Te vas a morir, machorra.
Juan M. Negrete
23 de julio de 2022.- Es leyenda de una de las amenazas, aparecida en muros del edificio donde vivía Luz Raquel Padilla Gutiérrez. Lo utilizamos como título de esta colaboración, por ver si nos facilita alguna pista sobre este crimen nefasto. Salta y roba la atención el sadismo implicado y llevado a la práctica de sus autores. A una mujer joven, de quien se sabe que cuidaba un hijo autista, la rocían con alcohol unos rufianes y luego le prenden fuego. La secuela fortuita de las graves quemaduras es la muerte de Luz Raquel.
No están identificados todavía los agresores, pero todo indica a que sean vecinos que pertenezcan al círculo de conocidos de la víctima. Los hechos se radican en el jardín y la vivienda, sitos en la colonia Arcos de Zapopan. Pronto envolvió al hecho el ruido mediático. No podía ser de otra manera. Se difundieron las leyendas de muerte, como amenazas directas. Fueron escritas en las paredes del edificio donde la ahora muerta vivía y cuidaba a su hijo.
La primera cuestionada por el descuido que concluyó en la pérdida de una vida tan valiosa, como la de todos los que deambulamos sobre este valle de lágrimas, fue la autoridad. Así tiene que ser. ¿En manos de quién está la seguridad pública? ¿Qué tanta eficiencia despliegan los agentes encargados de ésta, que no pudieron evitar el atentado de que unos malandrines rociaran con alcohol a una mujer sola, indefensa, y que luego le prendieran fuego, a resultas de lo cual terminó perdiendo la vida?
Ya llevamos más de una semana de ocurridos los hechos y no se tienen datos sobre los agresores. O sea que no sólo no hubo policía presente que impidiera tan lacerante agresión, sino que tampoco se han instalado en esos espacios las cámaras con las que tienen inundada ya prácticamente toda la comuna tapatía y sus alrededores. Por tanto no se puede hablar de pistas tan siquiera, que lleven a los encargados del orden a buscar a los criminales que hayan participado en este hecho de sangre.
El público le pide cuentas a Alfaro, el gobernador. Y éste se sale del escenario por peteneras, birlando la tangente, como es la costumbre de muchos de los que trepan a los puestos de gobierno. Al momento en que se da a conocer la noticia, el buen Alfaro tenía los micrófonos en la mano echándole porras al Atlas. Estamos lucidos. Y cuando más adelante arrecia la presión para que la autoridad se manifieste, que dé la cara y que tome posición ante sus gobernados, sólo se bornea y suelta el absurdo deslinde de que no pueden hacer nada, que son eventos que rebasan la capacidad del estado para proporcionar la garantía exigida.
Peor que Alfaro nos vino a resultar Frangie, presidente municipal de Zapopan. Luz Raquel había solicitado la protección de las instancias de policía porque sufría de violencia. Se sabe que no hubo tal protección, porque la señora ya no vivía o ya no era pareja del individuo señalado como fuente de las constantes amenazas. Las instancias de seguridad, a las que les solicitó el despliegue de recursos para la protección de su vida en peligro, sólo actuarían en caso de violencia intrafamiliar. O lo que sería peor, hasta que esta violencia denunciada generara una muerte, como fue el caso.
Poco después de reportado el deceso de Luz Raquel, se difundió la nota de que una persona de nombre Sergio Ismael “I” se puso voluntariamente a disposición de las autoridades, para que el asunto sea ventilado cual debe ser. Está señalado como el autor de las leyendas de las amenazas escritas en muros y paredes de la vivienda de Luz Raquel. La carpeta de investigación apenas está recopilando informes y testimonios, por lo que no se pueden adelantar datos fácticos aún. Pero algunos vecinos, conocedores del caso, refieren como información en firme que es cierto que el indiciado se ponía violento con la mujer ahora difunta, sobre todo cuando se empinaba algunos tragos.
Trascienden ciertos datos, que pueden ser meramente distractores o especiosos y hasta dolosos. Se dice pues que Sergio y Luz vivieron juntos por algún tiempo, aunque ya últimamente no eran pareja. Mas hay un rumor superviniente que resulta mucho peor dentro del encuadre de la investigación. Se dice que la que plasmó en las paredes las amenazas fue la propia víctima. Que tal vez buscaba hacerle ruido al chicharrón. Y lo consiguió.
Ésta es una afirmación muy extraña. Si Luz Raquel, ahora víctima fatal de los acontecimientos, hubiese acudido a semejante estrategia incriminatoria indirecta, como para conseguir que su expareja fuera detenido y castigado, ¿cómo pudo haberse infamado a sí misma con el calificativo de machorra? En el caló popular se utiliza este vocablo para señalar a una mujer estéril. Pero si ella ya había procreado un hijo y lo cuidaba ¿cómo podría señalarse a sí misma como infecunda? No da el encuadre para semejante absurdo. ¿O es señalamiento despectivo porque ya no había procreado más criaturas?
Todo apunta a establecer que el incriminado, Sergio Ismael “I”, no participó en el drama final que condujo a la muerte de Luz Raquel. Es probable que se haya entregado voluntariamente al MP con el ánimo de conseguir la absolución en la autoría particular del crimen. Se encuentra inodado en los hechos de violencia, denunciados con anterioridad por la ahora víctima, y tal vez también en el asunto de las amenazas. Pero los que realmente aparecen como negligentes y meras tortugas inútiles, antes y después, son las dizque autoridades. Como dicen en mi rancho: no sacan un perro de una milpa.