Tapatías devuelven los golpes contra el acoso

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Ocho de cada diez mujeres no regresan a casa sin haber sido víctima de acoso sexual en vías públicas en Guadalajara, según datos de la ONU

 

Karla Paola Martínez García*

 

Yovanna Denisse Rodríguez Godoy se para enfrente de decenas de mujeres lista para hablar de un tema que atormenta a cada una de ellas. La trabajadora del Instituto de las Mujeres en Guadalajara pregunta: “¿Podrían alzar la mano quienes no han tenido alguna experiencia de acoso en su vida? Por favor, alce la mano quien no ha sido agredida verbal, o físicamente”. Las mujeres agachan la mirada y dejan las manos en sus regazos. Yovanna continúa “la realidad es que todas hemos tenido alguna situación de acoso. Todas hemos vivido el miedo”.

Las cifras respaldan las palabras de Rodríguez. El Diagnóstico de la violencia contra las mujeres en el transporte público urbano de Jalisco, estudio realizado por el Instituto de las Mujeres en Jalisco, muestra que 13% de las mujeres ha recibido propuestas para tener relaciones sexuales en el transporte público (1.4% fueron violadas), 19% ha sido agredida físicamente y 30% ha sido humillada o denigrada en el transporte público. Asimismo, 58% ha sentido miedo de ser atacada o abusada sexualmente.

“Una vez sólo cruce dos cuadras y conté seis hombres. Dos de ellos me pitaron, dos con piropos y otros dos me pitaban mientras me lanzaban besos”, relata Tanya Machado, estudiante universitaria que tiene cabello ensortijado y largo; ese día vestía pantalones aguados, playera holgada y sandalias. “No es un halago estas acciones. ¿Dónde está el respeto?”, pregunta.

¿El resultado? Mujeres cansadas de vivir con miedo, caminar ansiosas y sentirse impotentes, decidieron buscar nuevos métodos para acabar con la normalización del acoso y la violencia.

 

Defensa personal, una herramienta para la libertad

Desde que estaba pequeña asistí a cursos militares, donde me enseñaban técnicas de defensa y lucha, pero defensa personal enfocada a mujeres llevó como un mes activo. Dejó de ser algo recreativo y se volvió supervivencia, de alguna manera”, comenta Iraís Aranzazú Hernández Santillán, una joven universitaria de complexión mediana, cabello largo y menor de 25 años, características que según la Fiscalía General del Estado son de las que sufren más ataques o secuestros.

“Decidí comenzar a practicar defensa personal como tal a inicios de este año, cuando las cifras de feminicidios se dispararon”, afirma la estudiante. “Me di cuenta de que no podía depender de la policía o de la ayuda ciudadana porque rara vez se metían a ayudar, y si alguna vez intentaban llevarme o hacerme algo sólo podría contar conmigo misma, era momento de tomar mi seguridad en mis manos”.

Las calles son escenarios de constante terror para las mujeres. Sujetar las llaves entre los dedos al salir de casa, usar ropa más holgada, no usar audífonos, cargar con gas pimienta o no salir sola. Estos son sólo algunos ejemplos de cómo deben de transitar las mujeres en Guadalajara. “Hago una hora de la escuela a mi casa, no puedo usar audífonos para escuchar música o ver películas porque debo de escuchar si alguien se me acerca, debo de cuidarme”, afirma Andrea Guzmán, una estudiante de la UdeG que procura siempre usar jeans y playeras holgadas para evitar miradas obscenas, y las veces que tiene que vestir formal para una presentación, prefiere cambiarse en la escuela que ir de vestido en el camión.

Las jaliscienses se han encerrado en una constante impotencia, además de que han cambiado sus rutinas de movilidad para evitar ser agredidas. Según un estudio de ONU MUJERES, las mujeres de 15 años a más de Jalisco, aseguran haber cambiado sus hábitos por terror a la inseguridad, de las cuales el 82.8% intenta andar acompañada, 78.9% procura no caminar sola, entre otros métodos. “Una vez tuve que tomar una ruta que no era en el camión porque ya no soportaba la mirada morbosa de un señor”, relata Elena Campuzano, estudiante de diseño, quien es de complexión delgada y de cabello largo.

Aranzazú es una de las muchas mujeres que decidió que no importa lo que cueste, dará lucha por su libertad y la de muchas más. Entrena para que, si en algún momento se ve amenazada, pueda pelear y defenderse. “Lo primero que te enseñan es que no puedes ser un superhéroe, aún practicando puede sufrir violencia, pero es una buena herramienta para recuperar la seguridad de caminar por las calles. No dejaré que me lleven, me esperan en casa y no me perdonaría dejar a mis padres preguntando dónde estoy”.

El peligro ha aumentado y varias instituciones buscan proporcionar las herramientas adecuadas para que las mujeres se sientan más seguras, como el Instituto Municipal de la Mujeres en Guadalajara, el cual ofrece cursos de defensa personal para todas las mujeres mayores de 14 años. Estos cursos gratuitos buscan ofrecerle a las tapatías una nueva seguridad para defenderse en caso de ser necesario.

Eva Nava se presenta todos los fines de semana desde las 15:00 horas hasta las 16:30 horas en el parque Revolución para enseñar a las mujeres cómo zafarse de un intento de violación, acoso o secuestro, además de técnicas para contraatacar a su agresor.

La instructora de la técnica lima-lama habló acerca del proyecto en una nota publicada en El Informador, donde afirmó que es necesario aprender a defenderse, y que “a veces no tenemos las suficientes herramientas para salir de una situación de peligro”.

La cultura del acoso ha deteriorado la autoestima y seguridad de las mujeres en Guadalajara. Generación tras generación se educan con tácticas para no ser violadas; crecen con el constante miedo a no regresar. “Mi mamá me dice: ‘es que a mí me aterra que tú desaparezcas y pensar que estén abusando de ti todo el tiempo’; está súper fuerte pensar que como mujeres tenemos esta otra tangente de violencia, sólo por el hecho de que somos mujeres”, comenta una mujer joven en un grupo focal sobre el acoso sexual.

A pesar de que no todos creen en su efectividad, más de 180 mujeres se han capacitado en defensa personal desde noviembre de 2018, según los informes del Instituto. Una cifra que se espera que suba a medida que avance el año. También se espera que si bien los números de agresiones no bajen tan abruptamente, las tapatías puedan defenderse de su agresor hasta conseguir tiempo para alertar a las autoridades o personas a su alrededor.

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Sin embargo, según un estudio realizado por la Universidad Autónoma Metropolitana en colaboración con la ONU, la normalización de la misma conducta, junto con la ignorancia del tema, son uno de los mayores impedimentos para denunciar en el municipio de Guadalajara.

“Tuve que cambiar mi ruta de camión porque antes me seguían hasta la entrada de mi coto. Algunas veces me decían que simplemente así eran las cosas”, comenta Guzmán Romero. “No denuncio porque sé que es una pérdida de tiempo, sé que voy a llegar con las autoridades y sólo van a tomar nota ya que casi nadie quiere atestiguar, por lo que la denuncia se queda sin procesar”.

Además de que muchas mujeres prefieren no denunciar, ya que temen que las autoridades no les ofrezcan los medios para comprobar los sucesos, o les asusta enfrentarse a su agresor y que este les haga algún daño a ellas o a sus familiares.

“Recuerdo una vez que le comenté a mis papás que quería practicar defensa personal para dejarme de sentir tan insegura”, comenta Fernanda Ruiz, estudiante de Ingeniería en el Tec, quien evita usar shorts para que no le tomen fotografías o recibir comentarios acosadores. “Apenas terminé, mi papá me dice: ‘Sí, sí, lo que tú quieras, prefiero que aprendas a defenderte, prefiero que te sientas segura”. Me sorprendió mucho. La situación estaba tan mal que a mis papás les encantaba la idea de que aprendiera krav maga. Después de las clases me siento un poco más segura de salir porque sé que no me quedaría paralizada”. Aprender a defenderse se ha convertido en una enseñanza vital de supervivencia.

Es por ello que el aumento de confianza, junto con las herramientas para defenderse, son algunos de los pasos siguientes para prevenir el acoso sexual en los espacios públicos.

“Una vez un señor en la calle comenzó a gritarme cosas y luego hizo ademán de tocarme, le di una patada en la cara y después de caer salió corriendo; le grité que volviera a pensarlo antes de ponerle una mano a una mujer; la gente se asustó, sí, pero muy probablemente ese viejo, antes de intentar algo así, lo reflexionará dos veces”, comenta Hernández Santillán.

 

*Estudiante del ITESO

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