Rostros nuevos, pero el cacicazgo de siempre en la UdeG

Publicado el

Puntos y Contrapuntos

Criterios

 

Sin contratiempos, en cumplimiento estricto de un guion muy bien elaborado, de un ritual cuidadosamente ejecutado que, contradictoriamente, cada día tiene menos credibilidad porque su solemnidad se diluye hasta convertirse en una simple parodia del poder, en una opereta tropicalizada, que con el paso de los años ha perdido dignidad y certeza en la percepción de un amplio segmento de los jaliscienses.

El ritual que consolidó el relevo generacional en la gerencia administrativa de la Universidad de Guadalajara se cumplió rigurosamente el pasado lunes primero de abril de 2019 y el cacique, el jefe político, el factótum, a quien genéricamente todos conocen como “El Licenciado”, impuso a Ricardo Villanueva Lomelí como nuevo Rector General de la institución para el periodo 2019-2025.

Raúl Padilla López marcó la pauta para cambiar, con el propósito de que se cumplan los rigurosos enunciados del más rancio gatopardismo, pues frente a los nuevos tiempos, hay que transformarse para que todo siga igual.

Hay que parecer modernos en el pretencioso espacio de la “refundación” de Jalisco, que promueve el gobernador (2018-2024) emecista Enrique Alfaro Ramírez y la “cuarta transformación” que pretende el presidente de la República, el morenista Andrés Manuel López Obrador.

Los cambios cosméticos en la UdeG, que no afectarán ni erosionarán la influencia y el poder del cacique, que suma ya 30 años ejerciendo una autoridad de facto omnímoda, armonizan con las agrias reminiscencias del gatopardismo más rancio que el jurista ecuatoriano Rodrigo Borja Cevallos describe en su Enciclopedia de la Política (Fondo de Cultura Económica, México 2002, tomo I, pág. 649).

Señala que Gatopardismo es una palabra derivada del italiano Gattopardo, que es el título de la novela del escritor siciliano Giuseppe Tomasi, príncipe de Lampedusa (1896-1957), que habla de la decadencia de la nobleza siciliana en la época de la unificación italiana y relata el matrimonio del sobrino de un viejo príncipe con la hija de un comerciante plebeyo de la región. Frente al inevitable ascenso de la burguesía, el añoso noble decide promover este matrimonio con el propósito de insertar a su clase social en decadencia con sus enemigos mortales convertidos en la nueva fuerza política dominante.

Explica que desde entonces se usa la expresión gatopardismo para señalar la actitud de “cambiar todo para que las cosas sigan iguales”, tal como lo proclama reiteradamente el personaje de la novela, en el marco del pacto con el enemigo político tradicional.

El gatopardismo es la filosofía de quienes piensan que es preciso que algo cambie para que todo siga igual. El efecto Lampedusa, del que se habla a veces, consiste en hacer las cosas de modo que algo mute para que lo demás permanezca intocado en la organización social. Se refiere a reformas meramente cosméticas, ociosas o de distracción que se proponen para mantener incólumes los privilegios sociales y económicos de los manipuladores de esas reformas de epidermis.

 

CÍRCULO

Treinta años puede ser una eternidad para quien padece algún quebranto, de la naturaleza que sea. Pero a la vista y la conveniencia de otros, pueden ser el ciclo casi perfecto para cerrar un círculo virtuoso de poder, que preserva élites privilegiadas.

El miércoles 2 de agosto de 1989, el entonces acosado y bisoño rector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, tomó una importante decisión: nombró secretario general de la UdeG a Guillermo Arturo Gómez Reyes, veterano de los tiempos duros, quien había sido presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) –la del socialismo teórico y el pistolerismo práctico– en el periodo 1971-1973.

Han revelado actores, dentro de y cercanos a la cofradía dorada universitaria, que por encomienda del entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, Gómez Reyes llegó a apuntalar a un tambaleante rector Padilla López, con los votos que le hacían falta para controlar el Consejo General Universitario y, con suficiente fuerza y prestigio de hombre duro, para imponer respeto a sus contrincantes.

Después de asumir la rectoría de la UdeG el sábado 1 de abril de 1989, Padilla López padecía el acoso y la férrea oposición de su padrino político y ya para entonces jefe político defenestrado, Álvaro Ramírez Ladewig, y de su exaliado, el también expresidente de la FEG Horacio García Pérez (1979-1981). Ramas del mismo árbol, Raúl había sido presidente de la FEG, por decisión de Álvaro, en el periodo 1977-1979. El origen del conflicto: la disputa, por la repartición del poder en la UdeG, del cual Padilla López pretendía afianzar la mayor parte.

Ese mismo miércoles 2 de agosto de 1989 Padilla López también nombró director general académico a Víctor Manuel González Romero, quien le sucedería en la rectoría general para el periodo 1995-2001.

Con la aprobación del cacique, el reciente jueves 28 de marzo del 2019, Ricardo Villanueva Lomelí anunció que el próximo vicerrector ejecutivo sería el doctor Héctor Raúl Solís Gadea y el nuevo secretario general el maestro Guillermo Arturo Gómez Mata.

Gómez Mata es, curiosamente, hijo de Guillermo Arturo Gómez Reyes. En la renovación generacional para refrescar el poder, y la cofradía dorada que tiene el poder en la UdeG, Raúl Padilla López ironizó y pagó una deuda muy grande con su antiguo aliado, el que lo rescató, lo apuntaló e hizo viable su proyecto en agosto de 1989.

 

PODEROSOS

El jueves 6 de octubre del 2016 murió Jorge Enrique Zambrano Villa, el primer expresidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) que arribó a la Rectoría, para el periodo 1975-1983.

Con Zambrano Villa se consolidó el poder absoluto de la mítica FEG y del grupo político que se formó en sus filas, al amparo del padrinazgo de Carlos Ramírez Ladewig, quien fue presidente de la organización estudiantil en 1951 y tuvo el poder absoluto en la UdeG hasta que fue asesinado el viernes 12 de septiembre de 1975, cuando era delegado del Seguro Social en Jalisco y estaba perfilado como sólido aspirante a la gubernatura, a la alcaldía de Guadalajara o a una posición en el Senado de la República.

La muerte de Carlos provocó severos ajustes en la estructura de poder del grupo que desde entonces ya controlaba la Universidad de Guadalajara. Un mes después de su asesinato, la FEG encabezó una rebelión para defenestrar al rector en funciones, Rafael García de Quevedo (1973-1975), quien fue obligado a renunciar para imponer, en octubre de 1975, a Jorge Enrique Zambrano Villa. Este último se desempeñaba, hasta entonces, como secretario particular del rector.

García de Quevedo era secretario general de la UdeG y llegó a la rectoría luego del fallecimiento de José Parres Arias, quien había sido designado para ese cargo durante el periodo 1971-1977. Don Rafael cumplió esa responsabilidad del 21 de febrero de 1973 al 15 de octubre de 1975.

Zambrano Villa ha sido el único rector que ha durado en ese puesto ocho años y consumó el pleno avasallamiento de los gremios de trabajadores y profesores, para convertirlos, junto con la organización estudiantil, en los tres pilares de un poder omnímodo, del que han disfrutado los tres jefes políticos de la UdeG durante los más recientes 68 años.

 

ETAPAS

Entre 1951 y 1975 Carlos Ramírez Ladewig, cacique de la UdeG y primer presidente de la FEG, impuso al frente de esa organización a Gustavo Naranjo Granda (1953-1954), José Luis Lamadrid Sauza (1954-1955), José Guadalupe Zuno Arce (1955-1957), Genaro Cornejo Cornejo (1957-1959), Adalberto Gómez Rodríguez (1959-1961), Ignacio Mora Luna (1961-1963), Hermenegildo Romo García (1963-1965), Enrique Zambrano Villa (1965-1967), Enrique Javier Alfaro Anguiano (1967-1969), Fernando Medina Lúa (1969-1970), Guillermo Gómez Reyes (1971-1973), José Manuel Correa Ceseña (1973-1975) y Félix Flores Gómez (1975-1977).

Carlos fue asesinado a balazos en 1975 y su hermano Álvaro heredó el poder en la UdeG. Impuso al frente de la FEG a Raúl Padilla López (1977-1979), Horacio García Pérez (1979-1981), Gilberto Parra Rodríguez (1981-1983), José Trinidad Padilla López (1983-1986), Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla (1986-1989), Oliverio Ramos Ramos (1989-1992) y Mayo Ramírez Gutiérrez (1992-1995), hijo de Álvaro y sobrino de Carlos. Al ser defenestrada en 1991, la FEG jamás pudo recuperar su poder en la UdeG.

Al llegar a la Rectoría en 1989, Raúl defenestró a Álvaro y a la FEG, para encumbrar a su Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), fundada en 1991.

Con la bendición de Raúl fueron presidentes de la FEU Lorenzo Ángel González Ruiz, 1991-1993; Felipe de Jesús Ocegueda Barragán, 1993-1995; José Alberto Castellanos Gutiérrez, 1995-1998; Leopoldo Pérez Magaña, 1998-2001; Ricardo Villanueva Lomelí, 2001-2004 (excandidato del PRI a la alcaldía de Guadalajara en 2015); Carlos Corona Martín del Campo, 2004-2007; César Barba Delgadillo, 2007-2010; Marco Antonio Núñez Becerra, 2010-2013; José Alberto Galarza Villaseñor, 2013-2016 y Jesús Arturo Medina Varela, 2016-2019.

 

LOS RECTORES

Luego de llegar a la rectoría de la UdeG, el sábado 1 de abril de 1989, Raúl revitalizó el arcaico cacicazgo que antes ejercieron Carlos Ramírez Ladewig (1951-1975) y su hermano Álvaro (1975-1989), lo modernizó y estableció nuevos y más férreos controles, al amparo de una autonomía que le fue concedida a la institución al aprobarse una nueva Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara el 31 de diciembre de 1993, que fue promulgada por el entonces gobernador priista Carlos Rivera Aceves y entró en vigor el 16 de enero de 1994.

Fue una graciosa concesión que el presidente priista Carlos Salinas de Gortari le hizo a Padilla López, el presunto modernizador de la institución, que desde entonces controla el Consejo General Universitario, autoridad y poder jurídicamente formal de la UdeG que quita y pone rectores. Hasta antes de la reforma a la Ley Orgánica de la UdeG de 1993-1994, el Consejo General presentaba una terna de aspirantes al gobernador en turno, que era quien elegía al rector. Padilla López fue electo por voluntad del entonces gobernador priista Guillermo Cosío Vidaurri (del primero de marzo de 1989 al 30 de abril de 1992).

Cinco expresidentes de la FEG han sido rectores de la UdeG: Jorge Enrique Zambrano Villa, 1975-1983; Enrique Javier Alfaro Anguiano, 1983-1989; Raúl Padilla López, 1989-1995; José Trinidad Padilla López, 2001-2007 e Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, 2013-2019.

“El Licenciado” ha impuesto a los siete últimos rectores de la UdeG: Víctor Manuel González Romero, 1995-2001; su hermano José Trinidad, 2001-2007; Carlos Jorge Briseño Torres, 2007-2008 (destituido por el Consejo General Universitario el 29 de agosto del 2008, luego de rebelarse contra el cacique; se suicidó el 19 de noviembre del 2009); Marco Antonio Cortés Guardado, 2008-2013, e Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, 2013-2019 (quien fue relevado en 2018 por el rector sustituto Miguel Ángel Navarro Navarro). Y ahora puso a Villanueva Lomelí.

Sí, ha llegado la modernidad a la UdeG. El cambio generacional, con nuevos rostros, cosmético, de apariencias, pero con los mismos vicios de siempre, de una cofradía que, durante 30 años encabezada por Raúl Padilla López, ha manejado en forma discrecional, personalísima y patrimonialista a la institución, privilegiando los negocios presuntamente culturales y muy faranduleros del cacique, a través del Corporativo de Empresas Universitarias, en detrimento de labores sustantivas como la docencia, la academia y la investigación.

Además del altísimo costo social que representa rechazar año con año a miles de aspirantes a ingresar a sus preparatorias y facultades, porque el dinero no se utiliza con racionalidad y pertinencia, mientras florecen los proyectos políticos y los negocios universitarios de Padilla López, caro aliado del actual gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez.

En la misma categoria

Otras Noticias