Cuando por necesidad o ambición ejidos, comunidades indígenas, pequeños y grandes
propietarios fraccionaron la periferia metropolitana tapatía, vendieron, junto con terrenos –
o los desarrolladores inmobiliarios, no sin complicidad de autoridades municipales- se
apropiaron de represas, humedales y cuanto pudieron, hoy padecen inundaciones y los
cauces de arroyos en su dualidad de calles y ríos cada temporada… y desgracias diversas
que ocasionan año con año las lluvias. Se conduelen políticos y gobernantes que debieron
evitarlo y hacen poco para resarcir males a los damnificados en decenas de colonias
levantadas a capricho de cada quién.