lo peor para una sociedad pobre, pareciera ser, es la enfermedad. economía

Día 15 del sexto mes del año, justo a la mitad del camino del año en el que el surrealismo social e individual ha significado sello, presente y destino para muchos de nosotros. Vaya usted a saber si se trata de una especie de superstición colectiva, pero fue el lunes en que arrancamos el regreso después de casi tres meses de una epidemia que nos debió poner a reflexionar sobre quiénes hemos sido y que nos arroja el dilema de cómo seremos a partir de hoy.

“Todos morimos, no todos viven realmente”. Esta frase no deja de rondar por mi mente, y no es por haber visto enésima ocasión a Mel Gibson en Corazón Valiente este fin de semana, créanme que no,  se trata de cómo ser nuevamente normal en este orden de las cosas, donde precisamente el orden desde la autoridad no significa consenso ni mucho menos respaldo de la ciudadanía, que entre hambre, confusión, desenfado e incredulidad no le queda otra más que salir a las calles y buscarse el pan. Para otros es sólo la necesidad imperiosa de retomar su vida social, que al cabo de algo nos hemos de morir, mucho mejor si ya lo bailado nadie nos lo quita.  economía

Desde temprano, al salir de casa, pude ver en la calle a las personas que salen a sus actividades con una expresión de traer consigo algunas facturas pendientes de los meses de epidemia económica, algunos otros con la incredulidad de mirar al de junto portar un cubrebocas, otros tantos sumidos en su retórica individual: la de avanzar rápido hacia la puerta de ingreso al camión, de ver consumir ese tiempo en el reloj y algunos más enviando besos, fotos o simplemente superando ese nivel de vídeo juego a través del móvil. Eso sí, muchos de ellos sin la convicción de volver a confinarse ni por deseo ni por necesidad económica.

En Jalisco, hay ya 700 tumbas ya calculadas previamente por el gobierno del estado, previendo el indicador de defunciones que al día de hoy se encuentra más allá de la mitad (461).

El regreso a la nueva normalidad sucedió cuando el bolsillo estaba ya agonizando por la falta de liquidez o simplemente porque la población ya no soportaba esta dinámica se salir solo a lo necesario, de limitar la convivencia a espacios, tiempos, personas y actividades determinadas.            economía

Hoy, quedarse en casa suena más a un tema de privilegiados sociales y económicos que a una medida sanitaria. Se ha escuchado sobre el ingreso vital de los ciudadanos, para el cual las cúpulas políticas poco o nada han realizado en concreto. Tampoco han hecho nada para suprimir la lluvia de recursos que ha sido constante y sonante para ellos durante la emergencia sanitaria. Y es que desde el curul es dificil identificar la necesidad del comerciante, taxista, empleado, usuario del transporte público, que dicho sea de paso, poco o nada protegido se encuentra en las aglomeraciones y está totalmente obligado a la movilidad lenta, sucia, riesgosa (pero única en muchos de los casos), en los que la sana distancia y la sanitización son conceptos totalmente inexistente.

En este tenor, los trabajadores del sector de salud y los ciudadanos de a pie que realizan actividades esenciales, aspiran siquiera una caridad de su diputado local, alcalde, gobernador o titular de la Federación para aliviar su pandemia económica.

La pelota está en nuestros pies. Dentro del discurso en el que los semáforos tienen cuatro colores, rojo, naranja, amarillo y verde (no tres), la responsabilidad es también de nosotros, ya que la enfermedad no ofrece una suerte de selección natural.

Lamentablemente, la epidemia es un tema de transmisión colectiva, y en caso de contagio sálvese quien pueda, porque ya no se cuenta con la protección del Estado.    economía

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